10 de Junio del 2010

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Con la mente vacía y el cuerpo abatido, Katsuki sólo podía escuchar una intensa estática; molesta, estresante y aterradora. Se sentía como en un limbo y ante el miedo a lo desconocido su respiración comenzó a denotar su desesperación, luego todo se desvaneció y en lugar de estática, Katsuki comenzó a escuchar el agradable sonido del agua, específicamente el sonido de las olas de mar, yendo y viniendo. Poco a poco, Katsuki abrió los ojos para encontrarse con el cielo pintado en colores pastel, debido al atardecer, el sol a lo lejos se ocultaba en la costa. Una costa del silencio, donde sólo podía escucharse el sonido Del Mar y las gaviotas.

Esa costa hace no mucho era el basurero local y ahora era un lugar hermoso, un lugar que pocos solían frecuentar debido a su fama de basurero.

De pie con los pies descalzos sobre la suave y fina arena, Katsuki comenzó a disfrutar la brisa costera, realmente se sentía en ese mágico lugar.

Pronto la vista de Katsuki pudo enfocarse en una persona que yacía sentada sobre la arena blanca, con los dedos aferrados a sus piernas, los pies descalzos y la mirada fija hacia el horizonte.

—¿Deku? —preguntó Katsuki, sin embargo, el chico jamás contestó.

La forma en que Izuku vestía parecía conocida para Katsuki y sólo así pudo darse cuenta de lo que estaba sucediendo, todo esto era un recuerdo y Katsuki no podía interferir, sólo podía ser un simple espectador.

Izuku vestía una larga camiseta blanca con mangas hasta los codos, debajo llevaba un short negro y a un lado suyo se encontraban un par de sandalias junto con un canasto.

El viento soplaba y delicadamente agitaba los rizos de Izuku. Katsuki comenzó a caminar hacia él. Conforme más cerca estuvo, más pudo darse cuenta de la forma melancólica en que Izuku observaba el horizonte.

En eso Izuku suspiró aferrándose a un más sus piernas contra su pecho.

De pronto, el Katsuki de sus recuerdos emergió del agua rompiendo con la armonía del lugar y provocando que Izuku dejara de estar tan sumergido en sus propios pensamientos.

Katsuki en el recuerdo caminaba lentamente hacia Izuku, con el cuerpo mojada y sólo usando un par de bermudas color naranja.

—Deberías venir, el agua es jodidamente agradable —admitió Katsuki.

Aferrándose de nuevo a sus piernas, Deku negó agitando la cabeza.

—No creo que sea una buena idea —murmuró con un hilo de voz.

Katsuki pudo verse a sí mismo, resoplando ante la respuesta y sentándose frente a Izuku.

Una vez sentado frente a Izuku, Katsuki le tocó la mejilla delicadamente para apretarla entre sus dedos.

—Escucha Deku, se que no es la luna de miel que esperabas —comenzó Katsuki, pero inmediatamente Izuku negó con la cabeza.

—¡No, no, no! ¡Kacchan no, me gusta estar aquí y me gusta estar contigo! —aclaró Izuku, angustiado de corregir los pensamientos de Katsuki.

Ante su respuesta Katsuki persistió:

—¿Entonces por qué te ves tan triste?

—Porque tengo miedo —aclaró Izuku.

Oh, como recordaba ese día Katsuki.

—¿Miedo? ¿De qué? —insistió Katsuki.

—Miedo de que tú madre tenga razón —Izuku comenzó a hablar, pero a medida que se explicaba podía sentir su garganta cerrarse por la absurda cantidad de sentimientos con los que cargaba.

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