𝐒𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐍𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 | 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐲 𝐊𝐢𝐝𝐬

𝐋𝐨𝐯𝐞.

Christopher recién estaba levantado, cortesía de un peculiar aroma dulzón seguido de risitas, se estremeció y solo se levantó, revisando la hora, era temprano. Ninguno de los cachorros iba a estar despierto a esa hora, la curiosidad, la  cuál lo había llevado hacia el salón principal. Un sonriente peli-plata estaba viendo la televisión, encontró rastros de aroma a felicidad, así que trató de llamar su atención afinando la garganta:

—Cachorro— llamó, sin escuchar respuesta del más bajito, volvió a intentarlo —Yang Jeongin— Está vez chasqueó la lengua, odiaba esperar.

—Ah, Hola Chan!— Saludó animadamente, levantándose y corriendo hacía el mayor, siendo recibido en sus brazos casi involuntariamente, el mayor había hecho una señal de silencio con su dedo índice sobre sus labios y el pequeño asintió —Qué pasa?— Susurró, acatando la orden mientras observaba al alfa, acariciando sus belfos, llamando su atención, nuevamente —Por qué haces tanto ruido?— Cuestionó de forma casi inmediata, murmurando esto gracias al hipnotizante toque de su omega. El mencionado hizo un mohín desinteresado y elevó los hombros a modo de respuesta. —Perdón, Hyung. Me desperté temprano y todos se encontraban durmiendo, asi que bajé a ver televisión.— Dijo, mientras veía como Chan frotaba sus ojos, medio adormilado —Quieres algo de desayuno?— El mencionado preguntó, aprisionando al peli-plata entre sus brazos, tomándolo por la cintura mientras se dedicaba a besar los mofletes de su cachorro. Este levemente negó y sonrió por las atenciones dadas. —Bien, volvamos a dormir.— Dijo, el alfa mientras apagaba el aparato y alzaba al pequeño, sosteniéndolo por los muslos, para después llevarlo a su habitación, mientras, claro, el pequeño pataleaba porque no quería dormir. —Has silencio, los demás están durmiendo, cariño— Besó la mejilla del pequeño mientras este murmuraba un "Está bien" y se dejaba hacer del más grande, hasta llegar a su habitación, tirándose a la cama una vez estuvo libre de los brazos del mayor.

—Dios mio, por qué será que mi pequeño está tan hiperactivo?— Preguntó, mientras quitaba su camiseta ligeramente y se acomodaba en la cama, haciendo un hueco para el menor, esté no le respondió y solo se acurrucó en los brazos del grandulón, siendo la cuchara pequeña ronroneando e inhalando su aroma, marcándolo con él mientras los brazos del morfeo los llevaba a cada uno, sumando sus respiraciones tranquilas y los latidos de ambos corazones sincronizados, en menos de quince minutos estuvieron hundidos en un buen sueño.

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