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— ¿Qué tiene de interesante el pibe? —preguntó el argentino interrumpiendo al animado Rubius quien no paraba de meter a aquel beta en una de cada tres oraciones.

Todos los demás en la mesa lo voltearon a ver, con miradas de sorpresa.

— ¿Pero que eres ciego o tontito tú? —preguntó el peliblanco con una mueca de disgusto en la cara y un deje de clara molestia en la voz.

— Para amigo, no lo digo en mal plan, tipo acaba de llegar hoy acá y no parás de joder con el pobre pibe que está en su bola re tranqui, ni siquiera te ha volteado a ver boludo, entonces no entiendo por qué andas tan intenso vos no sos así, eso es lo que me intriga, ¿sabes? —respondió rápidamente el pelinegro.

Ninguna mentira salió de su boca, el chico del que hablaba Rubius recién había entrado a la preparatoria ese mismo día y al parecer le tocó la primera clase de química en la mañana con él, cosa que no paraba de mencionar cada dos por tres diciendo lo suertudo que era por tener que compartir clase con el amor de su vida; cosa que ya tenía harto al pelinegro.

— Es el destino hermano...¡Eso es! que debe ser mi destinado chicos os lo juro que jamás había sentido tal cosa por nadie —soltó el alfa de pelo blanquecino, con emoción real en su ronca voz.

Spreen rodó los ojos ante eso e hizo un gran esfuerzo para aguantar el comentario hiriente que se le vino a la mente pero por costumbre no pudo evitar abrir la boca como siempre.

— Una poronga, esa mierda de los destinados es nomás entre alfas y omegas, estás re flasheando boludo —soltó sin más haciendo que Rubius arrugara la cara con desagrado.

— Mira, yo sé que estás frustrado porque todas tus relaciones han fracasado, pero no por ello necesitas ser un gilipollas —respondió Rubius en su defensa, borrando la sonrisa burlona que había puesto el otro.

— Pero qué decís ga-

— Joder, no peleen tan temprano que somos amigos no hay necesidad de esto de verdad —trató de tranquilizar Luzu antes de que el argentino terminara lo que iba a decir.

Maximus y Carrera asintieron de acuerdo, sin dejar de comer.

— ¡Pero que él ha empezado, díselo a él! —se quejó el alfa rubio, cruzando sus brazos con indignación.

— Es verdad, no veo lo malo en que Rubius haya encontrado el amor, necesitamos apoyarlo después de lo de... ya sabes quién, bueno, creo que una disculpa no está de más, Spreen —dijo Luzu dándole la razón al otro.

Spreen puso los ojos en blanco, ni siquiera era su plan comenzar una pelea y ahora tenía que disculparse, que mierda.

— Ok, ¿me perdonas? —dijo rápidamente antes de que Rubius le hiciera más drama.

— No.

— Doblas... —regañó Luzu.

— Ci.

Ambos se quedaron en silencio después de eso, retomando lo que estaban haciendo desde un inicio, desayunar. Unos minutos después ya se encontraban charlando amenamente de videojuegos como si no hubiese pasado nada.

— Fua loco ayer jugué el remake del resi-

Una omega de aspecto delicado con olor a fresas se acercó y le tocó el hombro a Spreen interrumpiendo su conversación.

— ¿Se te perdió algo? —respondió sin disimular su molestia, cosa que hizo que la chica diera un paso atrás.

— Mi amigo te manda saludos —dijo la omega con un acento tierno, tratando de aguantar la risa.

— ¿Amigo, cuál amigo? —preguntó el argentino con una ceja alzada, interesado.

— Está por allá, el del gorro azul —respondió la chica con una sonrisita traviesa apuntando hacia un chico que se hallaba de espaldas.

— Uh, no, pero decíle que se volteé primero.

— ¡Hey, Quackity! —gritó la chica haciendo que el mencionado volteara.

Spreen reconoció de inmediato ese nombre, gracias a que Rubius lo repitió tanto esa mañana que le fue imposible no grabarlo en su cabeza.

Chapulín | SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora