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— ¿Un alfa? ¿Vienes a ver a Quackity? ¡Mamá, mi hermano tiene novio! —el argentino fue recibido por un niño gritón el cual tenía un ligero parecido al beta.

— Missael, cuántas veces te he dicho que no abras la puerta así nada más —una mujer de mediana edad regañó al niño, Spreen supuso que se trataba de la madre del pato.

— Ehh, buenas tardes señora, ¿está Quackity? —saludó, un poco incómodo.

— Se está bañando creo, pero igual pásate muchacho, puedes esperarlo en su cuarto —la mujer se hizo a un lado para dejarlo pasar— arriba, girando el pasillo a la izquierda en la puerta azul.

Spreen siguió las instrucciones que le dió la mujer un poco confundido por la repentina confianza que le dió al dejarlo entrar como si nada a su casa, llegó a la puerta y esta tenía varios stickers de patos pegados por todos lados, no pudo evitar sonreír levemente por lo infantil que le pareció. Le dió unos golpecitos a la puerta, aunque la mamá de Quackity le dijo que podía esperarlo adentro le daba un poco de cosa entrar así nada más, así que optó por quedarse parado afuera, tocando cada tanto, comenzando a desesperarse.

Quizá pasaron cinco minutos hasta que la puerta fue abierta abruptamente por Quackity, quien tenía el cabello mojado y una toalla en el cuello, fue impactante para Spreen verlo sin su típico gorro azul ya que en la escuela jamás había visto que se lo quitara para nada, hasta había llegado a pensar que lo tenía pegado a la cabeza o algo así.

El beta abrió los ojos con sorpresa al ver al alfa pero lo disimuló rápido cambiando su expresión a una sonrisa coqueta.

— Llegaste antes, ¿tan ansioso estabas por verme? —le dijo con el plan de poner nervioso al argentino.

Spreen rodó los ojos y contestó con un rotundo no que hizo reir a Quackity.

— Bueno, ven —el pato se hizo a un lado, invitando al otro a pasar a su habitación.

El oso entró y lo primero que hizo fue analizar todo con curiosidad, su mirada fue captada rápidamente por lo que estaba encima del escritorio.

— Tremenda pc amigo, con esto te arranca el minecraft a full fps —comentó sin evitar admirarla— esto te costó una banda, ¿no?

— Pues la verdad es que sí —contestó Quackity humildemente.

Spreen no pudo evitar sentir envidia y un poco de recelo por el beta. Su pc era una mierda comparada a esto, aunque le tenía mucho cariño ya que se la compró con los ahorros de su trabajo de medio tiempo y él era una persona que valoraba su esfuerzo ante todo.

— Ojalá te entré un virus, amigo —atinó a decir sin pensarlo, con la envidia al tope.

Quackity claramente no se lo tomó enserio y comenzó a reir.

— No sea envidiosillo mijo, mejor cuando quieras puedes venir a jugar minecraft aquí.

Spreen sonrío por la invitación, la verdad es que si que le gustaría ver como corre ese pedazo de pc. En fin, no afirmó nada ni tampoco lo negó, simplemente cambió de tema preguntando por los gatos.

— Oh, sí, los tengo aquí mira —el beta se dirigió a su armario y lo abrió intentando no hacer ruido mostrando a tres gatos, uno grande y otros dos mucho más pequeños acurrucados, dormían plácidamente.

La realidad es que Spreen era un amante de los gatos y obviamente no pudo evitar sentir esa ternura directo en el corazón al verlos, todos chiquitos. Aunque por fuera no lo demostró, se encontraba emocionado de adoptarlos, justamente le estaba buscando algún compañero a su gato ya que estaba muy solo y él casi no se la pasaba en su casa a excepción de los sábados.

— Ahh, ¿tenés alguna cajita o jaula o lo que sea? olvidé traer algo para llevarlos —preguntó el alfa.

— Sí, tengo algo por aquí, ehh... —el beta se agachó para ver debajo de su cama— está muy lejos, casi lo alcanzo.

Spreen no era un morboso, mucho menos con los betas pero su mirada simplemente fue imposible de desviar hacia otro lugar que no fuera el culo de Quackity.

Se sintió terrible y en cuanto escuchó el "Lo tengo" del pato se volteó con rapidez, admirando la pared llena de fotos a la cual no le había prestado atención hasta ese momento.

— Tienes muchos amigos, sorprendente.

— ¿Qué quisiste decir? —cuestionó el beta con una ceja alzada.

Spreen se rió sin darle explicación de nada y le arrebató de las manos la jaula.

— Aguantaa, ¿ya te los vas a llevar?

— Obvio, a eso vengo.

— Quédate un ratito, en lo que se despiertan para despedirme de ellos —rogó el de gorro, con una cara de cachorro que Spreen no pudo ignorar.

Chapulín | SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora