Chapulín | Spreeckity

05

Quackity le pasó su número al alfa, diciendo que estuviera al pendiente porque le iba a mandar la dirección de su casa para que pasara a recoger a los gatitos el día de mañana.

— Ya está, entonces mañana le vas a hablar a Rubius, ¿no? —preguntó el argentino antes de despedirse.

— Mmm, quizá, la verdad me gustaría que cumplieras primero tu parte —contestó el otro con una mueca de desacuerdo.

No era gran cosa y ya le había dicho que sí que estaba dispuesto a darle una buena vida a los gatos, aún así razonó y pensó que estaba bien que desconfiara un poco de él.

— Dale, pero una vez que me lleve los gatos cumplís vos también.

— Me parece bien, te veo mañana entonces —dijo Quackity, despidiendose con una bonita sonrisa.

Spreen no le devolvió la sonrisa y se limitó a decir un "chau" seco antes de darse la vuelta e irse. El beta se encogió de hombros y se fue en dirección contraria, aún sin borrar la sonrisa de su cara.

Al día siguiente, Quackity se encontraba desayunando nuevamente con su amiga pero ahora en el patio ya que el primero quería algo de privacidad para contarle todo.

— Y pues al rato va a ir a mi casa —terminó de decir con una sonrisa traviesa.

Tina escuchó todo atentamente, pero su atención se fue totalmente hacia los gatos.

— No puedes darle gatos a un desconocido, qué tal es un psicópata que disfruta maltratar animales, ay no, de sólo pensarlo me da mucha tristeza, mejor dámelos a mí —rogó la omega al borde de las lágrimas.

— Obvio que pensé en eso, ayer le stalkeé el twitter y comparte un montón de cosas de gatitos, además tiene uno —dijo Quackity tratando de tranquilizarla.

— Oh, bueno... igual no entiendo por qué lo pusiste de primera opción para dárselos cuando estoy yo —se quejó la otra con un puchero.

— ¡Pero si te dije ayer y me dijiste que tus papás ya te habían amenazado que te iban a correr con todo y gatos si llevabas otro! —exclamó el beta con desesperación— Ya mejor no le muevas.

Tina asintió y le dio una mordida a su sándwich, decaída por recordar eso.

Ambos se quedaron en silencio, uno un poco incómodo ya que una estaba a nada de llorar y el otro estaba molesto.

— ¿Y qué piensas hacer con el alfa rubio? —la omega rompió el silencio de repente.

Vió como la expresión de enfado del beta cambiaba rápidamente a una totalmente confundida.

— Verga, no sé, se me hace guapo pero ya no me gusta —dijo pensativo— creo que me está llamando la atención el alfa mamón.

— ¿Pero por qué? Si a ese ni le gustas.

— Pues por eso mismo, me da mucha curiosidad, ningún alfa me había rechazado antes —contestó el beta con los ojos brillantes, de cierta forma parecía muy emocionado por haber sido rechazado.

Tina le creyó, la verdad es que Quackity no tenía nada que envidiarle a ningún omega, era demasiado bonito para ser real y tenía una personalidad increíble, aunque no tenga un olor característico como los demás nunca se quedó atrás en la lista de chicos más atractivos en la secundaria.

— ¿Y cuál es tu plan?

— No lo sé, de momento estoy feliz porque al fin le conseguí un papá a mis gatos y no quiero arruinarme la felicidad pensando en qué debería hacer, ¿sabes?

Tina asintió, esperando que el otro siguiera.

— Aunque al fin y al cabo hicimos un trato y tengo que cumplir mi parte sí o sí, así que creo que mi plan va a ser complacer su deseo y a la vez poco a poco irme metiendo en su cabeza, con un coqueteo sutil.

— Pues suena bien, es imposible que se resista a tus encantos —respondió la omega con una sonrisa.

El beta iba a decir algo más pero fue interrumpido por el sonido del timbre, anunciando que la hora del almuerzo ya había terminado.

— ¿Qué te toca? —preguntó la chica.

— Ehh, química creo.

— Oh, a mí taller, nunca nos toca juntos.

— No pasa nada, al rato nos vemos en el otro descanso —se despidió el beta comenzando a correr al aula que le tocaba ya que no quería ser regañado por llegar tarde otra vez.

En el camino recordó que el alfa albino estaba en ese mismo grupo y pensó que sería buena idea ir acercándose a él.