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Spreen intentó convencerse de que lo que sentía era algo tan simple como curiosidad, pero una vez que estuvo afuera de la casa de Quackity tirando piedras a su ventana se dió cuenta de que esto era más que algo simple.

La realidad es que ni siquiera recuerda como llegó exactamente ahí.

Hace dos horas estaba en la cochera de Carrera junto a los amigos universitarios de este, nunca se lo había cuestionado pero su amigo tenía bastantes conocidos mayores, lo cual implicaba que en sus quedadas nunca faltara el alcohol y alguna sustancia no ilegal por ahí.

El argentino tenía la cabeza echa un lío, tampoco recordaba exactamente como fue que terminó yendo a donde Carre, ¿lo llamó él o simplemente se auto-invitó a su casa? La verdad no le importaba mucho el cómo pero si que se arrepentía de haber ido.

Suspiró y arrugó de inmediato la nariz dándose cuenta de que su aliento olía a una combinación de vodka y cigarro.

La realidad es que Spreen odiaba beber, las veces que lo llegaba a hacer eran por presión social y nada más tomaba lo moderado, lo suficiente para no quedar como un aguafiestas, así que jamás había llegado al punto en el que está ahora; que no es que esté que no pueda con su vida, no se tambalea ni siente que vaya a vomitar ni está viendo borroso o alguna de esas cosas con las que la gente describe el estar alcoholizado. Sólo se siente como si fuera un par de veces más ligero de lo normal, añadiendo lo horriblemente honesto que está, como si nada de lo fuera a decir tuviera conscecuencias.

Además no paró de pensar en ningún momento en Quackity, desde que le dijo que iba a tener una cita con Rubius su mente se dedicó a imaginar distintos escenarios melosos y cursis que involucraban a estos dos.

¿Se habrán besado o siquiera tomado de las manos? Spreen no quería saber la respuesta a esas preguntas, aunque su mente se las contestaba con un obvio sí. Conocía a Rubius y a Quackity no mucho pero con lo poco que ha visto no es muy diferente al primero, entonces la probabilidad de que algo haya pasado entre esos dos era muy alta.

Spreen desbloqueó su celular con molestia, no supo por qué se sentía así y sin querer darle vueltas culpó al alcohol en su sistema de ello. No dudó ni un segundo en presionar el botón verde de llamada en el perfil de Quackity.

Para su sorpresa fue atendido rápidamente y no fue hasta que la voz del beta pronunció su nombre con duda que se dió cuenta de que la estaba cagando.

Se supone que él mismo le había pedido hacer esto a Quackity, tenían un jodido trato y esto desde un principio fue hecho pensando en el bienestar de su primo Rubius, que por cierto seguía sin dirigirle la palabra. ¿Entonces por qué los interrumpió?

– Vení, estoy afuera de tu casa –su voz sonó de lo más tranquila, contrario al desastroso estado mental en el que estaba.

Pasaron unos momentos en donde no recibió más que silencio del otro lado así que sin querer escuchar la respuesta colgó sin más.
Esta sería alguna clase de prueba, Quackity tenía que decidir, si elegía quedarse a terminar su salida con Rubius o ir a buscarlo a él.

– ¿Qué gano yo con esto? –murmuró confuso para sí mismo.

Esto estaba siendo alguna clase de autosabotaje, pero era tan inevitable no sentir esa jodida necesidad de querer tener la atención de Quackity, un día le gustaba él y al siguiente ya estaba en una cita con su primo. Normal sentirse molesto, ¿no? Aunque ignoró y rechazó épicamente al beta, no le quitaba lo feo de ser reemplazado tan rápidamente.

Igual, Spreen no sentía amor por Quackity, atracción quizá, muy leve, casi nada. Pero sí, probablemente deba dar gracias al alcohol por haberle aclarado la mente y poder llegar a esa conclusión, porque de ser por él en estado sobrio (la mayoría del tiempo) jamás lo habría admitido, ni siquiera en sus más profundos pensamientos.

El oso comenzaba a aburrirse después de unos minutos, revisaba constantemente su celular pero no veía el nombre del beta en sus notificaciones así que lo apagaba para segundos después volver a repetir la acción.

Y después de media hora por fin se rindió.

Prefirió a Rubius.

Con ese pensamiento y una mueca de desagrado en la cara, se levantó de la banqueta en la que empezaba a entumirse y dió unos pasos con la intención de irse a la parada de autobus más cercana, la cual quedaba a unas dos cuadras.

Pudo haber esperado más, sí, pero además de que tenía su dignidad bien puesta, ya casi eran las diez de la noche y los buses dejaban de circular más o menos a esa hora.

– ¡Spreen!

El mencionado se paró en seco al oír su nombre y la voz de quién lo gritó.

No podía ser verdad, ¿cierto?

– ¿Ya te ibas? –cuestionó Quackity una vez estuvo a la par que el oso mientras respiraba agitadamente, al parecer vino corriendo.

Spreen no pudo evitar sonreír ligeramente ante la idea de que el beta llegó tan pronto como pudo. Y después culpó de nuevo al alcohol de la agradable y cálida sensación que se instaló en su pecho.

– Oh, Quackity –la forma en la que el nombre del otro salió de los labios del argentino sonó más como si no se esperaba encontrarlo aquí.

– ¿Por qué te haces el sorprendido si fuiste tú quien me pidió que viniera? –el tono confundido del beta era evidente y la duda en sus lindos ojos negros se podía ver también.

– Sos tremendo gil –fue lo primero que pensó Spreen y no dudó en decirlo en voz alta.

Quackity abrió la boca ofendido, literal corrió más de diez cuadras desde el parque hasta su casa, y ahora era recibido con un insulto así de gratis.

– ¿Qué sientes o qué? No puedo creer que me llamaste solo para esto y yo que la estaba pasando tan bien con Rub--

– Cerrá el orto que el único con el que la vas a pasar bien voy a ser yo –lo interrumpió el oso acercándose lo suficiente para tomar las muñecas del beta con autoridad.

Esto obviamente alarmó al de gorro quien intentó safarse del agarre sin tener éxito alguno.

– ¿Spreen?, ¿estás ebrio acaso?

Quackity ni siquiera tuvo que esperar respuesta del otro para confirmar aquello.

Porque los labios de Spreen ya estaban sobre los suyos y el sabor característico del alcohol era más que notable.

Chapulín | SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora