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Había una pequeña tribu de esclavos extranjeros que se escondía entre las colinas al sudeste asiático y que vivían de la caza de animales y la agricultura

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Había una pequeña tribu de esclavos extranjeros que se escondía entre las colinas al sudeste asiático y que vivían de la caza de animales y la agricultura.

Un día, un Príncipe junto a sus tropas, decidieron tomar un descanso cerca de aquel territorio luego de días cabalgando despúes de haber ganado la guerra. De pronto, el Principe vio humo a metros de allí.

Un pueblo, había sido destruido y calcinado por completo.

Los esclavos que se habían escondido en la colina esperando tener una mejor vida, habían sido asesinados y los sobrevivientes, arrestados nuevamente por los bárbaros.

El Príncipe al ver aquel desolador paisaje frente a sus ojos, solo pudo compadecer a la pequeña niña que se encontraba llorando sobre dos cuerpos inertes que yacían sobre el suelo. Con el corazón en la mano y su alma partida en dos, el Príncipe abrazó a la niña y le prometió que todo estaría bien.

El joven hijo del Rey, decidió llevarse a la niña al palacio y contra todo pronóstico y con el tiempo, el Príncipe logró adoptarla como su hija.

Resultó ser que aquel Príncipe, no era nada más ni nada menos que el heredero al trono de la dinastía de Joseon, quién al parecer había sido maldecido con una esposa que sufría abortos espontáneos cada que lograba embarazarse.

La pequeña de nombre Cho Shireen, pasó semanas llorando entre los arbustos del palacio, escondiéndose de las sirvientas, de sus padres adoptivos y del mundo entero.

Muchos no estaban de acuerdo con la adopción. Hacían de todo para no acercarse a la niña, inventaban rumores falsos e incluso quienes vivían allí le prohibían a sus hijos acercarse a la pequeña diciendo que los embrujaría si tan solo la miraban o si les tocaba, su piel se volvería como la de una serpiente.

Un día, la pequeña Shireen, estaba llorando cerca del estanque de agua del palacio mientras recordaba a sus padres. Entonces, sus ojos se posaron en aquellas flores de loto que estaban feas y descuidadas. Se comparó con ellas, por eso quizás nadie la quería e inventaban aquellos rumores. Nunca pidió llegar a ese lugar, nunca fue su elección y nunca se había sentido tan sola en su corta vida.

De pronto, escuchó acelerados y firmes pasos acercándose rápidamente a su derecha. El llanto desolador de un niño no más grande que ella, la espantó.

Se secó las lágrimas viendo al pequeño hijo del General del Ejército del Rey, tendido en el suelo llorando luego de tropezar.

─¡Mamá! ¡Mamá porque te fuiste! ¡Mamá!

Shireen se quedó en su lugar por unos minutos observando al jovencito comprendiendo emocionalmente su dolor. Dudosa y tímida se acercó a él y lo ayudó a levantarse del suelo.

─Te haz lastimado, dejame ayudarte.

El niño de nombre Kim Taehyung, había dejado de llorar y ahora miedoso, cerró sus ojos negando con la cabeza puesto que su -ahora difunta madre-, le había advertido en varias ocasiones que si miraba a la niña extranjera a los ojos, lo embrujaría o si tocaba su piel, se volvería como la de las serpientes que tanto temía.

Shireen tomó la cinta que decoraba el final de su larga trenza, para luego tomar delicadamente la pequeña mano del niño y enredar aquella cinta sobre la palma de su mano.

─Ahora estarás mejor. Dolerá al principio, pero estarás bien.

La niña extranjera lo observó y por primera vez en mucho tiempo, sonrió genuinamente.

Taehyung por su parte, había abierto sus ojos para apreciar aquellos hermosos y grandes ojos color marrón de la niña. Su sonrisa deslumbrante y contagiosa lo hizo sonreír también sin poder evitarlo. Sus mejillas se tornaron levemente de color rosa y contuvo su respiración gradualmente al ver como los rayos de sol la hacían ver la niña más hermosa que jamás habían visto sus ojos. Por un momento creyó que el tiempo se había detenido y estaba alucinando.

Quizás estoy siendo embrujado─pensó y de pronto, quitó su mano observando hacia otro lado.

─¿Estás bien? ─preguntó Shireen.

Él solo asintió y observó su mano enredada con la cinta de cabello. Frunció el ceño al no ver escamas de serpientes en ella. Entonces, levantó la mirada con cierta vergüenza al concluir que lo que decían sobre ella, solo eran habladurías.

─¿Creíste que tu piel se volvería escamosa?─preguntó ella bajando la mirada.

Taehyung se quedó en silencio avergonzado e incómodo por haber creído tales y crueles mentiras.

─Soy Kim Taehyung─se presentó extendiendo su mano en su intento por cambiar de tema.

─¡Princesa Shireen! ¡Donde estás Princesa! ─se escuchó a lo lejos la voz desesperada de una mujer. Seguramente, de una de las damas de la corte.

Shireen agrandó los ojos y asustada se dió la vuelta para correr y largarse de ahí, pero entonces Taehyung la tomó de la mano y corrieron juntos entre risas por el puente del estanque de agua mientras las hojas de cerezo caían sobre todo el lugar y los gritos de las damas de la corte buscándola, se hacían más y más lejanos.

Shireen, antes del atardecer volvió al palacio junto a Taehyung y al ver a su Padre adoptivo a mitad del pasillo, se detuvo de golpe. El pequeño se quedó detrás de ella en silencio, esperando su siguiente movimiento.

El Príncipe estaba hablando con un par de guardias del palacio y parecía preocupado. Al parecer, buscaba a Shireen.

La niña se quedó unos segundos pensando mientras las lágrimas recorrían su rosto. Hasta que finalmente corrió para abrazarlo.

─¡Padre!─gritó ella llamando la atención del Príncipe.

El heredero al trono correspondió sorprendido a su abrazo y comenzó a reír mientras acariciaba el cabello de su pequeña hija. Se unió a su llanto por la emoción del momento, así como todas las sirvientas y eunucos que lo seguían. Su corazón estallaba de alegría pues por primera vez, la escuchaba llamarlo "Padre" y sentía el abrazo gentil de la pequeña.

Desde entonces, la más hermosas de las relaciones padre-hija, se formaba sin importar la línea sanguínea en el inicio de la era de Joseon.

El día que había muerto la madre de Taehyung, él había conocido lo que sería hasta el día de hoy, su primer y más grande amor. Desde aquel día se había prometido así mismo, ayudarla y protegerla de todo aquel que quisiese hacerle daño.

Sonrió desde la distancia viendo al príncipe heredero y a Shireen abrazados.

私  ׂ  !   ִ  𝗳𝗹𝗼𝗿 𝖽𝖾 𝗹𝗼𝘁𝗼  ──  𝗌𝖾𝗈𝗄𝗃𝗂𝗇 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora