Capítulo 15: La envidiable tranquilidad inestable

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Había pasado una semana desde el intento de Karasuno de hacer que su armador pelinegro se confesara con Oikawa. Los muchachos habían visto a Hinata ir detrás de Kageyama después de que huyó ese día, pero nunca conversaron con él sobre qué había pasado una vez que logró encontrarlo. Durante esos días tampoco volvieron a ver al capitán de Seijoh.

Por su parte, Shoyo había tenido la costumbre de preguntarle a Tobio cada día si había hablado con Tooru, y siempre la respuesta era negativa. El pelinegro podía ver que su amigo estaba perdiendo la paciencia, y él también la estaba perdiendo.

“¿Qué te importa a ti si hablo con él o no?” Reclamó Kageyama, ya harto de las exigencias del más bajo.

“No puedes estar asustado por el resto de tu vida. Solo hazlo.”

“Es decisión mía. Deja de joder.” Vio como Hinata entrecerró los ojos, mirándolo con intensidad en completo silencio por varios segundos hasta que relajó sus facciones.

“Ok.” Kageyama permitió relajarse al oír a su amigo y siguió comiendo su almuerzo concentrado en la comida. Cuando notó que Hinata estaba muy callado, alzó la vista preocupado de haberlo enojado en serio. Lo vio con un rostro serio comiendo con lentitud su almuerzo.

“Emmm… Voy al baño y vuelvo…” Anunció mientras se ponía de pie, esperando que su compañero como siempre le asegurara que cuidaría sus cosas mientras no estuviese. En lugar de eso, el pelinaranja alzó un poco los hombros con su vista aun clavada en su comida.

“¿Y a mí qué?” Dijo en un tono aburrido, haciendo un pequeño puchero. Kageyama terminó lanzando un suspiro y rodando los ojos resignado, para luego irse.

¿Por qué a Hinata le molesta tanto todo este asunto?’ Pensaba mientras caminaba. ‘Ni que fuera él quien estuviese en todo este embrollo…’ Rápidamente, fue al baño, se lavó las manos y volvió al lugar donde estaba almorzando con Hinata. Curiosamente, notó que el rostro del más bajo estaba más relajado de cuando se fue. En realidad, no sabía si le sorprendía mucho… Hinata no era alguien que le gustara guardar rencor en contra de otros, ya que sentía que ‘se envenenaba’, según le comentó alguna vez. Era un alivio, si debía ser sincero, porque realmente no le gustaba que estuviese molesto con él por mucho tiempo. “¿Quieres la mitad de mi pan?” Intentó, como una ofrenda de paz. El otro se rio suavemente y le contestó.

“No, estoy satisfecho. Gracias.” Le dijo con una sobria sonrisa. “Y tranquilo. Estoy seguro de que harás lo que tengas que hacer en su debido momento.”

Tobio no contestó frente al enigmático comentario. Simplemente terminaron de comer y siguieron con su día con normalidad. No fue hasta que después de llegar a su hogar y tocaron a su puerta que se dio cuenta que ese día sería todo menos normal. Cuando partió hacia la entrada de la casa para abrir, se preguntaba quién sería a esa hora, y quedó pasmado al ver de quien se trataba.

“Oi… Oikawa-san…”

“Hola, Tobio.” Pronunció el castaño con algo de timidez.

“¿Qué estás haciendo aquí?” Ante la pregunta del menor, Oikawa frunció el ceño de forma muy marcada.

“¿Cómo ‘qué hago aquí’? me pediste que viniera para que hablemos.” Ahora fue el turno de Kageyama de endurecer sus facciones.

“¿Qué? ¡No!”

“Sí. Me mandaste un mensaje.”

“Yo no te mandé nada.”

“Sí, lo hiciste.” Oikawa dijo, ya perdiendo la paciencia. “¿Quieres que te los muestre acaso?”

Sentimientos rechazados [Oikage]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora