VIAJE A UN LUGAR LLAMADO MEMORIA
Mientras caminaban por el empedrado en dirección a Memoria, la princesa se sintió transportada a otro tiempo
y a otro lugar. A ambos lados del camino había dispuestas unas casas de madera muy singulares cuyos muros
estaban adornados con hiedra salvaje. Estaban separadas por pequeñas y acogedoras parcelas de hierba y
protegidas de la luz del sol por grandes y enormes castaños.
-Todo lo que hay aquí ha sido creado con gran esmero para ayudar a la gente a encontrar la verdad de su
pasado - dijo la bruja-, y estoy segura de que tú también hallarás la tuya.
En primer lugar, se acercaron a lo que parecía un viejo almacén.
-Éste es el negocio familiar de los Olde, - le comunicó la bruja como sí fuera una guía turística.
-¿Qué clase de negocio?, --le preguntó la princesa.
-Artefactos... artefactos antiguos y de gran interés para muchos de los que vienen por aquí.
A continuación, vi eron una casa rústica con un balcón y una gran puerta de roble. La hiedra de la pared de la
entrada había sido podada para dejar al descubierto un cartel en el que se leía: «Posada de Memoria»
¿La gente se queda en Memoria?, -preguntó la princesa, preocupada al pensar que tal vez este viaje iba a
durar más de lo que esperaba.
-Sí, el tiempo necesario.
-¿Cuánto es eso?
-Para algunos, muy poco y para otros, mucho. Sin embargo, los únicos que nos preocupan son los que tienen
pocas ganas de irse ya que necesitan una atención especial porque permanecer anclado en el pasado es algo
muy serio.
Lo que vieron después era, sin lugar a dudas, una casa de muñecas con un cartel colocado en un gran
caballete de madera anunciando la siguiente actuación:
«La Casa de Muñecas, legado de los Olde presenta:
"Títeres del pasado" - Una saga memorable
Protagonizada por: la Princesa Victoria, junto al Rey, a la Reina y al Príncipe. »
La princesa se quedó atónita:
-¡Yo actúo en esta obra!, ¡pero tú me dijiste que iba a ver una función, no que fuera a protagonizarla!
-Es una réplica de la obra original que has estado representando durante toda tu vida. Te explicará lo que fue y
todo lo que es como consecuencia de este pasado. Debemos darnos prisa porque va a comenzar ya.
Pero la princesa se quedó allí mirando al suelo.
-¿Qué te pasa, cariño?, -le preguntó la bruja.
La princesa se estremeció:
-¿Qué pasará si... si descubro... tanto tiempo esperando que si...
-En el país de Es,, no existe el «qué pasará si» y sólo hay lugar para <<lo que es». Pero puede herirte mucho
más si no lo conoces.
-Espero que me guste lo que voy a ver, -dijo la princesa con gran nerviosismo.
Con toda seguridad te gustarán algunas cosas de la verdad y otras te desagradarán, es decir, sentirás amor y
odio al conocerlas. Ahora bien, bueno, malo o indiferente, lo que es, es y no va a cambiar aunque tú no
quieras saber la verdad. Sólo le darás el poder de dirigir tu vida sin que tú puedas intervenir en nada.
-¿Tengo que hacerlo de verdad?, - preguntó la princesa.
-La vida hay que vivirla mirando hacia el futuro, pero sólo se entiende si tenemos en cuenta nuestro pasado.
Llevas mucho tiempo esperando poder comprender la tuya. Ahora bien, la elección depende de ti.
La princesa respiró a fondo y asintió con la cabeza mirando a la bruja que, con delicadeza, tomó su mano y la
condujo hasta el interior de la casa de muñecas.
-Ahora, cariño --dijo la bruja sentándose al lado de la princesa-, hay una cosa más que deberías saber sobre
esta representación tan particular. No sólo vas a ver y a oír sus diálogos sino que también vas a saber lo que la
gente está pensando y sintiendo.
-¿Quieres decir que oiré lo que pasa por sus cabezas?
-Sí y, además, participarás de los sentimientos de su corazón.
La bruja chasqueó los dedos y la casa de muñecas se sumió en la oscuridad.
-¡Que comience la función!, -dijo en voz alta alzando los brazos.
En ese momento, una nube de humo blanco inundó el escenario pero desapareció al instante, dejando al
descubierto un caballete de madera en el que se leía: «Acto 1».
La bruja volvió a chasquear los dedos y una niña de aspecto triste y solitario apareció en el escenario. La
princesa la reconoció en seguida; era igual que el cuadro que colgaba en una de las paredes del salón del
palacio de sus padres. Era la reina de pequeña. La princesa estaba asombrada al poder ver en una obra toda
la vida de su madre y le resultó algo extraño saber todo lo que la reina pensaba y sentía.
Victoria observó con atención las diferentes escenas de la niña mientras crecía. Así, pudo verla con sus padres
y sus amigas, en casa y en el colegio, compartiendo todas sus esperanzas y sus sueños, sus miedos y sus
dudas. Unas veces, la princesa se reía y sentía su misma alegría pero, otras, lloraba y sufría con su dolor. Casi
al término del Acto 1, la princesa comprendió por primera vez por qué la reina había llegado a ser la clase de
mujer, de soberana, de esposa y de madre que era.
Con otro ligero chasquido de la bruja, apareció un nuevo cartel anunciando el Acto 11. Viendo las pericias y
triunfos de un niño, la princesa comprendió al instante que se trataba del rey y vivió con él los días felices y los
amargos, sus preocupaciones, su dolor y su alegría. Poco tiempo necesitó la princesa para entender la clase
de hombre, soberano, marido y padre que era.
En el Acto III apareció la reina llevando en brazos a su princesa recién nacida mientras el rey la miraba con
gran ternura. Las escenas se sucedieron y la princesa revivió muchos momentos de su vida, aunque algunos
fueron tan dolorosos que los observó entre silenciosos sollozos. Algunos pasajes de su vida eran idénticos a
los que ella guardaba en su memoria, otros diferían en algún aspecto y otros más los había olvidado por
completo. Vio a Vicky en todo su esplendor e inocencia pero también en sus momentos más tristes. Al término
del Acto III, la princesa comprendió cómo se había convertido en la mujer, hija y esposa que era.
Victoria pudo tomar un respiro al llegar, por fin, el descanso, pues se sentía demasiado abrumada para
proseguir con la obra. La tristeza se convirtió en rabia aunque ésta no fuera compatible con el Código real de
sentimientos y conducta de princesas que tanto azotaba su mente, debatiéndose entre ambos sentimientos.
Por fin, con la ayuda de la bruja, la princesa dijo gritando que estaba enfadada con sus padres y con todos los
que le habían dicho que no la aceptaban como ella era aunque también estaba enojada consigo misma por
haberles creído. A su vez, se sentía culpable por estar enfadada y, al mismo tiempo, enojada consigo misma
por este sentimiento de culpabilidad. De vez en cuando, la mente se le quedaba en blanco y se olvidaba de lo
que estaba hablando con su interlocutora.
Sin embargo, la bruja le dijo que era muy comprensible que una princesa que se había guiado por el Código
real desde la infancia juzgase lo que sentía, y que no era una tontería que un hijo de la realeza viese cómo el
rey y la reina eran destronados y tratados igual que humildes plebeyos.
-Pero, tal vez, no pudieron evitar lo que me hicieron, dijo la princesa recordando el pasado de sus padres y
sintiéndose más culpable que antes por haberles recriminado el trato que le habían dispensado.
-En verdad, la gente cree obrar de la mejor forma posible con los recursos que tiene en ese momento y con el
dolor que siente -respondió la bruja-. Y sentir compasión por ellos es bueno pues nos abre las puertas para
sentir lo mismo por nosotros. Pero debes saber que lo que te sucedió no estuvo bien y que ninguna razón o argumento podrán nunca justificar todo lo que te subestimaron, obligándote a dudar de tus propios pensamientos y creencias negando, a la vez, lo que sentías. No hiciste nada para ser merecedora de tal
honor.
El dolor, la ira, la culpa y la tristeza se iban apoderando de la princesa como si de un vi olento huracán se
tratase.
-¿De dónde proceden todos estos sentimientos?, - preguntó Victoria.
-Casi siempre los sentimientos humanos tienen un origen común.
La princesa comenzó a llorar sin cesar hasta que, por fin, agotada, se durmió en los brazos de ¡a bruja.
-Despierta, cariño -le dijo la bruja un poco más tarde-, el Acto IV va a comenzar.
La princesa se preparó para soportar lo que sabía que venía después: la infancia de¡ príncipe. Desde el mismo
momento en el que irrumpió en el escenario, se quedó fascinada al ver a ese niño tan pequeño que un día se
convertiría en su príncipe azul. Su ánimo se elevó y sintió los altibajos de su vida, fue testigo de sus retos y
victorias, vivió con él sus conflictos y comprendió que se apoyaba en las bromas para ahuyentar el dolor. La
princesa permaneció inmóvil en su asiento mientras presenciaba las primeras manifestaciones del espíritu
maligno que, más tarde, cambiarían a su querido Doctor Risitas en el horrible Señor Escondido.
Cuando Finalizó el Acto IV, la princesa se quedó mirando fijamente a la bruja y dijo.
-Resulta muy difícil de creer. Siempre pensé que el príncipe real era mi dulce y maravilloso Doctor Risitas y que
el Señor Escondido era sólo el espíritu maligno con el que alguien le había hechizado. No tenía ni idea de que
los dos fueran el verdadero príncipe desde el principio.
-Ésa es la naturaleza del Señor Escondido... y así son los cuentos de hadas que se consideran más reales de
lo que en verdad son.
Luego, con un nuevo chasquido comenzó el Acto V y como marco, la biblioteca de la universidad en la que la
princesa contemplaba los ojos más azules que jamás había visto en su vida. Volvió a sentir la misma emoción
que la primera vez, reviviendo todo el éxtasis y toda la agonía del tiempo al lado de su príncipe. Pero fue en
esta ocasión cuando entendió, por fin, lo que había sucedido y por qué. Aunque sintió un gran alivio al
descubrirlo, no pudo evitar el dolor, la ira, la pena y el vacío de no tenerlo a su lado.
La bruja y la princesa hablaron de ello hasta que ésta por fin dijo gritando:
-Estoy furiosa con el príncipe por haber destruido mi cuento de hadas, por haber traicionado mi amor y mi
confianza.
-Por supuesto que lo estás, cariño -le contestó la bruja compasiva-, y ¿estás enfadada con alguien más?
-Sí, ¡conmigo misma! -gritó al tiempo que agitaba los puños en alto-. Estoy furiosa conmigo misma por dejarle
que me hiciera tanto daño durante todo ese tiempo.
Mientras siguió sintiendo y diciendo todo lo que creyó necesario, su furia fue creciendo hasta que llegó al límite
máximo y fue, poco a poco, desapareciendo, liberando a la princesa de la pesada carga que había estado
llevando durante años. Rememoró las escenas en las que había visto crecer al joven príncipe y comentó:
-Estaba enfadado por muchas cosas antes de que nos conociéramos y descargó su ira sobre mí sin darme
siquiera una oportunidad. Utilizó el amor que sentía por él para herirme y disfrutaba con mi dolor mientras me
convencía a mí misma de que no podía dejarlo.
-La gente se convierte en víctima de víctimas cuando su necesidad de ser amada eclipsa su necesidad de ser
respetada -contestó la bruja-. En suma, todo lo que consigue una persona es lo que ha decidido, ni más ni
menos.
-Quizás se conforman con aquello a lo que están mas acostumbrados,- dijo la princesa recordando todo el
cariño que sentía por el rey y la reina y todo el dolor que conllevaba.
-Eso es cierto. La gente busca lo que conoce, lo que le resulta familiar y más cómodo.
-¿Aunque signifique lucha?
-Sí, sobre todo si es así. Los tiempos cambian, la gente también, pero siguen intentando desesperadamente
hacerlo bien, encontrar una solución y terminar los asuntos pendientes. Por desgracia, casi siempre tratan de
hacerlo de la misma forma con la que fracasaron la primera vez.
La princesa se movió en la silla sintiéndose algo incómoda y preguntó:
-¿Eso es lo que el príncipe estaba haciendo? Dijo que no podía evitar convertirse en el Señor Escondido.
-Tal vez, pero llevar consigo un legado de dolor es siempre una elección... irresponsable, por otra parte. Todo
el mundo es responsable de sus actos y de controlar su propio dolor para que no influya en los demás. Las
puertas de la casa de muñecas legado de los Olde están abiertas para todos,
-¡Ojalá hubiera venido el príncipe aquí hace tiempo!- exclamó la princesa en tono pesimista. Tal vez se habría
comportado mejor y las cosas habrían sido diferentes.
-Es posible, pero la gente tiene mucho miedo de enfrentarse a lo que ve aquí y rechaza hacer lo que debe.
La princesa frunció las cejas:
-¡Qué desgaste!, ¡todos estos años temblando, sintiendo cómo se me encogía el estómago y me oprimía el
pecho, a la vez que me encontraba indefensa, confundida, enferma y cansada!
-Cuando dejas que los juicios de los demás sean más importantes que los tuyos, estás despreciando tu propio
poder.
-Para ti debe de ser muy fácil mantener ese poder, pues el tuyo es inmenso.
-También el tuvo, cariño. Pero como todo poder, se debe reconocer y practicar porque, de lo contrario,
permanece dormido.
La princesa respiró a fondo, intentando relajar la tensión de su cuerpo:
-Si tengo tanto poder, ¿por qué siento que todavía le amo aun después de saber todo lo que sé ahora?
La bruja tomó las temblorosas manos de la princesa entre las suyas y dijo:
-Saber es una cosa y sentir es otra muy distinta. Es posible que tus sentimientos tarden un tiempo en ponerse
al mismo nivel que tu conocimiento pero, sé paciente cariño, ya llegará su momento.
La princesa pensó en todo lo que le había dicho la bruja, ya que eran muchas cosas las que debía recordar.
Luego, una nueva pregunta asaltó la mente de la princesa que sin demora debía encontrar respuesta:
-Le amo con toda mi alma y con todo mi corazón, pero me dijo que no era bastante, ¿por qué?
-Ni diez princesas hubieran podido amarle lo suficiente para satisfacerlo -dijo la bruja-. Con frecuencia, la gente
que no se siente merecedora de amor, como el príncipe, duda del cariño de los demás hacia ella pues cree que
no pueden sentir amor hacia una persona tan indigna como ella.
Las lágrimas comenzaron a resbalar en abundancia por las mejillas de la princesa, sin poder detenerlas por la
angustia e inutilidad de todo ello. Poco después, Vicky con voz temblorosa y ahogada entre sollozos irrumpió
en la mente de Victoria.
-Tenemos que tener cuidado de no inundar la casa de muñecas -dijo-, ya sabes lo que nos pasó la última vez
que nos pusimos a llorar así y que casi nos ahogamos.
-Eso fue antes de que aprendiéramos a nadar -le tranquilizó Victoria-. Es posible que el agua sea profunda,
pero no debemos tener miedo de ahogarnos en ella otra vez.
-Las lecciones bien aprendidas proporcionan una paz inmensa, -dijo la bruja acariciando la cabeza de la
princesa.
-¡Ojalá pudiera sentir paz después de todas las cosas que me han sucedido!
-Puedes.
-¿Cómo?, - preguntó la princesa levantando la cabeza para observar la dulce cara de la bruja.
-Queriendo.
-¿Queriendo qué?
-Continuar trabajando en lo que sientes sobre lo que te ocurrió en el pasado hasta que estos sentimientos
dejen de tener poder sobre ti. Queriendo, esta vez, consolar y tranquilizar a Vicky en vez de echarle la culpa
por todo y, asimismo, con el deseo de perdonarte por ser incapaz de hacerlo mejor de lo que lo hiciste en
aquella ocasión.
La princesa se secó varias veces los ojos con el pañuelo que le ofreció la bruja.
_No entiendo por qué me tuvo que pasar todo esto, --comentó.
-La vida es difícil. Algunas personas entran en la vida de otras dejando una gran huella en su corazón y
consiguen que nunca vuelvan a ser las mismas de antes. Ahora bien, no ser la misma puede ser mejor.
-¿Qué quieres decir con «mejor»?, ¿cómo puede alguien ser mejor después de haber sido herido?
-¿No has conseguido saber más cosas sobre lo que es el amor?, ¿no has aprendido más sobre lo que eres y lo
que no?, ¿no has logrado reunir la fuerza necesaria desde lo más profundo de tu ser sin saber siquiera que la
tenías?
-Supongo que sí, --contestó la princesa.
-En cada relación y en cada experiencia se nos ofrece un don inapreciable. Cuanto antes puedas verlo, antes
serás capaz de superar el dolor.
-Doc me dijo una vez que los retos conllevan el don de conocer la verdad, aunque sigo sin entender por qué
debo sentir dolor para aprender.
_El dolor es mejor maestro que el placer. Piensa en ti misma como en una persona que está entrenándose, y
en tus experiencias como tus lecciones; de estas últimas emana la sabiduría que hace la vida más completa,
más rica... y más fácil.
La princesa movió la cabeza.
-Seguro que es una forma muy difícil de aprender.
-Sí pero así es como la gente aprende mejor. Asimismo, el sufrimiento puede ensanchar tu corazón y dejar más
sitio para el amor y la alegría.
La princesa suspiró:
-¿El amor y la alegría? No sé, después de todo lo que me ha pasado...
-La forma en que viviste el ayer marcó tu hoy y la forma en la que vivas hoy condicionará tu mañana -dijo la
bruja---. Cada día es una nueva oportunidad para ser como quieres ser y para que tu vida sea como tú quieres
que sea. No sigas atrapada en tus viejas creencias por más tiempo pues ya has visto que proceden de otras
personas y de otro tiempo.
La bruja puso las manos en los hombros de la princesa y con su mirada la reconfortó.
-Escucha con atención, cariño, porque lo que te voy a decir ahora es de suma importancia -y la bruja habló en
un tono de voz pausado pero enérgico a la vez-: Los años han pasado y los peligros también, estás a salvo
para ser tú misma.
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La Princesa que Creía en Cuentos de Hadas
FanficCriada por un rey y una reina estrictos e inflexibles, la delicada Victoria crece soñando que algún día será rescatada por un príncipe encantador tal y como ocurre en los cuentos de hadas. Está historia no es mía solo la púbico porque alguien me la...