Zafiro de Mar

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La lluvia caía con fuerza en el Reino Científico, acompañada de los rugidos del viento y los truenos que retumbaban en el cielo. El escenario era desolador y aterrador para muchos, pero Ruri irradiaba una dulzura que arropaba a todos en el laboratorio. Su calidez y ternura tranquilizaban a los niños que temblaban de miedo ante la tormenta, así como a los ancianos que habían encontrado refugio en el laboratorio. Ruri les transmitía la esperanza de buenas noticias, anhelando que el Reino Científico y los guerreros de la Aldea Ishigami hubieran triunfado en su enfrentamiento con el grupo de Tsukasa.

Los pasos apresurados de alguien resonaron cerca de la pequeña construcción improvisada del Reino Científico, donde Ginro, quien supuestamente estaba haciendo guardia afuera, se escondía ahí. Una mano tocó su hombro, y su reacción fue instintiva: cerró los ojos y apuntó temblorosamente su lanza de plata hacia la figura desconocida.

— ¡Por favor, no me hagan daño! Yo... — balbuceó Ginro, temblando de miedo.

— ¡Idiota, soy yo! — exclamó Kinro, aliviando la tensión de su hermano.

— ¡¿Eh?! Her-ma... — Ginro estaba tan emocionado al ver a su hermano que apenas podía hablar— ¡Hermano! ¡Sabía que lo iban a lograr!

Kinro, un poco molesto por la actitud de su hermano, le preguntó por qué no estaba haciendo guardia afuera, pero decidió no profundizar en ello. En cambio, buscaron medicina, ya que Kinro le informó a Ginro sobre la batalla que habían librado.

Los recuerdos oscuros invadieron a Kinro mientras mencionaba el nombre de Hyoga. Recordó cómo el monstruoso enemigo había herido y torturado a sus amigos, especialmente a Magma. La maldad y la violencia de Hyoga dejaron una profunda huella en la mente de Kinro. Ginro, aún sorprendido, escuchaba atentamente mientras Kinro continuaba su relato.

— Al final, Kohaku se enfrentó a Hyoga, pero su enfrentamiento no duró mucho. Casi muere, si no fuera por Senku. Con el escudo de Kohaku, Senku logró protegerla de un ataque devastador de Hyoga, pero resultó gravemente herido y casi inconsciente. Por suerte, Senku tenía un plan B y Chrome logró ahuyentar al enemigo con un gas tóxico. Me apresuré a regresar a la aldea para buscar alguna clase de medicina para Senku y Magma.

Ginro no dijo nada, pero su preocupación se reflejaba en su rostro. La idea de que Senku se hubiera arriesgado por Kohaku lo atemorizaba. Se cuestionaba cuán poderoso debía ser Hyoga para dejar a sus amigos en condiciones tan lamentables.

— Tal vez podamos encontrar algo en el laboratorio — sugirió Kinro.

— Sí, y además Ruri está allí. Vamos a avisarle — respondió Ginro, aún preocupado, mientras se dirigían hacia el laboratorio bajo la intensa lluvia.

En los bosques frondosos

Hyoga avanzaba con paso firme y mirada sombría, sus pensamientos cargados de venganza atormentándolo. La tempestad que azotaba la región parecía reflejar su furia interna, como si el propio cielo llorara por los horrores que se avecinaban.

— Homura, ¿Hiciste lo que te pedí?— pregunto Hyoga. 

— Lamento decirle que no, tengo buenas razones para ello— contesto un poco cansada la peli-rosa.— Cuando llegue a la aldea no habia absolutamente nadie, ellos previeron nuestra llegada.

No respondió y prosiguió su paso, los relámpagos iluminaban el oscuro bosque que estaban envueltos de unas sombrías nubes. Sabía que este no sería el final; estaba decidido a regresar con refuerzos después de invierno, con un plan aún más letal y despiadado.

— Nos volveremos a ver la cara, Senku... —susurró con voz helada, decidido a forjar un futuro en el que su venganza se consumara.

En otro sitio

Ridículamente absurdo el amor [SenKu x Kohaku] o [Senku x Ruri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora