La tiniebla llegó a San Marcos

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Después de tantos años en el pueblo de San Marcos, se podía ver el cambio de estas tierras. El crecimiento de su pueblo y no quedaba nada de los campos desérticos; sobretodo de la más famosa hacienda del lugar, la Tierra de los Reyes.
Contaba con enormes bosques y prados donde los caballos eran soltados para ejercitar por su cuenta dándoles libertad por sus tierras, ya que para esa familia, la crianza de esos animales también implicaba dejarlos libres de vez en cuando con la clara supervisión de sus trabajadores.

Las cuatro haciendas que componían la famosa Tierra de los Reyes, pronto se verían ocultas bajo el velo de las tinieblas; que los tres hermanos creían desaparecidas de sus vidas.

En la hacienda de la familia de Norma y Juan, estaba el hijo mayor atendiendo a unas yeguas que tenían algunos días ya enfermas. Le tocaba hoy las últimas dosis del medicamento.

- Bueno ya tenemos a estas 3 preciosas listas con la última dosis Gregorio, asegúrate que coma bien y esperemos que ya para mañana esten como nuevas - se dispuso a sonreírle y sobaba la yegua para que estuviera tranquila.

- Claro Sr. Juan David nosotros nos encargamos de llevarlas otra vez a los establos - Gregorio y otros trabajadores, llevaron a las yeguas a sus establos, mientras que a lo lejos se empezó a escuchar unas sirenas de policía. Así que Juan David miró como a lo lejos patruyas empezaban a subir por el camino que daba a su casa y eso lo asustó de sobremanera.

Mientras que Juan y Norma habían regresado de su paseo por los predios últimamente tenían mucho trabajo y poco tiempo para ellos; cuando estuvieron a punto de entrar a la hacienda cuando escucharon sirenas de policía a lo lejos.

Norma miro con intriga a Juan y este frunció su mirada y la dirigió al lugar donde provenía los sonidos y de un momento a otro; tres patrullas aparecieron frente a sus ojos y sabían que algo malo estaba ocurriendo.

Al oeste no muy lejos de la hacienda por donde pasa un pequeño arroyo de agua en un puente de madera que está algo viejo y lleno de dibujos pequeños como si fueran garabatos de niños y nombres seguramente de los familiares más jóvenes que crecieron en estas tierras como la nueva generación de Reyes, sentado con sus piernas casi tocando el agua estaba León, uno de los mellizos de Norma y Juan, el más joven con una mirada perdida cuando de pronto su gemelo Eric apareció agitado con una expresión asustada y aliviada porque había encontrado a la persona que estaba buscando.

- ¡León, ay canijo por fín te encuentro, tenemos que irnos de aquí ya! - dijo con respiración entre cortada mientras se agachaba a mirar la cara de su hermano y esperando su respuesta.

- ¡¿Qué?!... de que estas hablando Eric - lo miraba sin entender porque su hermano tenía tantas ganas de irse de su lugar favorito.

- Llegó la policía a nuestra casa, cabrón - decía de manera seria y mirándolo con susto que incluso pudo traspasar ese temor a su gemelo.

- ¡¿Qué!? - se levantó León ahora con una cara de completó terror, sabía que esto podía ocurrir que la policía podría venir por él y su hermano en cualquier momento, porque desde que un desconocido se pasaba llamándole para amenazarlo con decir quiénes fueron los asesinos de un distinguido profesor del antiguo colegio, que desapareció hace tres meses de manera espontánea. Eric y León vivían en una constante penuria por culpa de nuestro acosador anónimo.

Ahora su hermano Eric estaba igual de asustado que él, avisandole que probablemente la persona misteriosa de las llamadas había había llevado a cabo su promesa.

Entre el mar y una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora