Lo siento en las venas

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Don Martín estaba en una gran fiesta como las que tenían sus nietas cuando estaban en pleno apogeo, feliz haciendo chistes con los invitados y admirando a las hermosas mujeres de la fiesta, escucho una voz que hace mucho tiempo no escuchaba. Así que siguió hacia el centro de atracción y vio a Rosario Montés, tan bonita como la recordaba, con sus pasos y sus canciones apasionadas.

Ella le sonrió y saludandola desde el escenario le lanza un beso y este sonriendo se lo devuelve, pero entonces alguien sube al escenario con ella. Era Andrés que muy hermoso con su acordeón y empiezan a cantar juntos y las personas al rededor sonriendo felices con sus melodías.

- ¡Muy bien muchacho sigue tus sueños! - Andrés también le saludaba con cariño y feliz Martín seguía escuchando la música de ellos dos, y a su lado aparece una muchacha una niña muy bonita con un vestido blanco de flores rojas.

Esta le sonríe y Don Martín le pregunta - ¿Quién eres?

Esto solo hace que la niña ría y salga corriendo entre la multitud de la fiesta. Y Don Martín grita para que se detenga pero esta no lo hace y la pierde de vista.

Frustrado Don Martín se voltea porque no escucha ya la música o el alboroto de la fiesta. Esta totalmente solo con Andrés, esta vez era el pequeño que recordaba enamorado de la música y contando todos los sueños que tenía con ella.

- ¿Bisa quién era la niña que se fue?

- No lo sé, mi ruiseñor, no lo sé

Despertando del sueño estaba Dominga su fiel compañera a su lado, sonriéndole - Hola Don Martín que bueno que despierta, la señora Gabriela se fue a una reunión de la familia.

Martín se acomodo un poco en la cama con dificultad y Dominga lo ayuda - Parece que una vez más me deja de lado Gabriela - se escuchaba más cansado que enojado.

Dominga le sonríe tristemente - La señora pidió que no le molestaramos, recuerda que no ha dormido muy bien últimamente.

Martín desecho eso con las manos - Esos son excusas de mi hija... y no soy ningún niño, unas cuantas pesadillas no me matarán

Dominga lo ayuda a vestirse para luego salir un momento a la sala de estar, Don Martín a pesar de ser tan mayor de edad siempre era una persona conversativa y social. Su silencio tenía a Dominga pensativa.

- Don Martín ¿por qué tan callado?

Suspira profundamente - Pensando Dominga, a veces siento que todas esas cosas me quieren decir algo...

- ¿Cosas?

- Mis sueños y mis pesadillas - Don Martín miraba a Dominga entre triste y abrumado y esta solo se acerca y le acaricia los hombros.

- ¿Donde será la reunión, Dominga?

- En la hacienda de Sarita, Don Martín

- Perfecto, puedes prepararme la mesa, me levante desmayado - Dominga asiste y se va a preparar algo para él, en eso Martín agarra el teléfono que había en la mesa y marca un número.

El celular de Andrés suena y este lo conecta a el auto - ¿Hola?

- ¡Hola Andrés mi muchacho! - Don Martín estaba emocionado de escucharlo, después de ese extraño sueño escuchar la voz de su nieto lo tranquilizó.

Entre el mar y una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora