Capítulo 6: Cosquillas y primas

1.6K 175 14
                                    

Las grandes vigas de madera antigua en el techo de la habitación son lo primero que veo nada más abrir los ojos. Se me hace extraño por unos segundos hasta que recuerdo la conversación con Victoria del día anterior y como ella misma me pidió que durmiéramos juntas después de la cena.

Me cuesta un poco incorporarme y dejar atrás las suaves sábanas de seda. Hoy, después de mucho tiempo, he conseguido dormir sin que ninguna pesadilla rondara entre mis sueños.

He de admitirlo, conozco muy bien quien es la culpable de que mis pesadillas ya no estén y es la misma persona que ahora está sentada en un sillón de terciopelo colocado al lado de la ventana con la vista clavada en lo que parece ser un libro.

— Buenos días, Maia — Saluda sin ni siquiera mirarme.

— ¿Cómo? — La pregunta me sale por inercia.

— Tu corazón — Musita mientras deja el libro sobre el suelo de madera para posteriormente incorporarse —. Siempre es tu corazón.

Todavía no se ha cambiado de ropa y, por lo tanto, viste la preciosa bata negra con algunos detalles de encaje en ella.

Está hermosa.

Es hermosa.

Su precioso cabello pelirrojo cae en cascada sobre sus hombros y llega a un poco menos de la altura del pecho.

Todavía no amanece y la luz de la luna se refleja en sus mechones anaranjados, dándole aires de princesa de cuento de hadas. Aunque dudo que ella misma se identifique de esa manera.

— ¿Llevas mucho tiempo despierta?

Sé que no suele dormir mucho. Cuando vivíamos en el castillo de Hilaria, Victoria era la primera en estar fuera entrenando a sus soldados.

Con todo lo que está pasando, que ella se culpe por lo que le pasó a Hilaria y a los suyos... Tal vez, tan siquiera, cierra sus ojos y los deja descansar por unas pocas horas, mientras que sus pensamientos internos luchan entre ellos, encontrando así una manera de poder encontrar a su amada.

"Hilaria Relish, ¿dónde estás?"

— ¿Has descansado bien? No has tenido ninguna pesadilla, ¿verdad? — He ahí mi respuesta, ha hecho caso omiso a mi pregunta.

Me dedico a mirarla por unos segundos.

Todo.

Me dedico a mirar todo de ella: sus gestos, su vestimenta, su hermosa y pálida piel.

El cómo mueve sus caderas hasta quedar sentada a mi lado, el cómo deja un mechón de pelo detrás de la oreja para poder mirarme mejor, el como me regala una sonrisa más que de cuento.

— Ninguna pesadilla. He dormido muy bien — Me estiro bien sobre la cama y me permito cerrar los ojos, imprimiendo en mis memorias su imagen.

Su preciosa imagen.

Sé que ayer se hablaron sobre muchas cosas y muchas otras se dijeron con tan solo la conexión de nuestra mirada. Y por eso mismo sé que Victoria Fersi no puede evitar hacerme sentir bien, pero yo quiero lo mismo para ella y eso solo puede empezar con una cosa: la sinceridad.

— ¿Puedo preguntarte una cosa y que tú me contestes de lo más honestamente posible?

— Adelante — Su voz sale ronca, tanto que me da un pequeño escalofrío...

Me incorporo, sentándose hacia su dirección para conectar nuestras miradas. Lo hacemos al segundo y el océano de sus ojos me enloquece.

— ¿Has logrado descansar algo en todo este tiempo? — Mi pregunta no la toma por sorpresa o, por lo menos, ella quiere aparentar eso.

Hematófaga: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora