Capítulo 14: No eres mala

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— ¿Me lo puedes explicar más detalladamente? Porque parece que me estés contando un cuento en chino.

Thomas se coloca el pelo hacia atrás con desesperación. Llevo intentado explicarle todo desde que nos hemos sentado a desayunar, es decir, hace más o menos dos horas.

— ¿En resumen?

— En lo que tú quieras, pero que lo entienda — Me mira con angustia. La misma que tuve ayer cuando me enteré de todo.

— Camille y Alphonse...

— ¿Los dos hermanos psicópatas que querían hacerse dueños del mundo?

De solo oírlo, un escalofrío me recorre de la cabeza a los pies y el nudo que tengo desde ayer en el estomago se hace más y más grande.

— Exacto. Cuando secuestraron a Hilaria para que su familia y la de Victoria los siguiera en el dominio del mundo, Alphonse hizo que olvidase todo lo que había vivido con ellos y activó algo en su cabeza para que cuando le hicieran recordar, dañara a Victoria.

— ¿Cómo es eso posible? — Entrecierra los ojos, intentado buscar una respuesta coherente, pero la verdad es que no hay ninguna.

— El poder de Alphonse es manipular la mente — Musito cohibida entre una silla el gran comedor.

— Y lo han vuelto a hacer, ¿verdad?

Me coge de la mano y la aprieta con fuerza para que sepa que está conmigo.

Es demasiado duro. Ni siquiera sé como Victoria fue capaz de superarlo...

— Ahora ha hecho que se haga daño a sí misma si vuelve a recordar.

— ¿Pero entonces por qué te atacó en la mina?

Dios... Ahora lo sé. Ahora lo comprendo. Era imposible que Victoria rechazase a Hilaria porque si. Sacrificó a ambas por un bien mucho más grande e Hilaria es incapaz de recordarlo.

Le hizo creer a Hilaria que no quería tener nada con ella cuando le amaba porque sabía que en algún punto todo acabaría en una muerte segura y su amada nunca se lo podría perdonar.

Como si hubiera visto un fantasma, giro la cabeza hacia Victoria, quien no ha dicho nada desde que nos hemos sentado. Y su mirada me lo dice todo.

Sabe que ahora lo sé.

Aprieta sus labios y una ligera capa blanca los cubre de tanta fuerza que ejerce. Se me escapa una lágrima, luego dos y luego tres. Hasta ser incapaz de contarlas y ser incapaz de hacer algún ruido por culpa del enorme nudo que se acaba de formar en mi garganta.

Ella levanta los hombros ligeramente para que nadie más se de cuenta y ladea la cabeza hacia un lado.

No, me niego a que le reste importancia a algo tan doloroso como lo es alejarse de la persona que más amas por miedo a que le pueda pasar algo. Porque conozco a Victoria y apuesto lo que sea a que le daría igual morir entre las manos de Hilaria, sino que lo que más le dolería sería que su asesina se diera cuando de lo que habría hecho y que eso posiblemente acabaría con ella.

Nadie lo sabe, ni siquiera Hilaria.

Hizo creer a todo el mundo que rechazaba a Hilaria por sus meros gustos, porque le daba gana.

Hizo creer a todo el mundo que era una egoísta sin sentimientos y que era la mala de la historia.

Se sacrificó para que su compañera pudiera vivir en paz.

— Porque no consiguieron que volviera a la realidad y el poder de Alphonse lleva desde entonces en ella.

Thomas se queda un poco confundido cuando es Folke el que le contesta.

— Porque eliminaron todos los recuerdos que tenía de mí y no comprende porque soy su compañera, así que empieza a pensar y a pensar, y llega a la conclusión de que algo no está bien en ella.

— Y se activa lo que mierdas debió hacer Alphonse en ella.

Termina por mí porque yo soy incapaz de repetirlo. Ya me partió el alma al decirlo una vez y al oírlo tropecientas veces después.

Ya basta.

— Tengo que entrenar — Menciona Folke después de unos minutos en un amortiguador silencio —. ¿Me acompañas, Thomas?

Thomas, aun con la duda en el cuerpo de por qué Folke está actuando de esta forma, le sigue segundos después por hacia la puerta de salida. Tal vez debería saber la historia completa de su compañero de batalla.

— Hice lo que tuve que hacer — Susurra mientras se levanta de su silla, ni siquiera se atreve a mirarme.

— Victoria...

Juega con una copa vacía que hay en la mesa, le da vueltas con más lentitud hasta que la copa termina por caer sobre el mantel, un pequeño riachuelo de sangre cae y lo mancha todo a su paso.

Paso a paso me voy acercando a ella. Tengo miedo de que se dé la vuelta y vuelva a su coraza, pero no lo hace; se queda quieta y cabizbaja.

— Por favor, mírame.

Estoy a su lado y necesito que lo sepa. Necesito que sepa que la entiendo.

— Victoria.

— No quiero compasión, Maia.

Sube la cabeza y sus ojos me encuentran. Juro que veo miedo y furia en sus ojos, ambos sentimientos a la vez.

— Y no te la daré, solo quiero que sepas que estoy y estaré aquí. Se porque lo hiciste, Victoria y por muy difícil que te cueste admitirlo tu no eres la villana de la historia — Aproximo con lentitud la mano a su mejilla, rápidamente ladea la cabeza ante mi toque y cierra los ojos —. Hiciste lo que tuviste que hacer para ayudar a la persona que amas.

Me toma por sorpresa cuando me rodea con sus brazos y termina nuestra distancia. Esconde su rostro en mi cuello y me aprieta contra su cuerpo con fuerza.

— Sé que lo harías de nuevo — Se tensa de inmediato y está a punto de apartarse cuando me aferro yo esta vez a ella —. Y juro que aunque te tenga que obligar, jamás dejaré que te vuelvas a alejar de Hilaria. Encontraremos la forma de hacer que vuelva a ser la misma de siempre, aunque eso signifique que te eche la bronca por no lavar las armas o por que quieras leer hasta la madrugada y no apagues la lamparita de la habitación — Una pequeña risa llena la estancia, es lo mejor que he oído en mucho tiempo —. Juro que acabaremos con ellos, cueste lo que cueste.

"Cueste lo que cueste".

Hematófaga: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora