Capítulo 10: Ser humana

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Es un hecho, Hilaria Relish quiere verme muerta.

Hilaria Relish...

Ella.

Se me hace imposible no pensar en las aberraciones que esos animales muy posiblemente le hicieran en esas minas para que ahora mismo la persona que decía amarme, quiera matarme.

"Esa foto..."

Sus gritos, sus amenazas... Nada de eso acabó hasta que, dos días después de su llegada, la metieron en el sótano de la casa con casi diez litros de sangre para que saciara su propia hambre. Ni siquiera Victoria, a quien venera, logró calmarla.

"Su sangre, quiero su sangre".

Una y otra y otra vez.

Sus gritos han logrado permanecer en mi cabeza como si alguien me estuviera taladrando el cerebro. Como si tuviera una estaca de madera clavada entre ambos hemisferios.

Han pasado dos meses... y a mi me ha parecido una completa y tortuosa eternidad.

Desde ese entonces; cada día, a las mismas horas es Victoria quien baja al sótano con innumerables litros de sangre para que Hilaria se alimente. Desconozco el origen de esa sangre, pero sé muy bien gracias a las quejas de los soldados que los animales de la zona están desapareciendo. Pero ellos mismos serían los primeros que saldrían a por ellos si Victoria no estuviera. Todo para que su "reina" mejorase.

Esas angustiosas horas... Cuando Victoria desaparece con una sonrisa de esperanza y vuelve a aparecer con una mueca de pena en su hermoso rostro. Es algo criminal.

No me he atrevido a bajar a ese horrible sitio. Por miedo tal vez a lo que Hilaria diga lo que tenga que decir sobre mi... O por, simplemente, miedo a ver a una Hilaria Relish muy distinta a la que solía ser.

Soy una cobarde.

No paro de repetirlo.

En cada momento del día, mis pies llegan inconscientemente a esa puerta de metal frío y casi dañino a la piel, y cada vez que eso pasa, los gritos llegan de nuevo y recubren las paredes de la casa. Durante las semanas que permanecí en esta casa ni siquiera le di importancia a la estancia que se escondía bajo mis pies y ahora es un completo quebradero de cabeza.

Es como si me sintiera.

Como si sintiera mis intenciones.

Quiero verla. Por supuesto que quiero verla.

"Quiero verte, Hilaria. Y quiero que vuelvas a llamarme Europea y no escoria".

"Europea... Al menos eso".

— ¿Me estás escuchando?

Es como si volviese a la realidad de una patada cuando Hilaria Relish es arrebatada de mis pensamientos. Como si el pitido que me proporcionan sus gritos, acabase y me dejara en un mar de calma. Pero dura poco, lamentablemente ese sentimiento dura muy poco.

— Perdona, Lucy. ¿Qué decías?

— Es hora de cenar.

Su voz es tan errática desde el mismo momento que Hilaria intentó atacarme a las afueras de esa mina. Tan dolida. Lucy Archer es incapaz de pensar que su amiga de toda la vida se haya podido convertir en lo que se esconde tras las paredes de ese sótano.

"También es la de ella". Recuerdo de inmediato, puede ser la hora de cenar, pero también es la hora en la que Victoria desciende por esos escalones.

— Ahora iré, me gustaría disfrutar un poco más del sol.

Un sol que apenas ha desaparecido hace unos segundos por el horizonte.

Hematófaga: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora