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Despertando de aquella noche, acaricio su rostro sintiendo una gran molestia en su cabeza.
Su cabeza, dolía mucho.

Abriendo los ojos por completo, vio el desastre que era la habitación, tan repugnante.
Pudo ver su reflejo gracias a un espejo, se veía fatal.

El pelo completamente despeinado, unas ojeras enormes que su palidez no podía ocultar.
Y el hecho que habían algunos chupones en su cuello, le hacía tener escalofríos por todo el cuerpo, recordando la noche anterior dónde el pilar del agua se aprovechó de ella.

"No.. Yo lo acepte, yo si quise hacerlo.. Lo hice por el nada más.." Pensó, intentando no echarle la culpa al azabache.

Levantándose del suelo, el dolor de caderas que sufría en ese momento era insoportable.
Vistiendo se con la ropa que se suponía que usaria de pijama, salió de su habitación en busca de una de las niñas.

Caminando por los pasillos, veía que en cada uno por lo menos había un cazador herido, recuperado o en situación crítica.

Pero en ninguna de ellas estaba Kanao o Aoi.

Hasta que se cruzó con una de las niñas, que está rápidamente se asustó por la apariencia de la albina.

—¿¡S-Señorita Shinazugawa?!, ¿¡Qué le pasó?!—Con lagrimitas en los ojos, tapó su boca asustada.

—Tranquila Sumi, e-estoy bien.—Sonrió falsamente, agachándose a la altura de la menor, acaricio con ternura su cabeza.— No te preocupes por eso, ¿Si?

—P-Pero.. ¿Que le paso en el cuello?, ¡E-esta morado!, ¡La señorita Kanao debe de saber esto!—Apunto de irse corriendo, Sanemi la agarro del brazo impidiéndole moverse.

—¡No lo hagas por favor!—Gritó, pero rápidamente tapo su boca.— Por favor no lo hagas.

Acercándose a la menor, puso sus manos en ambos hombros.—No le digas nada.. ¿Si? Estoy bien, solo fue un pequeño golpe.. No es nada.

—¿S-segura?, ¿Y si es algo realmente malo?—Sanemi puso su dedo índice en los labios de la menor callando sus palabras.

—Shh.. Estoy bien, ¿Si, Creeme.—Despeinando los pelos de la menor, se levantó y le guiño el ojo.

Sumi rápidamente asintió y se fue del lugar saludando a la mayor.

Ella confiaba en que la niña no dijera nada, no quería preocupar a Kanao, ella estaba ocupada atendiendo y haciendo misiones. Así que decidió tapar su cuello.

Buscando entre su ropa, encontró una linda bufanda roja, así que sin pensarlo se la puso tapando por completo su cuello.
Se la paso casi todo el día en su habitación, realmente no tenía mucha hambre, no podía concentrarse en sus actividades.

Cada que recordaba eso, unos escalofríos recorrían su cuerpo, su mente estuvo en blanco todo el día, se sentía sucia.

Tan sucia consigo misma, pero ella lo hacía para servir en algo, para servirle a Tomioka, ya que el más de una vez le salvó la vida.

Tan sucia consigo misma, pero ella lo hacía para servir en algo, para servirle a Tomioka, ya que el más de una vez le salvó la vida

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