- Ale estara bien, ¿verdad? -

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Roberta estaba en la sala de espera del hospital. Aferrándose al conejo de peluche que le pertenecía a su hermana. Sus ojos estaban llenos de lagrimas, era muy pequeña, pero nunca fue tonta.
Ella contestó el teléfono, fue la primera en oír la noticia. Fue la primera que se entero. Su madre estaba cerca, en el Lobby gritándoles a los enfermeros y los doctores. Roberta tenía ganas de vomitar, veía a tanta gente entre y salir corriendo preocupados del cuarto de hospital con el nombre de Alessia. Su padre no estaba por ninguna lado. Eso tal vez era lo mejor, por que si estuviera ahí ella explotaría totalmente.
Se supone que los padres siempre buscan lo mejor para sus hijos. No los de ella. Las mellizas Pardo no tenían padres que buscaban lo mejor para ellas. Nunca, para nada. Roberta quería gritar, gritarle a la mujer loca que exigía un reporte de su hija y decirle que todo era su culpa. Gritarle a su progenitor y decirle que el no era padre de ninguna de ellas, que era un monstruo con acento español que Alessia heredo.
Quería gritarle al mundo que las dejara en paz, quería gritarle a Alessia que ella lo sentía, que se sentía culpable y que no dejaría que nada le haga daño de nuevo.

Solo quería desahogarse. Vio al conejito de peluche, con un moño rojo en la oreja que se había roto por tantos abrazos. Sus lagrimas amargas lo mancharon. Cerro los ojos abrazándolo imaginándose que era su hermana, que el algodón blanco era el cabello oscuro y sedoso de Alessia, que el olor a jabón para lavar era un dulce olor a margaritas. Y que su nariz de plástico era en realidad la sonrisa más grande y linda que pudo haber visto. Los opuesto se atraen, así es como lo había visto Roberta, su hermana era lo opuesto a ella. Obediente, tímida, amable, no es que Roberta no lo fuera, ella siempre fue el fuego entre ellas. Se complementaban eran do piezas de un rompecabezas que eran de dos mundos diferentes que por una gran suerte y casualidad combinan a la perfección.

Roberta se preguntó entre lagrimas como serían las cosas, que tanto la cambiaría. La verdad es que no le importaba si Alessia cambia o no, ella sabía que eso era algo inevitable luego de que sus padre la hayan roto. Solo le importaba que ella sobreviviera, y que en el algún futuro ella siga siendo su hermana. El dolor rompe a las personas, estaba rompiendo a Roberta, y ya había roto a su hermana. Un mano en su hombro hizo que subiera sus ojos oscuros como la noche para ver a Pepa, la mejor amiga de su madre y como un tía para las niñas.

— Ale estará bien, ¿verdad? — Pregunto con esperanza. Pero Pepa no respondió, tal vez por la adulta no lo sabía, o por que los doctores no le dieron tiempo.

Muchas palabras, ninguna respuesta clara. Roberta estaba a punto de golpear a la mujer canosa frente a ella y exigirle que vaya allá adentro y que salve a su hermana. Hablo mucho, eso lo recordaba tan claro como la luz del día. Pero no entendió nada al fin. No le dijo lo que ella deseaba con todas sus fuerzas escuchar. No escucho ese; "Estará bien, solo mucho reposo". No se lo dijeron.
Los minutos pasaban a ser horas, de horas a días, de días a semanas, de semanas a cinco meses antes de que Alessia despertar al fin. Cada segundo fue un maldito infierno.
Ella al igual que fue la primera en enterarse de la noticia fue la primera en verla. Su madre estaba en algún evento que podría impulsar su carrera. Necesitaban el dinero. Y con la noticia que la pequeña niña de Alma Rey había sufrido un accidente ahora su madre era una demanda.
¿Por que la gente se aprovecha de ese infierno para hacerse más famosa? Odio a su madre por dejarlas sola, había cambiado. Actuaba como si nada pasara. Roberta no podía mencionar el nombre de Alessia sin que Alma empezara una discusión.
No la llevaba al hospital, tenía que rogarle a Pepa, Boris, incluso a sus maestros de que la llevaran a ver a sus hermanas.
En el colegio era un problema, pero había unas pocas maestras que le tenían paciencia, esas eran las que llevaban a Roberta todas las tardes a ver a su hermana.

— Ro... — La voz de su hermana estaba rota. Los doctores mencionaron algo sobre sus cuerdas vocales. Pero estaba mejor de lo que Roberta temía.
Después de cinco meses de emociones embotelladas, Roberta dejar irlo todo. Grito lo más fuerte que pudo, con la voz hecha añicos por el alivio y la felicidad. Tomo un par de minutos antes de que los doctores llegaran. Y Roberta ya estaba ronca, pero siguió gritando, no paro hasta que su madre llego. Y incluso después siguió gritando.

Sollozo entre las sabanas del cuarto del hospital cuando al fin la dejaron con su hermana. No la tocaba. Su madre la había herido mucho. Alessia ya le había contado que le dolía cada vez que la tocaban. Roberta fue la única que respeto eso. No la toco. Se acosto junto a ella sin tocarla. Ningún contacto físico, le contó historias, le leyó libros, le puso películas. Le dio de comer e hizo todo por ella. No se movía de su lado, por que la ultima vez que la alejaron de ella todo se había ido al mismísimo infierno.

Alessia estaba rota, perdió a su madre al igual que se perdió a si misma en esa tormenta de fuego, balas, sangre, vidrios rotos y dolor. Pero no perdió a su melliza. Roberta fue la única razón por la que ella seguía luchando.
Fue su voz la que la despertó de su tortuoso sueño. Siguió los protocolos por ella. Y todos los siguientes ocho meses de dolor los supero por ella.

Tal vez Alessia fue la que murió en ese lugar, o al menos la Alessia vieja, pero fueron ambas las que perdieron. Oh el dolor, es algo tan poderoso que rompe naciones enteras. El dolor mismo fue el que destrozo la casa donde alguna vez hubo amor. O tal vez eso también fue una mentira que ninguna de las hermanas noto. Qué tal vez que eso lo que les daba Alma nunca fue amor. Quizá Alma Rey solo se sentía sola y las usaba como su juguetes.
La verdad es que ninguna lo sabía, ya no más. Alma Rey era el nombre de la mujer que las destruyó a ambas. Y nunca la perdonarían. Así que el día de su cumpleaños, ambas hicieron un pacto. Cuando el mundo les diera las espalda, cuando todos las dejaran solas, cuando todo se fuera por el caño las hermana Pardo se pararían como guerreras. Peleando con los demonios de la otra para la protección de la otra. No se lo dijeron a nadie, era un secreto que nunca las dejaría. Es algo que se llevarían a la tumba. Ese era su juramento. Y ninguna lo rompería.
Habían personas que hacían pactos de sangre. A ambas le parecía demasiado dramático, no le gustaba lo dramático ni lo exagerado. Tenían suficiente con la madre que tenían.

En cambio, hicieron un juramento del corazón. Uno que no podría romperse con nada. Con una mano en el corazón se juraron siempre estar para la otra. Y lo han cumplido desde ese segundo.
Lo hacían antes del juramento también. Creo que eso era lo significaba tenerse solo la una a la otra. Siempre fueron Roberta y Alessia contra el mundo. Y siempre lo serían.
Nacieron como dos niñas inocentes sin merecerse ningún mal. Pero la vida les tenía otros planes. Demasiado dolor para un ser humano. Y ellas se levantaban como si nada y seguían peleando, por que no les quedaba de otra. Era eso o dejarse morir, y ellas eran demasiados orgullosas para dejarse morir así de fácil.

No importaba que Alessia haría cualquier cosa por su hermana. No importara que. Alessia tomaría una bala por su hermana mayor en cualquier momento si es necesario, haría cualquier cosa por su hermana por que ella la salvo.

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Ay mi dios. LOS EXTRAÑABA. ¿Alguien más esta por época de exámenes? Yo si, y la verdad es que mi estabilidad emocional esta muy mal. Se que no he publicado en bastante. Perdón, intentare publicar más. Pero con mi paz mental de vacaciones y mis profesores dañando mi estabilidad emocional no se como voy acabar. Como sea, me enferme y mi mami me dejo quedarme en la casa, así que les edite este capitulo que quería publicar desde hace tiempo. Como sea, espero lo disfruten, otra cosa llore con toda mi alma escribiéndolo. Voy a estar publicando unos Edith de Roberta y Alessia en mi Insta, como sea me voy a ir a comer los amo mis bellos lectores.
— Psycho ツ❦
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BEAUTY IN REBELLION , bustamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora