- El juego. -

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    Alessia quería venganza

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    Alessia quería venganza. Por alguna razón, no le bastaba con saber que habían resuelto el problema de la billetera perdida de Mateo Bustamante, estaba muy molesta. La ira empezaba a acumularse dentro de su pecho y empezaba a hervirle la sangre, aveces de verdad odiaba sus cambios tan drásticos de ánimo. Hace pocos minutos, estaba saltando con Roberta porque no tendría que irse.

¿Ahora?

Ahora planeaba matar a Mateo, de la manera más cruel que pudiera pensar.

Era una adolescente de dieciséis años, y aún así parecía un pequeña psicópata. Necesitaba un cigarro, o quizás era hora de llamar al farmacéutico y finalmente ir por sus medicamentos. Habían estado esperando por ella ahí durante un par de meses, un par de meses.

O quizás no. Quizás solo fue un mes, incluso menos, no le gustaba recurrir a esas pastillas que le medicaban desde que era niña. Las mismas que Alma le obligaba tomar pero que odiaba, jugaban con su mente y la hacían volver y parecer una loca. Debía de estar en un manicomio, pronto, antes de que perdiera completamente su cordura y terminara por todas las portadas de los periódicos.

Destruiría a Alma, a Roberta, incluso también a su vida, y solo por sus problemas mentales.

Respiro profundo, se acomodo la falda y se sentó en la silla del director, subiendo las piernas y dejándolas caer en el escritorio.

Debía calmarse, no tomaría esas pastillas hasta que fuera estrictamente necesario —y si podía evitarlo—, entonces iría directamente al doctor. Y le importaría un carajo lo que Alma pensara, no estaba bien, apenas empezaban las clases. Le preocupaba pensar como terminaría si le salían con otro jueguito de estos.

—Ah, por cierto —menciono Alessia, rebuscando algo en el bolsillo de su saco—. No sabía dónde dejártelo, pero aquí tienes.

Roberta la miro, confundida, extendió su mano para tomar la pequeña bolsita de terciopelo y la abrió. Un pequeño anillo, muy del estilo de Roberta, grueso y bello. Era de plata, y tenía un zafiro en el centro.

—¿Como lo conseguiste? —chillo, feliz y emocionada, se acerco a ella para depositarle un beso en la frente mientras se lo ponía.

—Tengo mis contactos, Ro —menciono Alessia, con una sonrisa de lado—. Y par de trucos bajo la manga, resulta que algunas cosas se pueden hacer en esta cárcel de oro sin que nadie lo vea.

Roberta vio su anillo con emoción, le quedaba perfecto. Alessia siempre sabía que le gustaba a Roberta sin que ella tuviera que verlo, la conocía mejor que nadie, era una obviedad que su melliza sabía que era de su agrado.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2023 ⏰

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BEAUTY IN REBELLION , bustamanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora