영 | OO ─ Emus Maximus

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¿Escuchaste de la última hija de los Park? ¿Jihyo?

Eun Woo, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

Ohh, Sehun, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Jihyo me trae fascinado.

No eres el único.

Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

— A ver si mueves tu culo de la máquina, pelirrojo estúpido.

Ambos jóvenes miraron a la joven rubia, piel algo pálida y labios finos.

Los dos chicos hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquella chica.

Eun Woo rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyado, tomando la mano de Sehun, los dos betas se fueron, caminando apresuradamente por el pasillo del edificio de la universidad.

Jeongyeon por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de los dos chicos.

En verdad, ella había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Park Jihyo; siendo una joven omega, ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecisiete años era una cambiaformas; pasando de ser una señorita enana a una loba blanca.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood.

Claro que Jeongyeon tenía tanto interés en ese tema como lo que le importaba hablarle bien al estúpido de Eun Woo.

Un menos diez porciento, para ser más exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde se dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de su biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de dieciocho años que sabía de las siestas de Jeongyeon, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba a la chica sólo cuando una profesora o la misma directora entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, la rubia dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingirá leer.

— Buenas tardes — Saludo Jeongyeon a la rubia tras el largo escritorio.

Ella podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba en toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer una.

— Hola, Yoo.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Jeongyeon nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

Delta | JeongHyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora