삼 | O3 ─ Golden Girl

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La muchacha rubia de miraba en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Park Jihyo, la omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, la chica era una cambiaformas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia de la omega buscaban a la mejor alfa para su hija, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nazcan con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como esa tal Park Jihyo podía hacer.

Y ella era una de las candidatas principales, familia de magnates, heredera de una fortuna, hija única y perfecta, apodada la Golden Girl por todas sus cualidades.

Pero a Chou Tzuyu le importaba tres pepinos que tan fabulosa pintaran a esa omega.

Porque esa desconocida no era quien ella quería para su compromiso.

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo hasta quedar perfecta, y se coloco una sonrisa rompecorazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver a la chica pelinegra, parada en el umbral de la puerta, la beta la miraba con súplica.

Había discutido con Hirai Momo en cuanto se enteró que le presentarían a una omega, exigiendo que se revelará contra sus padres, ya que ella no quería ese arreglo.

Ya lo habían discutido muchas veces. Ya que ambas debían tener que mantener su relación en secreto.

La familia de Tzuyu no dejaría que su linaje se perdiera si la última descendiente elegía a una beta; su familia no funcionaba así, ellos eran alfas y omegas, no había lugar para algo como Momo.

Para el mundo, ellas eran amigas; pero a solas ellas eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Tzuyu se destrozaba cada vez un poco más.

No habían hablado desde hacia unos días, cuando la mamá de Tzuyu había aparecido en la casa de su hija para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que cruzaban, Momo tenía esa misma expresión de "Por favor, no lo hagas" en el rostro.

Tzuyu suspiró, se acercó a Momo con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros del rostro de la pelinegra.

— Por favor, no sigamos así — Pidió la rubia, mirando a los ojos de la pelinegra, aunque ella tenía la vista en el suelo.

Momo no contestó, y Tzuyu se desesperó un poco, tomando el rostro de la beta.

— Bebé, mírame — Exigió, pero no tuvo respuesta. Apretando los dientes con fuerza, sintió sus caninos siendo apretados y su voz salió de lo más profundo de su pecho — Momo, mírame.

La menor reaccionó automáticamente con la voz de alfa de Tzuyu, la rubia sintió cómo un balde de agua fría caía sobre ella al ver los ojos de la beta a punto de estallar en lágrimas.

Apoyando su frente en la de Momo, suspiró para calmarse.

La menor sintió un cosquilleo cuando el aliento de Tzuyu chocó contra sus labios.

— Lo siento, lo siento — Se disculpó la mayor — No te gusta que use mi voz de alfa, lo sé... Es que... Estoy demasiado estresada, Mo.

La menor asintió.

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