Habia llegado a ese mundo desconociendo todo sobre el. un mundo que lo necesitaba.
quackity había sido enviado por los dioses ¿pero como alguien tan desastroso podia ser enviado por ellos? ¿alguien que incluso, a como recordaba, era rechazado como...
rubius salió de la mazmorras agitado, con la espada de diamantes casi rota, con heridas en su cuerpo y sucio. el sol de la mañana estaba apareciendo recién y aunque a muchos el amanecer era lo mas hermoso que podían ver, el no se sentía con el humor de siquiera sonreír.
miro su inventario. diamantes, esmeraldas, manzanas doradas, oro, pociones. era nada de lo que necesitaba en ese momento. saco un frasco de poción, el que había adquirido en esa mazmorra, notando que era similar a todos los frasco que había encontrado. apretó el frasco y lo arrojo al suelo, dejando que la tierra absorbiera aquella poción.
-menuda mierda
gruño enfadado. se toco el costado. había una herida que atender. comió una de las manzanas doradas, terminando completamente curado, pero no limpio. era un desastre si lo veías, incluso aquel cabello estaba creciendo mas, dejando sus raíces castañas mas a la vista.
camino fastidiado, cansado. luego se detuvo al ver un pequeño grupo de flores y entre ellos había un girasol. luego, se puso en cuclillas mirando aquel girasol que estaba mirando hacia abajo. se sentía igual de cansado que esa flor. suspiro tocándolo con un dedo, preguntándose si debía regresar ya al pueblo luego de una noche de exploración sin resultados. el artefacto que le había pedido a vegetta no había funcionado.
sintió los rayos del sol que asomaban por las sombras de los arboles y después su vista fue al girasol que poco a poco fue alzándose hasta mirar al sol lentamente pero con orgullo.
sonrió encantado por aquello que había visto. luego sintió los rayos nuevamente en su rostro, refrescándole, dándole energía como se la daba a ese girasol.
entrecerró sus ojos, la energía que le estaba dando el sol era la misma que sentía cada vez que miraba o escuchaba a quackity. y recordar su risa a través del teléfono de la noche anterior, antes de cambiarse y entrar a la mazmorra, le hizo sentir una oleada en su corazón.
quackity y vegetta eran diferentes uno del otro, pero le estaban causando la misma emoción.
quackity... su patito... ¿Qué provocaba el menor en el?
incluso recordó que se había atrevido a enviarle una foto el día anterior con su traje de maid luego de irse de casa de vegetta, arriesgándose a una burla del menor. pero lo único que recibió, para su llameante emoción, fue un dulce alago.
incluso las ganas de querer tener sexo con vegetta se habían ido y había decidido irse porque la cara de quackity, pálido, se le venia a la cabeza.
acaricio los pétalos del girasol, sintiéndolos tan suaves como los cabellos de quackity. ahí estaba esa flor solitaria entre distintas plantas, tomando la energía del sol y alzándose como si le sonriera a la vida.
de alguna manera, aquel girasol, tan bonito y solitario, le recordaba a quackity. el patito negro siempre le daba esa aura, de alguien que había estado solo durante toda su vida; así como el.
entrecerró sus ojos esmeralda, recordando la dulce sonrisa que siempre le daba.
no.
el girasol era el y el sol era la sonrisa de quackity...
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