El Patito Feo

epilogo

primavera

las flores de cerezo de aquella casa blanca abandonada estaban en su completa belleza. el aroma y los pétalos de cerezo eran transportados por el viento de karmaland

Vegetta miraba todo desde la ventana en su castillo. al lado de el estaba Willy, quien estaba leyendo un libro con calma. el peliblanco se percato de la vista perdida  de su esposo hacia la parte baja de karmaland y tomo su mano suavemente.

el azabache que tenia una ligera barba y bigote giro su vista al albino y sonrió muy apenas.

los habitantes de karmaland veían esperanzados como aquellas personas que entraban a la pancarta ahí en el pueblo, salían completamente curados. desconocían que clase de pasión mágica habrían logrado conseguir el hechicero nocturno y el alcalde.

si eras un enfermo, sea tu estado que sea, serias curado. si la plaga habia llegado a tus pulmones, si estaban inconciente del dolor, incluso si estabas agonizando, serias curado.

dentro de la pancarta te registraban, te acomodaban y te colocaban frente a ti un cuenco de madera con un brebaje que olia delicioso. era como una sopa, donde habia una tableta pequeñita, tan pequeña como una semilla de girasol. al comerla, sentias que el apetito volvia a ti, que los pulmones se regeneraban, que tu sangre volvia a ti y que tu piel se volvia otra vez suave.

estabas curado.

salías contento, mirando a la distancia a aquel alcalde que tras hallar la cura se veía mas relajado, incluso karmaland lucia mucho mas feliz que antes de la pandemia. lucia relajado, sonriendo, pero no feliz.

y solo pocos sabían el porque no era feliz del todo.

había pasado medio año desde que la pandemia había llegado a su momento mas fuerte. algunos aldeanos creían que tal vez, el héroe rubius y el héroe quackity tras su muerte, había roto algún tipo de maldición. o que tal vez ellos eran causantes de la misma. no lo sabían y no lo dirían, era de mala educación a sus memoria. 

quackity y rubius habían muerto por el virus, era lo que se había anunciado. 

ellos habían sido los últimos en morir. era lo que había anunciado...

Luzu miraba a la gente salir sana y eso le daba una sensación mas calmada en su corazón. pero solo era un calmar temporal.

uno de los médicos que estaban en el lugar se acerco al alcalde y murmuro algo a su oído. después este, suspirando, afirmo y se marcho.

camino hasta la alcaldía, donde los guardias le dieron el total libertad de moverse donde quisiera sin cuestionárselo. Luzu bajo por las mazmorras y fue hasta el final del pasillo, donde había una puerta metálica con un código que solo el y los héroes sabían.

la abrió con lentitud luego de colocar el código en un sonido rechinante y se vio envuelto en un aroma a girasoles. en aquella habitación cubierta de magia congelante de tiempo, los girasoles que rodeaban el lugar estaban siempre en flor.

no existía el marchitar, no existía su muerte. el viento causado por la constante magia de los dioses agito su cabello castaño y camino hasta el centro del lugar, donde un ataúd blanco estaba colocado.

ahí dentro estaba el pelinegro, con los ojos cerrados y con una expresión calmada. estaba sobre una cama de flores distintas y coloridas que le hacían lucir hermoso. una sabana blanca cubría la mitad de su cuerpo desnudo donde ya no se veían las alas.

ya no las tenia después de todo, había sido la tercera dosis para el pueblo. quito con suavidad la sabana blanca, dejando descubierto que faltaba una pierna. la cuarta dosis. con cuidado tomo su espada y corto la otra pierna y después, cubrió con la sabana. la quinta y esperaba ultima dosis