Prólogo

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—¡Yahoo! Chibi-chan.

—¡Gran rey!

Para todos podría ser una escena común dónde dos chicos se encuentran por azares del destino, o eso creerían todos si no fuera por las feromonas que inundaban a ambos en aquel lugar, o al menos por una parte se podía oler las feromonas del mayor.

—¿Qué hace aquí Oikawa-san?

—Vine a ver a mi omega —contestó el castaño sin inmutarse de su alrededor.

Una respuesta simple que causó revuelo en todos los presentes, y sólo tuvieron que dirigir una mirada al pelinaranja, al solecito del club para saber a quién se refería.

—¡Con mi hijo no! —Sugawara junto a Daichi miraban atentos al joven castaño que sólo miraba la reacción del pequeño.

—Estaré esperando afuera Shoyo.

—Ah, si..., no tardaré.

Otra respuesta simple causaba más revuelvo en los presentes, su solecito aceptaba ser el omega de aquel alfa con mala reputación, o mejor dicho, aparentaba tener mala reputación.

—Hinata, dime que escuché mal, dime que no eres el omega del enemigo.

—Suga-san..., bueno, es difícil decirlo, una cosa llevó a la otra y digamos que no se puede hacer nada.

—¡Aun se puede! No hay mordida —el pequeño solecito desvió la mirada avergonzado causando más revuelo del que ya había —¿Hinata?

—Digamos que entre esas cosas hubo dos mordidas.

—Así que lo que dijo Kindaichi era cierto —Kageyama no se veía tan sorprendido, no después del tremendo chisme que le contaron sus ex compañeros de secundaria.

—¡¿Tu lo sabías?! —Tanaka y Nishinoya eran quienes más agitaban al joven setter.

—Me amenazó porque creyeron que quería algo con Hinata, soltaron todo para persuadirme —contestó con tranquilidad mientras sonreía divertido por ello —Dijeron que su capitán tiene una mordida, igual al de su omega.

—¿Qué? Hinata, ¿lo mordiste? —esta vez fue turno de Yamaguchi de preguntar, recibiendo la afirmativa del pequeño —Oh, que bien por ti Hinata, sé que podrás superar cada obstáculo.

—Oh..., hubo mordida mutua..., ¿Por qué yo no puedo morderte Daichi? —preguntó el vice capitán del equipo hacía el castaño que reía nerviosamente.

—Ah, yo.., bueno, verás...

—¿Puedo irme? —preguntó salvándo por un momento al capitán que asintió, al igual que el entrenador y el profesor —¡Gracias! Nos vemos mañana.

Todos miraban la sonrisa de su solecito omega salir del gimnasio a la vez que abrazaba dulcemente a su alfa que mientras expulsaba su aroma para mimar a su omega, todo observado por los compañeros de equipo de voley.

—Toru..., iré a cambiarme y podremos irnos.

—Está bien, ve con calma.

Nadie podía seguir creyendo que el alfa tuviera mordida, por ello, decidieron investigar, lo mejor sería retirar la chaqueta del más alto, pero, ¿Cómo hacerlo?

—Oikawa-san, para la próxima, ¿No quieres hacer un partido amistoso? —la voz de la mamá del grupo habló, llevándose la sorpresa de todos.

—Claro, puedo hablar con el entrenador para que puedan fijar una fecha.

—Se lo agradezco Oikawa-san, cuide de Hinata.

Se podía oler fácilmente las alegres feromonas del alfa, pero, ¿Qué hay de su omega? El parche de olor era suficiente para restringir aquello, a pesar de que por la emoción se había suelto un poco, y notaron un cambio, a diferencia de cuando lo conocieron, esta vez era mucho más dulce su olor.

Se combinaba a la perfección con su alfa.

Pero, la pregunta reside nuevamente, ¿Cómo pasó eso? ¿Cómo pasaron del odio al amor tan rápido y en tan pocos meses? ¿Cómo es que el gran rey había aceptado ser mordido?

Una prueba de amor lo bastante dura para afrontar las adversidades.

El omega de Oikawa - OiHina |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora