El Baile

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El teléfono de la recepción sonó repetidamente despertándola de ese sueño que tanto le había costado conciliar. Con pereza y dolor, sacó el brazo fuera de las cobijas y respondió.

- La señorita Emma Myers está acá - le dijo el hombre del otro lado y Jenna giró en la cama prestando atención - Dice que viene a entregarle unos audífonos -

- Dile que los deje contigo, más tarde bajo a recogerlos - respondió con la voz ronca y es que Emma no tenía que tomarse la molestia, habían puesto pausa a las grabaciones mientras superaba la gripa y estrictamente prohibieron las visitas para evitar más contagios.

- Si, enseguida - en la línea logró distinguir las palabras del señor, pero al mismo tiempo las de su amiga, luego pasos apresurados casi a la carrera y un - ¡Espere! ¡No puede seguir! - más pasos apresurados y las puertas de un ascensor cerrándose.

La llamada se cortó y fue cuestión de tiempo para que golpearan la puerta de su habitación, sonrió incrédula y se levantó, tal como esperaba esos ojos azules la recibieron al abrir y detrás de ella el celador agitado por haber subido a saltos las escaleras.

- Lo... Lo intenté... - se disculpó con la respiración entrecortada y Jenna solo intercaló miradas entre los dos y maldijo ser tan débil por esa sonrisa inocente que le estaban mostrando.

- Está bien, puede quedarse, mucha gracias - el celador asintió y despidiéndose respetuosamente se retiró. En cuanto estuvo fuera de vista, la morena miró seriamente a la recién llegada - Sabes que no puedes estar acá -

- Si... Pero me sentiría mal quedándome con esto - era una excusa, obviamente, pero la más baja fingió creerle y tomó los auriculares.

- Gracias -

- Además vine protegida - añadió la mayor señalando el cubrebocas y sacando un spray del bolsillo de su chaqueta esparciendo alcohol por todas partes - Alguien tiene que cuidar de ti -

- Estoy segura que puedo cuidarme sol... -

- Nah ah, acuéstate, te prepararé una deliciosa sopa que si no te sana hoy te sanará mañana - sin darle tiempo a protestar la tomó de los hombros y la regresó a la cama asegurándose de arroparla debidamente mientras iba a la cocina - Mi mamá suele hacerla cuando una de nosotras se enferma, es santo remedio -

Jenna desde su habitación suspiro resignada, no tenía ni la voz, ni la fuerza ni la energía para echar a la chica de su departamento y por irresponsable que fuera ya que estaba ahí no sabía que lo había estado deseando todo ese tiempo.

Sus oídos percibieron música en la cual podía percibir algo de inglés y un idioma que no entendía, pero si provenía del celular de la castaña probablemente era coreano.

- ¿Qué síntomas tienes? - Emma regresó a la habitación con una bandeja donde llevaba el plato de sopa, no lo iba a negar, olía delicioso.

- Afortunadamente nada de vomito, de resto es dolor de cabeza, de oídos, no puedo casi mover el cuerpo, tos y escalofríos -

- ¿Tienes sentido del gusto? -

- Si, gracias a Dios -

- ¡Genial! Te va a encantar, mientras ¿Qué medicinas estás tomando? - preguntó dejando la bandeja en las piernas de la enferma y buscaba en la mesita de noche donde le habían señalado; tenía lo básico y con el adecuado cuidado se recuperaría.

- Cocinas muy bien Emma - elogió la más baja saboreando cada cucharada.

- Me gustaba ayudar a mi mamá con las comidas cada que podía - explicó viendo como a Jenna se le dificultaba terminar de comer, probablemente por lo pesado que sentía su cuerpo - Déjame ayudarte - se ofreció.

Just One Kiss (Jemma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora