Con tan solo 27 años, su vida se apagó como una vela en el viento. Una triste partida que nadie merece, una despedida que nos deja sin palabras. Y aunque al fin, al fin recibí lo que ella me había prometido hace años, algo en mi corazón seguía sintiendo una extraña sensación. Noté cómo mi garganta comenzaba a arder, como si el fuego que se había apagado en ella, ahora se encendiera dentro de mí.
"María la cochina" me llamaban.
"María la ballena en llamas" me decían.
Pero Autumn, oh! Dulce Autumn! Siempre estaba allí, para hacerles ver lo crueles e insensibles que eran. Y aunque ellos Y aunque ellos parecían detenerse, yo seguía sintiéndome como esa ballena gorda y roja que enseñaba sus "pechugas" en el patio.
Y es que fue a los doce años cuando aquel médico insensible se burló de mí al ver mis problemas de peso. No importaba si comía bien o si no comía, mi peso seguía aumentando sin cesar. Aquella era una situación terrible para una bailaora como yo, que soñaba con moverse con gracia y elegancia. Me sentía atrapada en un cuerpo que no me permitía hacer lo que más amaba. Me sentía atrapada en la mirada de aquellos que me juzgaban sin compasión y de las risas sin ningún tipo de pausa.
Y se que los de Brookville se disculpaban, eran personas de buen corazón que simplemente no sabían lo que decían. Pero para mí, esas palabras hirientes me hacían retroceder en el tiempo, a una época en la que viví cosas que nadie debería experimentar. Aquellas burlas me recordaban a aquellos momentos de dolor y sufrimiento, en los que mi alma se quebrantaba en mil pedazos.
"Yo te- "
Mientras ascendía por los escalones de mi mente, una voz vibrante como un trueno resonó en mi cabeza, estremeciéndome hasta lo más profundo. Me aferré a la silla con fuerza, buscando un refugio en su calidez, pero pronto me di cuenta de que la tormenta solo estaba en mi interior. El eco de mis pensamientos retumbó en mi cabeza, creando una cacofonía de emociones y sensaciones que me inundaron de dolor.
Pero en medio del caos, escuché una voz suave, casi imperceptible, que me invitaba a abrir mi corazón.
Y aunque temblaba de miedo, dejé que mis labios se movieran para pronunciar las palabras que mi alma anhelaba expresar.
"¿Yo te que?" Fue un susurro.
Un silencio, como una brisa fugaz, se posó sobre la estancia. Se hizo notar con su presencia invisible, su manto oscuro y misterioso que envolvió el ambiente. Esperé una respuesta. Pero un sonido se hizo notar en mi mente, suave y borroso.
"Ro."
El silencio se hizo más profundo, como un pozo sin fondo que amenazaba con tragarme. Cerré los ojos, buscando concentrarme en la oscuridad detrás de mis párpados. Una imagen vino a mi mente: un campo verde con una brisa fresca que me acariciaba el rostro. Podía oler la hierba recién cortada, y en un instante, me di cuenta.
"¿Autumn?"
Parpadeé, Su rostro, su piel blanca, nieve que, rojiza, se iba trasformando en un cuerpo humano, un pecho, unas pierdas, unos pies que plácidamente caían sobre una hierba seca y fría. Era ella? No... Era mi mente, pero por algún motivo, todo era demasiado real, demasiado familiar. Era acaso un recuerdo?
Eso era, era un recuerdo, un fragmento de tiempo suspendido en el aire, una imagen grabada en mi mente como si hubiera sido tallada en piedra. Era una pieza de mi pasado que había perdido su significado con el tiempo, pero que aún así se aferraba a mí como una hoja que se niega a caer en otoño. Me encontraba en una manta cálida, en una noche fría, una hoja cayo encima de mis hombros, seca, podrida, pero aun así, preciosa. Y mientras mis mejillas se mojaban en mi agua interior, ella al fin acabó esa frase que oía
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~•As we all become~•. (En pausa)
No FicciónAutumn Harrison murió. La mujer que era la única alegría que existía en el pueblo desapareció por completo de este mundo. Su muerte dejo un vacío a todos los habitantes, que con una tristeza profunda, atendieron a su funeral. Brooksville era un pueb...