Dime que es real; FREENBECKY

3. Desde el primer día

—Buenos días a todos.
—Buenos días Becky, por favor pase por aquí. ¿Le gustaría un color más neutral o esta rosa está bien?
—Un rosa más clarito estaría bien— expresé.
—No lo creo, este va a quedar precioso con tu mirada— Dijo Freen aprobando el color que había señalado la maquillista— Buenos días.
—Buenos días— me sonrojé.
—¿Elegimos este entonces, señorita?
—Sí, por favor. Gracias.

A pesar de haber estado toda la noche pensando en ese casi beso que le di a Freen, pude concentrarme en estudiar el guión y todo salió perfecto. Conocí mejor a mis compañeros, algunos camarógrafos y por supuesto a las estilistas que cada cinco minutos estaban detrás de mí arreglando el maquillaje.

En este capítulo no tuve mucho contacto con ella, porque simplemente era su entrada a la oficina. Pero dios, qué bien le queda el papel de jefa mala y malhumorada. Aunque también pienso que su mirada tan profunda y su cara seria es algo de todos los días, no tanto del papel. Parece fría como el hielo, sin sentimientos.

—¿Interrumpo tus pensamientos?
—Pues, sí, estaba pensando en algo. ¿Qué sucede?
—Nada— se sentó a mi lado— te traje café.
—Oh, muchas gracias! —Tomé un sorbo— me gusta el capuccino.
—Lo sé, le pregunté a las estilistas si sabían cómo te gustaba el café y me dijeron: capuccino, bien dulce. Espero que esté bien de azúcar.
—A decir verdad mi preferido es el expreso, pero le sigue este. Y sí, está perfecto, gracias.
—Anotado para la próxima— sonrió— y bien, ¿cómo te sentiste hoy?
—¿A pesar de haber estudiado poco el libreto? Bien.
—Estoy de acuerdo. Tampoco pude concentrarme mucho en eso.

¿En qué habría estado pensando? ¿Le habrá sucedido lo mismo que a mí?

—Bueno, es hora de que vaya a casa.
—¿Te llevo otra vez?
—No, esta vez pasarán por mi. Tengo una cena esta noche, pero gracias.
—Está bien. Suerte entonces.
—Muchas gracias, hasta mañana señorita Freen.
—Hasta mañana.

Ray estaba esperandome apoyado sobre su Mercedes negro aparcado en el medio del portón.

Corrí a abrazarlo con ganas de contarle todo lo que había pasado y lo emocionada que estaba, pero una bocina nos interrumpe. Freen quería salir y nosotros estábamos obstaculizando el paso.

—Con permiso— dijo mirando de una forma despectiva a Ray.
—Disculpe señorita Sarocha, ya mismo nos vamos— respondí.

Nos subimos al coche y nos dirigimos al restaurant donde nos esperaba nuestro grupo de amigos.

—¡¿Entonces la besaste?!
—Shhh, Ray, baja la voz, por favor.
—¡Nosotros también queremos saber!— exclamaron Thai y Mein.
—De igual manera— interrumpió Ray— no me agradó para nada cómo nos miró fuera del set.
—Estábamos en medio del paso, Ray. Seguro fue por eso.
—¿Y lo del beso?
—Simplemente quise saludarla con un beso en la mejilla y cuando ella volteó terminé besando la comisura de sus labios sin querer. ¡No fue un beso!
—Pero casi— dijo la mujer que acompañaba a Thai.
—Mmm sí. ¿Perdona? no nos conocemos— dije extrañada por su intromisión.
—Oh, lo lamento Becc, no las presenté. Ella es Malee, mi amiga de la infancia. Y también conoce a la señorita Sarocha.
—De hecho, es mi mejor amiga.

No sabía dónde meterme. Había estado hablando sobre Freen toda la noche.

—Oh. Lo lamento, espero que no hayas escuchado nada que no fuera de tu agrado— me sonrojé.
—No te preocupes, Freen puede tener una mirada muy penetrante cuando está enojada o algo le molesta.

Y cuánto...

—Pero es alguien amable y de buen corazón, no te preocupes.
—Está bien.

Intenté esquivar el tema Freen lo que restó de la noche. Si Malee era su mejor amiga, podría hablarle sobre mi obsesión con ella y preguntar por lo que pasó en su coche. No me gustaría que se dieran las cosas así.

Ray me llevó a casa. No pude dejar de pensar en ella en toda la noche, tenía una gran necesidad de expresarle cómo me sentía pero no tenía su contacto, así que subí una foto a Instagram. La señorita Freen no me seguía y tampoco vería mis historias, pero la esperanza es lo último que se pierde.

Pensando en ti...

Estaba cansada y ya era tarde, así que repasé mis líneas para el día siguiente y me dormí. El despertador estaba sonando más temprano de lo habitual, ¿será que me equivoqué al poner la alarma?

Llamada entrante de un número desconocido.

—¿Hola?
—Buenos días, Rebecca
—¿Señorita Freen? ¿Cómo obtuvo mi número?
—Sí, soy yo. Baja, estoy en la puerta de tu casa.
—Qu..
—Vamos, rápido.

Obedecí. Me levanté de un salto de la cama y corrí a lavarme los dientes y la cara. Intenté no tardar tanto mientras buscaba la ropa para ponerme y luego de peinarme salí.

—Señorita Freen, ¿qué hace aquí? ¿Y cómo consiguió mi número?
—En tu perfil de intagram está tu Line ID.
—Oh, cierto, debería quitarlo.
—Sí. ¿Y en quién te dormiste pensando, en ese chico que te fue a buscar ayer?

Me sorprendió su pregunta. ¿Qué estaba intentando decirme? Vio mi foto, entró a mi perfil... Es demasiada información.

—De hecho, no.
—Ah. ¿Y entonces?
—¿Ves mis redes pero no me sigues?— omití su pregunta.
—De hecho, acabo de seguirte— buscó el móvil en el bolso y con mi perfil abierto le dió al botón de seguir inmediatamente.
—Pero lo acabas de hacer delante mío.
—Sí, exacto. ¿Y? — se bajó los lentes un poco para que pudiera ver sus ojos.

Por favor, Freen, no me mires así...

—Nada— reí— eres graciosa.
—Y tanto...

Estoy de camino al rodaje en el auto de Freen Sarocha, la famosa actriz, mi más grande inspiración. Y ahora me hace preguntas raras, como si estuviera celosa de Ray. ¿Qué está sucediendo?

—Entonces, ¿anoche la pasaste bien?— volvió a preguntar por mi cena.
—Sí, la pasé muy bien. Cenamos, reímos hasta las tantas y Ray me llevó a casa para descansar.
—Tu novio— afirmó.

No pude evitar reirme. Quiero a Ray tanto como a mi hermano. Con él puedo hablar de cosas profundas y sentimentales como con nadie, conoce mis más profundos deseos y es un gran apoyo emocional para mi, pero jamás podría estar con él.

—No le veo la gracia— parecía estar molesta.
—¿A caso esto es una escena de celos, Freen?

Me miró y pensó la respuesta unos minutos. Estaba claro que sentía celos.

—Claro que no, qué estupidez. Simplemente quiero saber.
—Pues no voy a responder a sus preguntas, señorita interrogación— dije bajandome del coche —Seguiremos luego.

A mitad del día hicimos una pausa y la busqué para hablar, pero no la encontré por ningún lado. Su coche estaba aparcado en el estacionamiento, por lo que deduje que estaría dando vueltas por ahí. Salí a buscarla otra vez y de repente la escuché al teléfono acercandose al pasillo. Me escondí detrás de una pared para que no pueda verme aunque estuviera mal escuchar su conversación.

—No me ha dicho nada pero, entonces, ¿ese chico es su novio?

No sé cuál fue la respuesta del otro lado, pero se ve que no le agradó demasiado.

—Ay, ya dejalo asi Malee, no puedo hablar contigo de esta manera. Estoy realmente enfadada y confundida. Te llamo luego, adiós.

Cortó la llamada y salí detrás de la pared para sorprenderla con un café en la mano.

—Cortado, con más leche que café, para ti.

Me miró sorprendida.

—Gracias — tomó el café y siguió caminando.
—Espera Freen.

Se frenó sin darse vuelta.

—Quisiera hablar contigo sobre algo.
—Más tarde, ahora estoy ocupada.

Me dejó con las palabras en la boca, pero ese no sería mi último intento de hablar con ella. Cuando cayó la noche debimos ir al lugar donde principalmente ibamos a grabar: la casa de Lady Sam. Tan digna de ella, grande y lujosa, perfecta para mi Lady Boss. Allí aprovecharía para preguntarle qué estaba pasando.