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Con el corazón acelerado, Lisa salió del cuarto de baño y trató de ignorar el dolor, la pena y el deseo que emanaban tras la puerta cerrada. Siempre había sido sensible a las emociones humanas, pero nunca había experimentado una conexión empática tan profunda con nadie. Ni siquiera con su primer amor, Somi. Algo en Jennie llamaba literalmente a Lisa, una fuerza que casi con toda seguridad había librado a Jennie de un terrible destino.

Lisa había recibido primero una poderosa oleada de miedo. Acababa de colgar el teléfono público tras dejar una información anónima sobre el cadáver del parque, y la llamada la hizo retroceder un paso cuando el terror se apoderó de sus entrañas. Por un momento pensó que se estaba volviendo loca. Los años de guardar secretos, de preocuparse por lo que su yo bestia era capaz de hacer, se derrumbaban a su alrededor. Justo en medio de una resaca lunar. En público. Mientras intentaba recuperar el aliento contra el pánico creciente, se concentró en mantener el control y la forma humana.

Una vez, una fuerte emoción la había hecho cambiar de forma, un momento aterrador que no quería volver a repetir.

Después, su forma de sentir el miedo había cambiado. Aunque Lisa lo experimentaba con todo su ser, ella no era la fuente. La fuente, se dio cuenta, estaba en el parque Golden Gate. Y Lisa tenía que acudir a ella. No tenía elección.

Mientras corría hacia el parque, rastreando aquel miedo con una precisión de la que nunca había dudado, se dio cuenta de que si alguien hubiera descubierto aquel cadáver, eso podría haberla hecho sentir aquel intenso terror. Sin embargo, debería haber sido un breve brote, no el horror sostenido y desgarrador que la invadía en oleadas. Sin embargo, era posible que hubieran encontrado a la mujer que había asesinado. Tal vez no fuera buena idea correr a ayudar.

La posibilidad no la había detenido. Necesitaba encontrar la fuente del miedo. Nada más importaba. Sabiendo que se acercaba, se detuvo el tiempo suficiente para estudiar su entorno. Al no encontrar a nadie a la vista, se despojó de sus ropas y, sin dejar de moverse, se transformó en lobo. Era su forma habitual y, con suerte, sería lo bastante intimidatoria como para repeler una amenaza. Como no sabía lo que se encontraría, quería poner todo a su favor.

En cuanto Lisa había visto a aquel hombre encima de Jennie, utilizando un cuchillo muy afilado para abusar de ella, supo que cambiar de forma era la decisión correcta. Había roto su regla de oro sin pensarlo, pero cuando el alivio de Jennie por la interrupción le dio justo en el pecho, Lisa no se arrepintió. Bueno, excepto que Jennie tenía casi tanto miedo de su lobo como del atacante.

Ahora que disponía de un momento de tranquilidad en la seguridad de su apartamento, Lisa repasó su pelea con el hombre. Él también había tenido miedo del lobo. Podía olerlo. Aunque su miedo era fuerte, su rabia por haber sido interrumpido era mucho más potente. Lisa no quería imaginar los planes que había arruinado.

Lisa no había querido dejar marchar al atacante de Jennie, sino que había ansiado perseguirlo, hacerle pagar de algún modo. Pero el estado emocional alterado de Jennie la contuvo. La mujer a la que había salvado, la que la había llamado, estaba a punto de desmoronarse. Así que Lisa se había escabullido entre los árboles, había encontrado su ropa y se había vestido para poder volver corriendo y cuidar de Jennie como un ser humano.

Ahora se preguntaba si había sido la decisión correcta.

Jennie era peligrosa, no cabía duda. No sólo porque era hermosa, la primera mujer en años por la que Lisa no podía controlar su atracción, sino también por su profesión. Era prácticamente policía y probablemente sería ella quien examinara a la mujer muerta del parque, tal vez hoy mismo. Analizando el trabajo de Lisa, intentaría averiguar cómo un animal de ese tamaño había podido entrar en el Golden Gate Park.

Feroz┃JENLISAWhere stories live. Discover now