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La noche siguiente a la luna llena, Lisa se debatía sobre cuál debía ser su siguiente paso. Le esperaba otro momento intenso, las noches anteriores y posteriores a la luna llena no desencadenaban una transformación, pero la embriagadora fuerza de la luna le dificultaba pensar con claridad, aunque no podía concebir la idea de no tender la mano a Jennie de alguna manera.

La parte cínica de Lisa le decía que dejara de lado su relación, que intentara olvidar la fantasía de tener una verdadera compañera de vida. Jennie sólo había sido una diversión, aunque magnífica, pero Lisa no podía recuperar lo que había perdido. Decirle a Jennie la verdad sobre su naturaleza sólo era pedirle que le rompiera más el corazón, y no podía vender ninguna otra mentira. Al menos no sin prepararse para una caída aún mayor cuando, inevitablemente, aquella historia se desmoronara igual que lo había hecho la de la salida de la ciudad. Preparar a Jennie para toda una vida de mentiras y traiciones no era justo para ninguna de las dos.

No si realmente quería a Jennie.

Pero Lisa no sabía cómo marcharse sin más. Más que eso, se negaba a darle la espalda a Jennie ahora. Un maníaco la había atacado una vez y seguramente volvería a intentarlo. Mientras tanto, mataría a otras mujeres inocentes al servicio de algún juego enfermizo que sólo él comprendía.

Dejar que Jennie se enfrentara sola a esa amenaza no era una opción. Irene sólo podía protegerla hasta cierto punto. Lisa podía hacer cosas que posiblemente significaran la diferencia entre localizar al acosador de Jennie y dejar que hiciera daño a lo más preciado de la vida de Lisa.

Aunque Jennie ya no le perteneciera, Lisa nunca permitiría que eso sucediera.

Así que a las cinco de la tarde, aproximadamente una hora antes de que Jennie regresara del trabajo, Lisa condujo hasta el apartamento de Jennie por si acaso era lo bastante testaruda como para decidir pasar allí la noche en lugar de quedarse en otro sitio. Aunque sólo se conocían desde hacía un mes, Lisa intuía que, en momentos de angustia, Jennie confiaba en el consuelo de lo familiar. Tenía el mal presentimiento de que Jennie insistiría en quedarse en su apartamento a pesar de que era consciente de que su acosador sabía dónde vivía.

Lo menos que podía hacer Lisa era ayudar con la seguridad.

Examinó los coches aparcados a lo largo de la calle frente al apartamento de Jennie, tratando de decidir si alguno de ellos pertenecía a los detectives de su equipo de protección. Estaba bastante segura de que nadie vigilaba el apartamento cuando ella no estaba, sino que se limitaban a vigilar a Jennie las veinticuatro horas del día. No era lo que Lisa habría elegido, aunque, por supuesto, no tenía ni idea de las limitaciones presupuestarias y de recursos a las que se enfrentaba Irene a la hora de crear el encargo. Sinceramente, si Irene hubiera podido dedicar más personal a la tarea, Lisa no dudaba de que lo habría hecho. Era evidente que Irene seguía sintiendo un gran afecto por Jennie y que deseaba de verdad mantenerla a salvo.

Ahora que Lisa estaba fuera de juego, a Irene probablemente se le ocurrirían todo tipo de nuevas formas de proteger a Jennie. Los finos vellos que cubrían el cuerpo de Lisa se erizaron ante la sola idea.

Tecleó el código de cuatro dígitos que Jennie le había enseñado en el panel de seguridad y respiró aliviada al ver que seguía funcionando. Subió el primer tramo de escaleras y se detuvo a mitad de camino. Con los pelos de punta, percibió en el aire un olor familiar que le revolvía las tripas.

El acosador de Jennie. Había estado aquí, en esta misma escalera, y no hacía mucho tiempo.

Lisa continuó lentamente, inhalando con concentrada intensidad. Su olfato humano no le decía gran cosa. Necesitaba transformarse en perro. Pero eso significaba usar su habilidad en un espacio cerrado y poblado. Aunque no percibía a nadie en las inmediaciones, la sola idea de realizar una transformación en el edificio de Jennie era incompatible con sus instintos de supervivencia. Sin embargo, ¿qué sentido tenía tener ese don -no solía pensar en él como un don, pero si podía ayudarla a proteger a Jennie, ésa parecía una palabra apropiada- si nunca lo aprovechaba?

Feroz┃JENLISAWhere stories live. Discover now