7. Apresúrate

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Por la mente de Dani nunca cruzó la idea de abandonar al niño

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Por la mente de Dani nunca cruzó la idea de abandonar al niño. Se sentía responsable de aquel pequeño que el destino había puesto en su camino. Era consciente de que solo podría escapar más fácil, que se podría esconder y que las posibilidades de encontrar a su madre aumentarían. Su madre debería estar desesperada, tanto como lo estaba él en aquél lugar extraño y desolado, la extrañaba muchísimo y por eso tenía que ser fuerte.

Aparto el miedo que comentaba a surgir en su corazón, miedo de no poder alejarse lo suficiente, miedo de no volverla a ver. Tomó a Pedrito de la mano y lo ayudó a ponerse de pie. Ya el sol comenzaba a iluminar un poco y podía verlo mejor: su piel era oscura, sus ojos y su cabello eran negro, era muy delgado, dejando claro que su alimentación había sido deplorable y es que Sally y Matt lo único que hacían era beber y ...

Desde su escondite aún podían ver la casa y aún no habían notado su ausencia, pero pronto lo harían. Dani recordó cuando aún estaba en Cuba, una vez en la que estaba jugando a las escondidas con sus amigos y la tristeza regresó a su corazón. Se alejaron un poco del lugar donde Pedrito había vomitado antes y siguieron su camino poco a poco. Estaban lejos del camino para no ser descubiertos tan fácil.

El silencio era solo interrumpido por la tos de Pedrito. Dani estaba muy preocupado por el niño, pues parecía muy enfermo. Ya se habían alejado casi un kilometro cuando de repente Pedrito se sentó en la raíz de un árbol.

– Ya no puedo caminar más - dijo.

– Tenemos que seguir.

– ¡Quiero a mi mamá!

Cuando Dani lo vio llorando se le humedecieron los ojos y lo abrazó. Era como un hermano pequeño, mucho más bajo y delgado que él, así que no lo pensó demasiado y lo tomó en brazos y notó que no estaba tan caliente aunque si muy demacrado. Pedrito se recostó a su hombro y se sintió seguro por primera vez, más seguro que cuando estaba en los brazos de su madre.

La madre de Pedrito era una mujer muy trabajadora, que había llegado a USA, desde México, hacia unos 5 años, junto a su esposo. Ella, en aquel entonces, era una joven muy hermosa de 19 años. Mientras hacían el recorrido por el desierto, se habían quedado sin dinero para seguir pagando, pues al inicio del camino les habían dicho una cantidad y a cada momento pedían más. Luego de dar todo lo que traían, Guadalupe fue violada por varios coyotes frente a su esposo, al que le habían puesto un cuchillo en el cuello para que no pudiera hacer más que ver. Después de eso, los dejaron ahí. Afortunadamente no les costó mucho terminar el trayecto y cruzar la frontera. Pero su desgracia llegó un mes después, cuando descubrió que estaba embarazada. Su esposo, que desde lo ocurrido no la había vuelto a tocar, supo de inmediato que el niño no era suyo y le exigió un aborto. Ella se negó y desde ese día su vida se volvió un infierno. La golpeaba sin ningún motivo y además la forzó a trabajar hasta el día en que dio a luz, mientras él solo se dedicaba a beber y ver la televisión. Cuándo ella se iba a trabajar maltrataba también al niño y no le daba de comer. Cuando Pedrito cumplió los 5 años, se puso en contacto con unos antiguos amigos y se lo vendió mientras Guadalupe trabajaba horas extras.

Pedrito no recordaba haber visto a su madre feliz nunca. Ella trataba de protegerlo, pero no sé podía proteger ni ella misma. Recordaba las carcajadas de su padre mientras se lo llevaban. El había gritado y hasta llamando a su madre, pero su padre lo calló con una cachetada.

Había pasado más de una hora y Dani seguía caminando sin quejarse por el peso del chico. Cuando no pudo más lo sentó en el suelo y se tendió a su lado. Habían llegado ya muy lejos, pero aún tenía miedo de ser encontrado. Tomó un poco de agua, le ofreció un poco al niño y ambos comieron una galleta.

– ¿Puedes caminar?

– Sí - respondió Pedrito un poco más animado después de descansar.

– Apresúrate entonces.

Siguieron caminado hasta que sintieron un carro acercarse por el camino cercano. Pedrito intento correr hacia él y llamar la atención, pero Dani lo detuvo y le tapó la boca para que no hiciera ruido. Eran ellos, Dani reconoció la camioneta en la que lo habían secuestrado. Se agacharon, camuflándose entre los árbol y las imágenes de el secuestro regresaron a su mente.

Había salido al parque, al llegar se había sentado junto a un señor que miraba al vacío, le intentó hablar pero este solo lo ignoró. Vio a lo lejos una mujer que se le acercó con cautela, el se concentró en ella cuando de pronto alguien cubrió su boca y su nariz, sorprendiéndolo desde su espalda. Intentó forcejear pero iba perdiendo el conocimiento. Sin fuerzas sintió como alguien lo trasladaba y aún le cubrían la  boca, la mujer se adelantó y abrió las puertas de una camioneta oscura. Quién lo traía subió con él y la chica cerró la puerta y entonces escuchó la voz de su madre. Intentó gritar, alertarla de que estaba ahí, pero no pudo pues perdió el conocimiento. 


– Apresúrate porfavor - dijo Dani a Pedrito cuando el carro se hubo alejado.

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