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Todo se aclara súbitamente. 

Escuchar es aguantar notas agudas, el retumbar de su corazón; respirar es más anómalo que de costumbre. 

Se reincorpora con descuido y sus manos se aferran al hombre, mientras sus ojos derraman una gota a la vez. 

—Respira... Estás bien... Estás bien... —Él se aferra a ella del mismo modo, sobando su espalda con tiento por el temblor en sus propias manos. 

Ella jadea con dificultad, el aire entra a sus pulmones de forma pesada; sus sollozos tampoco escapan como deberían; y es asfixiante. 

—Ah... —solloza. 

Pero no por la experiencia de haberse acercado a la muerte, no: Trata de recordar con desespero el sueño que tuvo, la visión que se nubla de su cabeza y resbala de su lengua continuamente al recordar un segundo tras otro las zarpas de aquella.  

Intenta, pero la Bruja regresa a su cabeza vívidamente, siente de nuevo las cuchillas hundirse en una clase de mareo y no puede evitar concentrarse aún más en el ardor de las heridas. 

Se siente como estar en el fuego, con las llamas extendiéndose a todas partes y no olvidando ninguna, se alimenta y crece, reduciéndola y atemorizándola por hacerse pequeña. 

Sus dedos y uñas, antes hundidas en la prenda del varón, pulsan con fuerza patrones extraños en el pecho ajeno, pero no gana la pelea y todo lo olvida. Su mente se niega, sufre, y la obligan a recordar poco, muy poco, del terrible acontecimiento. 

Su alma verídica, sin embargo, le guarda algo.  

Aquel nombre se repite en sus labios mudos y se graba, y entonces sus ojos sueltan lágrimas gruesas y jadeos naturales, recuperando oxígeno puro. 

Perú deja caer su cabeza cuando sus manos no tienen más fuerzas como para aferrarse al hombre. 

Chile la sostiene de la espalda y la cintura, deja que repose la cabeza en su pecho y se niega a sí mismo ver de nuevo las heridas. 

Alemania, exhausto de estar tan lejos ya, se arrodilla e intenta parar el sangrado. 

Estados Unidos respira nuevamente cuando se da cuenta de que es real el suceso, que no ocurrió su pesadilla. 

Polonia acaricia las manos caídas, que carecen de fuerza y pequeñas partes de piel. 

Sí, estaba viva. 

Cuando ella intentó alzarse, no se le fue permitido

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Cuando ella intentó alzarse, no se le fue permitido. 

Chile la alzó en brazos sin dificultad alguna y ella no tuvo fuerzas para protestar. 

Aunque su respiración se vuelve cada vez más lenta en su cuello, Chile no se altera ni se descompone, porque sabe que ella está cansada de todo, que respirar le es la tarea más complicada en ese momento y no le molesta hacer las cosas por ella mientras todo dure. 

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⏰ Última actualización: Jul 30, 2023 ⏰

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