Cuando estuvieron en la entrada de la casa de Kyungsoo, después de aquel agitado día lleno de emociones, éste le invitó a pasar un rato, era muy tarde pero él aceptó sin dudarlo. Se sentó en el sofá mientras Kyungsoo iba a la cocina para preparar café, no había probado una gota en todo el día.
-Soo, ¿mañana irás a la universidad?- preguntó en voz alta desde la sala, esperando ser escuchado.
-No, hoy ha sido mi último examen, ¿y tú?- respondió de igual forma.
-No, gracias al cielo- exclamó con una sonrisa que el otro no pudo ver.
Cuando el pelinegro estuvo en la sala, caminó lentamente y se arrojó al sofá aterrizando con suavidad sobre las piernas de Jongin, intercambiaron miradas por un instante, tenía el resto de su cuerpo extendido a lo largo del mueble.
El pelinegro suspiró cansado –El agua está hirviendo.
-¿Aún tienes vainilla? Pensé que me la había acabado toda –dijo llevando sus manos hasta el suave cabello oscuro del mayor.
Éste cerró los ojos con satisfacción al sentir su toque.
-Compré más, de hecho fue una casualidad que hubiese vainilla la primera vez que viniste acá, yo ni siquiera la uso- soltó una pequeña risa al decir aquello, no sabía si era porque estaba mintiendo, ya que compró vainilla y canela apenas supo que Jongin lo visitaría- o porque las manos del castaño le hacían cosquillas y lo adormilaban.
-Eres tan lindo…- murmuró inconscientemente perdido en la hermosa sonrisa de su mayor.
-¿Qué dices? –preguntó abriendo sus relucientes ojos oscuros, adormilado con una suave sonrisa.
-Que quiero besarte –respondió en vez- pero no puedo.
El pálido rostro del chico pelinegro pasó a colorearse de rosa e hizo una mueca al preguntar “por qué no” .
-No lo estoy haciendo bien –explicó pasando sus manos por la suave piel de sus mejillas acaloradas.
La decepción se hizo presente en el rostro de Kyungsoo.
-¿A qué te refieres? –susurró reincorporándose para mirarlo curiosamente.
-Porque no eres mío, es decir, no he oficializado nada contigo… y he tenido el atrevimiento de besarte como si nada últimamente –se quejó con la mirada perdida en los rosados labios del mayor, luego la desvió rápidamente.
-¿Qué estás esperando entonces? –interrogó pacientemente mientras se inclinaba hacia el rubio. Sus pestañas aleteaban nerviosamente mientras se enfocaba en los labios de Jongin.
-¿Y si me rechazas? –preguntó preocupado.
Kyungsoo rio.
-Entiendo, tienes miedo de que te rechace…- se inclinó un poco más hasta unir sus frentes. No sabía de donde estaba sacando valor, porque apenas si se sentía asustado, su corazón latía apresuradamente con un grito de urgencia- porque fui un idiota contigo. A pesar de que me escribiste la carta más dulce que he recibido jamás.
Los ojos del moreno eran dos diamantes cristalizados, algo que había aprendido de él era que por más que su apariencia sugiriera otra cosa, tenía un corazón muy frágil y sentimientos muy suaves.
-Pero no te gustan las cosas dulces -murmuró en un hilo de voz.
-Parece que cambié de opinión, es tu culpa, porque me gustas y eres tan dulce- sus frentes aún estaban unidas y sus reparaciones reducidas a aquellas palabras, estaban construyendo una pequeña burbuja para ellos- entonces...
-¿Entonces? –susurró el sonrojado Jongin relamiendo sus labios con torpeza, tenía el corazón en la garganta.
-¿Puedo ser tu novio, Jongin? –dijo en voz baja tratando de que sus palabras no temblaran.
-¿Hablas en serio? –sus grandes ojos color café estaban abiertos en sorpresa cuando escuchó aquello, luchó para no romper la corta distancia entre ellos.
Sus manos fueron hasta el rostro del mayor y lo acunaron delicadamente.
-Me gustas –confesó nuevamente y esta vez sus labios se rozaron.
-Tú me gustas más –declaró Jongin cortando la distancia y uniendo sus labios.
Se reconocieron el uno al otro, se saborearon dulcemente, con desespero pero con lentitud, como la primera vez; nunca fue un beso obsceno y mucho menos lujurioso, era algo más profundo y encantador, como un hechizo que no les permitía pensar en nada más que no fuese aquella conexión. Era como complementarse el uno al otro.
-Sí quiero, a ti, te quiero–afirmó el menor entre el beso, suspirando al sentir las cálidas manos del pelinegro enredándose en su cabello.
-Ahora me perteneces, Oso Kimn–murmuró éste mareado por las emociones. Sonrió entre el beso, sin separarse.
-Ahora eres mío –al decir aquello los ojos de Jongin picaron un poco, no sabía que el sentimiento de conformidad que se expandiría en su corazón fuese a ser tan fuerte como para empujarlo al llanto, y se estaba conteniendo con todas sus fuerzas para no derramar lágrimas dramáticamente, sin embargo, la felicidad que sentía al tener a Kyungsoo entre sus manos, entre sus labios, le hacía querer estallar de emoción.
-Tuyo. –volvió a decir Kyungsoo.
-Mío –reafirmó besándolo con más deseo.
Hasta que la olla de presión los interrumpió con un grito.
Se separaron sobresaltados para luego intercambiar miradas confundidas y seguidamente reír al ver sus sonrojados rostros.
¿Así que eso se sentía estar enamorado? Se preguntó Kyungsoo mientras se dejaba envolver por los fuertes brazos de Jongin y se acurrucaba contra su pecho, escuchando el perfecto latido de su corazón martillar contra su oreja.
Jongin besó su frente y sonrió revelando aquellas hermosas arrugas en las esquinas de sus ojos, besó su frente y volvió a abrazarlo.
Estaba feliz de tenerlo entre sus brazos, estaba feliz de saber que sería capaz de gritar a todos los cielos que sí, el inalcanzable chico de ojos oscuros al que le había causado tantos problemas, el que no había podido salir de su mente durante días y días... Kyungsoo, al fin Do Kyungsoo estaba con él de la manera en que su corazón deseó desde el primer momento.
Y es que, a lo mejor el universo no estaba oponiéndose al hecho de que Jongin confesara sus sentimientos, tal vez sólo estaba esperando que Kyungsoo fuese quien se confesara.
FIN
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Él es -Kaisoo OneShot
RomansaKyungsoo es conocido por ser explosivo en todo el sentido de la palabra, la clase de chico que prefiere estar solo, que quiere concentrarse en los estudios y guardar silencio gran parte del tiempo. En la universidad es difícil huir de los enamoramie...