3: Bailando alrededor

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Hoy era el día de debutar y teníamos que estar a tope. Unai me esperó apoyado en la pared como siempre y bajamos a desayunar.
Todo transcurrió con más nervios de lo normal, era obvio que eso iba a pasar.
Entrenamos un poco por la mañana y esperamos impacientes al partido, cosa que tardó en llegar.

Nos encontrábamos saliendo del autobús en el cual había compartido asiento con nuestro portero.
Paramos a firmar alguna que otra camiseta y nos metimos a los vestuarios a cambiarnos.

Muchos de los jugadores estaban que se morían de los nervios puesto que era su primer mundial. Vi como Unai, que estaba sentado enfrente de su taquilla, empezó a mover la pierna nervioso. Me senté a su lado y coloqué una mano en su muslo para tranquilizarlo, tal y como él hizo ayer.

-Lo vas a hacer genial, tranquilo- Le dediqué una sonrisa.

-Me va a dar algo, ostia, no me puedo poner ni los guantes- Él rosopló y sonrió también. Me fijé en que las manos le temblaban.

-Deja, que te ayudo a ponértelos- Cuando lo hice, puse mis manos sobre las suyas, las cuales ya llevaban los propios guantes puestos.

Luis Enrique entró para anunciarnos que teníamos que salir a entrenar ya y todos nos dirigimos al túnel para salir al terreno de juego.

-Mucha suerte, Álvaro.

-Igualmente, maitea- Le sonreí y me miró sorprendido.

¿De verdad Unai creía que no iba a buscar el significado de lo que me había hecho decir delante de Williams? Obviamente era todo de broma para que se riese Nico, pero quería devolvérsela y parece ser que ha funcionado.

El entrenamiento se pasó volando y enseguida escuchamos un silbato indicando el comienzo del partido.

El tiempo transcurría y yo nada más que pensaba en lo aburrido que tenía que estar Unai en la portería. Podría haberse traído un bocata de jamón o algo para esperar a que la pelota le llegase.

El colegiado añadió dos minutos más al partido. Íbamos 6-0, esto tenía que ser una broma.
Me vi en una buena posición y chuté a puerta. En cuanto vi como entró en la red miré a Simón en la otra punta del campo. Él venía corriendo hacia nosotros para celebrar la victoria y no dudé en corresponderle el abrazo que intentaba darme cuando pude salir de aquel corro que había formado la selección a mi alrededor.

-¿Ves como lo has hecho genial al final?

-Si no he hecho nada, ostias, no me ha llegado el balón- Él empezó a reír al compás mío.

-Pues la verdad que tienes razón, pero siempre lo vas a hacer genial para mí- Le sonreí y entramos a los vestuarios.

Bueno, si se le podía llamar así, porque era de todo menos un sitio para cambiarse en estos momentos. Había gente hasta bailando "Paquito el chocolatero".

El camino a la universidad fue un show total. El conductor del autobús seguramente acabaría con un dolor de cabeza que ni con una caja entera de paracetamol se le quitaría.

Luis Enrique iba medio corriendo intentando huir de los más jóvenes. Le estaban pidiendo que les dejase beber alchol, cosa que él negaba rotundamente.

Hicimos una pequeña fiesta en la habitación de Ansu por la noche sin alchol por órdenes del mister. Yo decidí ignorar el hecho de que mi "esposa" no me había llamado para darme la enhorabuena por el gol y la victoria, creo que poco a poco puedo irme acostumbrando a vivir sin ella si es lo que quiere.

Empezó a sonar "Quédate" de Quevedo y todos empezamos a gritar la canción.

-Vente pa' Canarias sin el equipaje y sin viaje de vuelta- Observé como Pedri agarraba a Gavi de la cintura y se lo cantaba exclusivamente a él. Pablo empezó a reirse y le susurró algo al oído para después separarse.

High Infidelity// Unai Simón & Álvaro MorataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora