UNO - ANTES (II)

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ANTES.

Una semana más tarde.

—Clase, saludad a los hermanos Hayek. Normalmente no solemos poner hermanos juntos, supongo que ha habido un error en el ordenador, aunque de todas formas bienvenidos...—habló descolocada la señora Betsy arreglándose las gafas mientras mira de reojo a los tres chicos que se han colocado junto a ella.

Parecía mucho más fuera de si misma de lo normal, veo disgustada como frunce los labios haciendo que su bigote resalte mucho más de lo normal, la señora Willow no dudaba en usar pintalabios estrafalarios, el de hoy era fucsia. No era novedad, era fan de usar colores igual o más discretos. Siendo honestos hasta le estoy agradecida por este detalle, ver su curioso maquillaje hacía que clases de química como estas fueran mucho más ligeras. Me imaginaba que sabía perfectamente el efecto estético que provocaba su particular elección y que a pesar de ello lo hacía porque muy en el fondo le gustaba estar en el centro de atención aunque no fuese precisamente en el buen sentido.

No puedo evitar quedar hechizada al observar a los tres chicos parados en la puerta, al igual que toda la clase, había visto muchos chicos guapos en mi vida pero estos no eran simplemente guapos, eran realmente hermosos. Sí, se que describir de esta manera tampoco transmite el mensaje adecuadamente y encima le da un aire poético superficial o tal vez del medievo, pero realmente el único adjetivo que se me ocurre para describirlos es hermosos.

Para mi sorpresa, la directora, la secretaria e incluso la enfermera del instituto estaban paradas justo en la puerta sin apartar la mirada de los tres chicos. Puedo ver como la señora Betsy las mira de reojo incrédula ante las adultas, estaban ahí quietas con observando a los chicos detenidamente. A pesar de que ella misma no había apartado su mirada de los chicos.

Agnes me da un codazo mientras arquea las cejas de forma picara, yo la recrimino inmediatamente con la mirada. Veo como sacude su corta melena morada hacia atrás sin perder la diversión de su rostro. Sabía que cuando Agnes hacía el famoso arqueamiento de cejas seguido del movimiento de melena, tarde o temprano acabaríamos yendo a por una pastilla anticonceptiva a toda mecha. Siempre terminábamos así, en estos tres años casi de amistad y en el fondo no lo cambiaría por nada.

—Me llamo Usher, pero mis amigos prefieren llamarme el que todo lo sabe—afirma uno de ellos adelantándose a la señora Willow.

—Nadie le llama así—sonrió con burla uno de ellos mirando de reojo a un más que molesto Usher.

—He dicho que mis amigos, idiota—explica el tal Usher mirándonos con una gentil sonrisa intentando mantener la calma, noto como se lleva una mano al cuello de la camisa como si de repente estuviese sudando en medio de la clase. Pocas veces había visto aparecer a alguien con traje en su primer día en un instituto público de la ciudad de Black Sea situado en una zona de clase media.

—Exactamente. No tienes, por eso nadie te llama así—afirma con contundencia, este en cambio iba con una sudadera de alguna banda cuyo nombre me es imposible de pronunciar sin parecer poseída, por la pose que mantenía suponía que no le sería difícil integrarse en el equipo de rugby del instituto. Parecía el tipíco guaperas, el prototipo de protagonista de cualquier película cliché de romance adolescente.

A pesar de todo ese drama, mi mirada no para hasta detenerse encima del tercero. Este se mantenía mucho más callado que sus hermanos observando la escena a través de esos ojos azules, juraría que estaban más cerca del gris que del azul, parecía que estuviese vagando en mil mundos diferentes y ninguno tuviese que ver con el nuestro. No llevaba ni el traje elegante de su hermano Usher ni el look despreocupado deportista del otro, una chaqueta de cuero y unos tejanos simples que a pesar de todo habían sido suficientes para que medio instituto cayera ante él y sus hermanos y esos aires de chico misterioso.

Hechos de fuego y luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora