💫 Capítulo 3: Encuentro 💫

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Tras recorrer toda la barbilla, el teluren aprendió que la cara de Ángela fue una vez redonda y de cachetes regordetes. Ella acostumbraba a sonreír en demasía, así los hoyuelos que tenía se notaban. Mientras recorría con un dedo la nariz de punta redonda, vislumbró los últimos instantes de humanidad que vivió.

Fue en este mismo bosque, sola, de rodillas y con la vista en el césped. Derramaba lágrimas, clamaba piedad, pero no se le permitía alzar la cabeza.

—Es tu castigo, es lo que merecen los que son como tú —esa voz vacía de emociones era último que Ángela escuchaba.

La niebla comenzó a surgir, se tornó tan densa que no quedó nada que pudiera ver. Pese a tener dos de los sentidos incapacitados, a las gotas de un color verde que rodaban por su cuerpo y la quemaban, Ángela sonrió. No volvería a ser humana, la absoluta seguridad de que tal cosa pasaría dejó de darle miedo. Las preguntas que rondaban por su mente tomaron un segundo plano.

¿Importaban acaso sus deseos de aferrarse a la vida, descubrir que lo que hacía no le gustaba? ¿Qué tenía las manos llenas de sangre debido a todas las muertes que causó? Incluso si sentía la necesidad de reparar el daño, de hacer lo que sea por las familias de sus víctimas, ya era tarde.

—A ti me entrego, Aralia, no tengo fuerzas para pelear. Sé que harás conmigo lo que te plazca, lo entiendo y me da igual —Ángela comenzó a reírse a carcajadas. A primera vista parecía divertida con la situación pero el teluren notó la desesperanza que ocultaba.

Ante el dolor, ella no lloró o gritó, pese al repentino crecer y estirar de sus extremidades. Mientras la transformaban en algo más susurró varias veces su nombre, hasta que se sintió anclada al suelo.

—Soy una pecadora, este es el precio de serlo —la consciencia cayó en una especie de sueño profundo y luego, Ángela se perdió para siempre.

El teluren retiró la mano de aquel rostro, sin duda, tal vivencia debía de agregarse en el libro.

—Me pregunto, ¿Quién será Aralia? ¿Qué es? ¿De dónde proceden sus poderes para convertir a otros en árboles?

—No lo sé, pero puedes mirar en la conciencia de los demás.

—Podría, aunque puede que no todos conserven tantas memorias de su mente humana. ¿Valdrá la pena?

—Si te ayuda en tu misión, por supuesto —Al Moren tuvo la intención de dejar de alumbrar con la mano hecha rayo a aquel rostro.

El ser sin nombre le detuvo.

—Espera, acerca más la luz —un líquido oscuro salía a borbotones de las cuencas vacías.

Aproximó su mano para hundir el dedo en este y Al Moren le rodeó la muñeca.

—¡No lo toques!

—¿Por qué? ¿Qué es...?

El suelo tembló bajo sus pies, una grieta se formó y le hizo retroceder al abrirse. El líquido oscuro emergió de esta, a la vez de los ojos de los otros árboles. Algunos daban la impresión de derramar lágrimas, mientras que del resto solo brotaban de las cuencas. Su compañero le tomó la mano e hizo que ambos levitaran.

—Ahora lo entiendo, este lugar es una entidad viva. Es una dimensión oscura que buscará absorbernos y nos convertirá en cascarones vacíos. Las energías opuestas le atraen, son su manjar favorito —Al Moren creó varias barreras una tras otra, con ondas de poder eléctricas que bajaban y subían.

—Tengo la impresión de que esta no es la primera dimensión oscura que visitas —el viento, apenas una suave brisa antaño, rugía furioso e intentaba evitar que alzasen el vuelo.

El significado de lo efímero ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora