La lluvia caía a cántaros, cosa que no parecía importarle a los humanos que transitaban las calles. Incluso si a estos les costaba reparar en su presencia, nada impedía que sintiesen frío cuando pasaba cerca de alguno. Arte se reía al notar por el rabillo del ojo como temblaban y apresuraban el paso.
—¿Molestar humanos es una de tus diversiones nocturnas? Tengo entendido que no eres un demonio —un hombre que aparentaba veinte años, o más, se colocó junto a él.
Arte se mordió la lengua, así evitaba maldecir por lo bajo.
—Métete en tus propios asuntos, Daniel, hoy no estoy para juegos.
El mencionado se río de manera perversa.
—Tampoco lo estaría en tu estado, parece que te vas a desmayar pronto. ¿Quieres...?—No quiero tu energía, gracias —Arte le sonrió con falsedad.
Daniel le palmeó el hombro mientras le decía que era gracioso. Llegaron juntos a un callejón, se detuvieron frente a la pared de ladrillos. Una miserable luz, proveniente de la casa contigua, era la única iluminación disponible.
—Al jefe le gustan las entradas dramáticas —Daniel se apoyó en la pared, se echó el cabello rubio casi castaño hacia atrás —Puedes darte una siesta o podemos entretenernos de otra forma, te dejo decidir esta vez.
Arte rodó los ojos, el demonio buscaba contacto físico, que se fuesen juntos de fiesta o cualquier cosa que se le ocurriese. Aunque a diferencia de los humanos, los demonios no le desagradaban del todo no se hallaba de humor para nada. Se apoyó en la pared, quedo así cara a cara con Daniel.
—Elijo la siesta entonces.
Daniel se encogió de hombros, Arte le susurró un dulce sueños cuando se cruzó de brazos y cerró los ojos. Fingió dormir por unos instantes, tiempo suficiente para que el demonio se acercara para darle un beso en la frente.
—Está claro que la has cagado en tu misión pero, resulta que me caes bien.
Arte abrió los ojos y resopló, la energía del demonio le provocó una punzada tras otra. Los ladrillos de la pared frente a ellos se movieron para formar una gran ranura y revelaron el portal. La conocida presencia que inspiraba temor, abrumaba e instaba a la ira le impidió articular palabra.
—Bienvenido, príncipe. He escoltado al teluren como lo pidió.
Los ojos oscuros del príncipe brillaban con malicia, la arrogante mirada que le dedicó a Arte le recordaba el trato que hiciera antaño. Con tal de salvar de su propia necedad al humano por el que reunía historias, aceptó cargar con parte de la energía oscura que recibía de los demonios.
—Sabes que has fallado, ¿verdad?
Arte asintió con la cabeza, que la misión de su vida ahora fuese el servir a los intereses de un demonio le causaba risa. Fue ingenuo al pensar que ayudaría así a su zerian.
—Hice todo lo que dijiste pero sé que jamás será suficiente. La deuda que el humano tiene contigo seguirá allí cuando muera.
El príncipe le sonrío, Arte hizo lo mismo mas luego se transformó en energía. En esa forma se trasladó hasta el portal y entró, sabía que ambos demonios le seguirían. Al recobrar el aspecto anterior, echó un rápido vistazo a la suite del hotel en busca del humano. Cortinas moradas cubrían las ventanas por lo que apenas había iluminación, no obstante, no le costó hallarlo.
Cerca de una ventana y sentado en un banco, el humano completaba un cuadro del príncipe. Tenía la mirada perdida, movía de manera automática el pincel. Arte se aproximó, le agarró el brazo para impedir que siguiese.
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El significado de lo efímero ✔️
Fiksi IlmiahEn un universo distinto al nuestro, en el planeta marino Salinen, existía lo que allí se conoce como El santuario teluren. Abundaban leyendas sobre este, pero solo una entre tantas era cierta: hay un ser venerado cual dios y capaz de crear vida. Un...