Un sueño, una pesadilla

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Sarada veía fijamente hacia un punto en particular o más bien hacia algo: a un gato anaranjado olisqueando su biberón con leche goteando desde la punta hasta el piso. Era como si aquella bebé pelinegra lo asesinara con la mirada.

Mientras tanto, una pantera recargada en el pequeño asiento-cama de la bebé que movía la cola a un ritmo relajante, observaba detalladamente a Sarada, anhelando tocarla con su nariz rosada.

"¿A quién crees que Sarada-chan se parezca más, a Sakura-san o Sasuke-nii?" preguntó Hinata qué aún estaba ensimismada con la criatura.

"No se parece a Sasuke-Teme, eso es seguro", bufó en maullido a sabiendas que una bebé tan tranquila como Sarada no se figuraba en nada a su oloroso, feo e idiota humano.

"Yo pienso que se parece mucho a Sasuke-nii, pero su cara es como la de Sakura-san". La bebé seguía mirando al ojiazul, seguramente esperando lo inevitable y que efectivamente llegó...

Naruto lamió la punta del biberón.

"Euh, no pruebes esta cosa Hinata, sabe horrible dattebayo", maulló intentando limpiarse la lengua lamiendo sus patas.

–¡Naruto! –La voz de Sakura resonó por las cuatro paredes de la sala, erizando los pelos del gato en el proceso– ¡¿Cómo pudiste tomar del biberón de Sara...?! –Sus quejas fueron interrumpidas por el sollozo de una bebé asustada por tanto barullo de su pelirrosada madre–, ouu Sarada, lo lamento, te espanté... –Inmediatamente la pelirrosa la tomó en brazos con gesto culpable– lo siento mucho amor, mamá se enojó con gatito travieso. Ya sabes que Naruto hace que mamá se saque de quicio, es que él es muy...

La señora Uchiha, cargando a su hija, se encaminó a la cocina hablándole amorosamente a su llorosa pequeña, dejando a dos felinos algo perplejos. Naruto cabizbajo con la cola entre las patas, fue a lado de su amiga que le dirigía comprensión en su mirada.

"Sakura-chan ha estado muy, eh, voluble últimamente" ronroneó con tono triste y Hinata al verlo quiso animarlo.

"Ta-Tal vez sea porque ya es mamá y tiene que ser más atenta con Sarada-chan", explicó con entusiasmo queriendo contagiarselo a su amado.

"Entonces mientras más tiempo pase con Sarada-chan, más pronto me olvidará", concluyó. Ahora el revoltoso gatito no sólo se veía triste, sino que incluso todo su pelaje estaba impregnado de su dolor con sabor a abandono: "Ella ya no me querrá".

El inseguro felino se recostó en el suelo con aire depresivo.

"¡No digas eso Naruto-kun! Sakura-san te quiere mucho", siempre que Hinata veía sufrir a su ojiazul, le pesaba en su corazón. Así que, dispuesta a sacarlo de aquel engaño tortuoso que él mismo se había creado, acarició cariñosamente con la pata una oreja anaranjada suya y exclamó: "Siempre has sido especial para ella... Ni-Ninguno que te conoce bien dejaría de quererte".

"¿En verdad crees eso, Hinata?" se levantó rápidamente y su rostro estuvo muy cerca de la cara de la peliazul. Movió la cola fervientemente.

"S-Sí. Sí lo creo", maulló segura y sin embargo con una pizca de timidez.

¡Estaba muy cerca!

"Ya sé. Afuera. Sí..." Él saltó de pronto al pronunciar estas palabras que provocó sin querer escalofrío en su amiga. "Iré afuera... Tal vez encuentre un obsequio para Sakura-chan. Si lo logro, ella recordará el amor que siente por mi. Incluso si tengo suerte, ella me querrá aún más", al decir esto, rodeó a su amiga dando saltitos en el proceso. Luego se puso justo a la par de la peliazul, bigote a bigote, y tomó su cola con la suya; haciendo de éste un gesto de agradecimiento. "Hinata, tú siempre estás cuando más lo necesito".

Hermosa gatita, Travieso gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora