Papi o mami

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"Mamá, mira. ¡Mami, oyeme!... ¡¡Oka-chan hazme caso!!" La gata no respondía pues estaba atendiendo a sus otros gatitos, claro que eso al gatito no le importó. "Mami, mami, mami, mami, mami", la bolita rubia se enfadó tanto que hizo un mohín. "¡Oka-chan, oka-chan, oka-chan, veme, veme, veme, veme, ve-!"

"¡Ya te oí Naruto, deja de gritar!" 

"Tú estás gritando".

"Porque tú gritaste primero dattebane".

"No es cierto dattebayo".

Kushina tuvo que tomarlo entre sus dientes para alzarlo y devolverlo a la cama con sus hermanos. 

"¡Mamá!" Gruñó enfadado.

"¡Basta! Has estado muy travieso mínimo, debes comportarte. Ahora quédate quieto que voy a lavarte".

"No quiero, ¡no me gusta que me laves!" 

Su cola y sus huellitas fueron lamidas sin descanso por su imperiosa madre pelirroja, sin embargo su tarea era impedida por las patadas certeras de su hijo más problemático.

"¡¿Puedes dejar de moverte de una vez!?"

"No quiero, no quiero".

"¡Por todos los gatos Naruto! Ningún humano te va querer si sigues con esa rebeldía".

"Yo no quiero a ningún humano. Sólo te quiero a ti".

Después de un minuto quieta de la impresión, a Kushina se le salió una lágrima.

"Yo también te quiero mi rayito de sol". No quería pensar en el momento en que ya no podría ver a sus bebés crecer. "Pero no podremos estar juntos siempre".

"¿Por qué?"

"Porque… No lo sé”, restregó su rostro al diminuto de él, impregnando su aroma, “así son las cosas".

"Pues yo siempre, siempre estaré contigo dattebayo".

"Lo sé mi rayito", no quería olvidar esos ojitos del cielo en su vida. "Yo siempre estaré en tu enorme y travieso corazoncito".

Sin aviso previo, lo metieron en una caja junto sus hermanos. No pudo ver a su mamá, ni escucharla. Sólo pudo apreciar el color del cielo en sus ojos cuando empezaron a llegar personas con sus papeles verdes y croquetas de oro a llevarse a cada uno de sus hermanos y hermanas de pelajes rojos y amarillos.

"Oka-chan…" Lloró a pesar de que su mamá le había dicho que no lo hiciera. Que siguiera adelante. No podía ir a ningún lado si estaba solo y encerrado.

Después de varias horas, llovió y cuando lo hizo de repente se encontró cobijado en los brazos de su humana peli cerezo. 

–Estarás bien pequeñín. Yo estoy aquí. Yo te cuido.

Sus jade eran bellos y reconfortantes. Sus regaños, familiares. Su amor era como un rojo de habanera sangrienta.

Rojo.

Roja era la sangre que empapaba su cuello cuando Madara lo mordió y logró escaparse de su mandíbula.

Había rocío de carmín en el suelo. No era la suya. Era Neji, quien igualmente escapó del destino final gracias a que el mismo Naruto le correspondió en su ayuda al rasgar el ojo del can. 

Salieron corriendo. Naruto gimió de dolor. Se le nubló la vista. Estaba sofocado.

Se mordió la lengua y despertó del trance antes de que el perro lo alcanzara con sus garras.

"¿Te sientes muerto?" Preguntó burlón el perro, como si su nueva herida no lo afectara. El gato jadeaba. "Porque parece que estos son tus últimos suspiros".

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2023 ⏰

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Hermosa gatita, Travieso gatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora