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—¡Ah!

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—¡Ah!

Su piel perlada de sudor, se movía a causa de las arremetidas que le daban a su cuerpo. Su mente nublada por el deseo y sus ojos desbordando leves lágrimas de placer.

¿Dónde había salido mal su plan?

—Me gusta...— jadeó mientras se aferraba al cuerpo contrario, temía caerse—. ¡Ah! ¡N-no...!

Los gemidos cada vez fueron más difíciles de controlar por el ritmo rápido que Damian comenzó.

—Anya...— jadeaba levemente.

No podía controlarse al escucharla gritar su nombre. Apretaba sus dientes por el placer que le causaba, tenía sus manos aferradas a las piernas de ella para evitar que se caía mientras la embestía constantemente.

—¡Damian! — gimió su nombre con fuerza mientras una oleada de placer la recorría de pies a cabeza, clavó sus uñas en su espalda y, se removió a causa del enorme placer del orgasmo.

—Ugh...

—¡Ah! — sin pensarlo clavó más sus uñas al sentirlo aún más profundo.

Luego de ese sentimiento sintió un extraño líquido la llenaba nuevamente. Sus respiraciones eran irregulares. Anya se recostó en su hombro al ya no tener fuerzas, su cuerpo temblaba levemente. Soltó un pequeño gemido cuando aquel intruso salió de ella. Sus párpados comenzaban a cerrarse, aunque hacía lo posible para no caer ante el sueño. Sentía como cargaban su cuerpo hasta su habitación, después sintió la suave comodidad de su cama.

No debía dormirse...

—¿Tienes sed? — preguntó Damian con una pequeña sonrisa.

Aún con cansancio, Anya asintió. Lo vio desaparecer de su habitación. Su cuerpo poco a poco cobraba fuerzas para levantarse.

Damian volvió con el vaso de agua y, nuevamente salió diciéndole que haría la cena. Agradeció ese gesto porque su estómago comenzaba a exigirle algo de comida. Cuando ya sintió sus fuerzas renovadas, fue directo a darse una ducha. El agua templada cubría todo su cuerpo, se recostó en la tina para procesar bien lo que estaba ocurriendo.

Hace dos días, cuando se acostó por primera vez con Damian, había pensado que solo esa vez ella accedería a algún encuentro íntimo con él. Sí, estaba intentando amarlo, pero eso no quería decir que se iba a seguir acostando con él. Esa noche había malinterpretado el consejo de su amiga y, esperaba haber logrado su objetivo.

Visitar la mansión Desmond.

Logró ver las manchas rojas de su cuerpo que aún no se borraban.

| ¿Por qué...? |

Mientras tallaba su cuerpo con la esponja se cuestionaba por qué no odiaba todo eso. ¿Por qué sentía un cosquilleo cuando veía esas marcas? ¿Por qué se sentía orgullosa de haber dejado marcas visibles en él?

➻  𝑰𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒍𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora