612 45 5
                                    

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

╔╦══• •✠•❀ - ❀•✠ • •══╦╗

—¿De verdad no hay otra manera?

—Te entiendo, pequeña, suena difícil, no, es difícil— con seriedad la mujer frente a ella junto sus manos—. Dejar atrás los recuerdos de las personas que tanto quieres, no es fácil. Lo digo por experiencia.

—...

Sintió como un agujero se creaba en su pecho y le infundía miedo. En un suave murmuró pidió algo de tiempo para pensar mejor las cosas. Sylvia, sin mostrar alguna expresión en su rostro, le dio tres días.

Fueron tres días sumamente pesados y largos para ella, sin embargo, en la noche del primer día, tomó su decisión. Esa noche se desveló como nunca, su único pensamiento rondaba en el: “si lo olvidaré todo, al menos quiero leer algo que yo misma escribí.” Ella misma se contaba su propia historia y, qué la orillo a eso, tenía justificativo y en cada página lo recalcaba.

«Es por mi bien...»

«Es por el bien de mí corazón.»

Su corazón fue sincero en cada carta, fue honesto como nunca antes lo había sido. Hablaba de todos, hablaba de lo grandioso que fueron sus padres, hablaba de sus grandes hazañas para ayudar a su padre que jamás fueron recompensadas, hablaba de la mala, por no decir horrible, comida de su madre, sin embargo, era hecha con amor. Hablaba de las locuras de su mejor amiga, una amiga que la quería como su hermana o simplemente quería ganársela para cuando fuera su madrastra. Y, al final, hablaba de un niño, que actualmente ya era un joven apuesto, que le causaba un sentimiento extraño y deseaba no nombrarlo, fue el objetivo de su padre, por eso cada que lo nombraba le daba las gracias, porque si no fuera por tener casi la misma edad, su padre jamás hubiera acudido a un orfanato, debía agradecerle, aunque él no supiera lo mucho que eso significó en su vida.

Cuando su mano comenzó a punzar de dolor, se dio cuenta de la hora, faltaba poco para que fueran las seis de la mañana. Con sorpresa vio el cielo, azul oscuro que se iba aclarando, en ese instante, lo único que pensó era que ese cielo la representaba, que su única salida era la claridad, el sol, que iba a iluminar la mañana.

Con cuidado y sin hacer ruido, alcanzo una caja que iba a servir para guardar sus cosas. Acomodó cada carta, en orden y, para quien iba dirigida, luego su diario que muy rara vez uso, pero ahora le iban a servir esos escasos días que se tomó su tiempo para escribir en el. Al final, fotografías con su familia, con amigos, con Bond, sola...

Una pequeña lágrima traicionera rodó por su mejilla y su corazón le susurraba si es qué estaba tomando la decisión correcta.

«¿Te arrepentirás?»

—No...— negó frotándose los ojos.

«El futuro puede cambiar...»

Sí, eso lo sabía.

➻  𝑰𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒍𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora