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Ahora se cuestiona qué debía hacer a continuación, solo había seguido su instinto y, ahora que estaba sentada en sus piernas, se preguntaba: “¿Qué debo hacer

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Ahora se cuestiona qué debía hacer a continuación, solo había seguido su instinto y, ahora que estaba sentada en sus piernas, se preguntaba: “¿Qué debo hacer...?”

Podía mover las caderas para causar fricción en sus intimidades, no obstante, la vergüenza ya estaba llegando a ella. Sus labios seguían unidos formando una danza que cada vez se volvía más fogosa.

—Da-damian...— murmuró su nombre cuando sus labios se separaron por unos pocos centímetros—. ¡…!

Un escalofrío extraño le recorrió todo el cuerpo cuando la mano de Damian acarició con cuidado su espalda, era una corriente extraña que le recorría cuando esas manos la acariciaban con tanta suavidad. El rostro de él acercándose a su cuello la hizo jadear y aún más cuando sus labios se enterraron ahí.

¿Así se había sentido Damian cuando ella lo hizo?

Era una sensación dulce, pero a la vez electrizante. Gimió cuando su piel fue perforada con delicadeza, seguro eso dejaría una marca, estaba haciendo lo mismo que ella hizo. Soltó un suave chillido de sopresa caundo ahora sus manos acariciaban sus muslos y cada vez iban subiendo debajo de la ropa, se aferró a su cuello jadeando del éxtasis.

—Anya— gimió en su oído cuando la apego más a él juntando sus caderas.

Su cuerpo temblaba y respiraba fuertemente, se tensó cuando sintió como su mano iba a la cremallera de su vestido. El sonido que produjo resonaba en la silenciosa habitación, el vestido de tela suave cayó directo a su cintura dejando a la vista su parte superior desnuda, solo la cubría el sujetador. Con su mente nublada trataba de encontrar la respuesta de su nerviosismo por la mirada de Damian en su cuerpo, ya en varias ocasiones había estado así frente a otros hombres por sus misiones, claro, nada llegaba más allá de eso, era un método de seducción que siempre acababa con somníferos.

Apretó sus labios cuando la punta de los suaves dedos de Damian comenzaron a acariciar su estómago todo con delicadeza, pero eso ocasionaba un escalofrío en su cuerpo. Comenzó a besar sus hombros, todo lentamente, las tiras de su sujetador ya no estaban en su lugar, gimió en su oído cuando su piel fue nuevamente perforada por su clavícula.

El aire lo sentía caliente, la respiración de Damian en su cuerpo era caliente igual que la suya.

—¿Puedo...? — lo escuchó murmurar jugando con el broche de su sostén.

Desvió la mirada llena de vergüenza, asintiendo lentamente en el proceso. Debía terminar todo eso, ya lo había decidido, esa noche se entregaría a Damian en cuerpo y alma, esa noche lo amaría aunque su corazón dijera lo contrario.

No, era su mente quien le decía lo contrario.

Sus pensamientos se esfumaron cuando el aire frío la golpeó, con vergüenza se cubrió sus pechos que ya no traían protección. Se sintió idiota por perderse en sus pensamientos en un momento como ese. Los besos de Damian en sus brazos y cerca de sus pechos, ocasionaban que sus fuerza titubearan y, que, poco a poco su cuerpo fuera descubierto.

➻  𝑰𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒍𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora