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El clima era fresco, el suave aire arrastraba débilmente las hojas caídas de los árboles del parque

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El clima era fresco, el suave aire arrastraba débilmente las hojas caídas de los árboles del parque. Ella, con el celular en la mano pegado a la oreja, se sentaba en una banca cercana a los juegos mientras bebía lo último que le quedaba del refresco que compró cerca del hospital.

—Sí, ya recogí los exámenes— volvió a repetir.

—Esperemos que está vez las pastillas si logren estabilizar tu presión.

—Igual los mareos estaban como efectos secundarios— rió un poco—. Aunque ya no los tenía, me sorprendió un poco.

No te mueras, Anya— sollozó falsamente causando una risa en la nombrada.

—No te preocupes, seguro no es nada grave— dijo—. Ya en unos días me tienes a tu lado, vivita seguro.

—¡Ya estoy contando las horas!

—Al fin ya soy libre, Becky. Podemos hacer el viaje que siempre prometimos como vacaciones.

—Sí, por favor. Ya estaba enojada porque tus viajes eran por misiones y no vacaciones, sumándole que yo no estaba incluida.

—Trabajo es trabajo— se encogió de hombros—. Lo bueno que con mi dinero ahorrado podré vivir tranquilamente sin tener que trabajar.

—Igual pensaba mantenerte, seré tu sugar mommy.

Ambas rieron fuertemente.

—¿Sabes que ese tipo busca solamente sexo sea hombre o mujer? — cuestionó.

No te preocupes— rió—. Me pagas cocinando.

—Carajo...

Nuevamente Becky soltó una risa.

—Bueno, me tengo que ir, Anya. Me alegra que al fin hayas dejado la organización sin ningún problema.

—Muchas gracias por siempre estar conmigo, Becky. Cuídate.

Anya colgó después de la despedida de su amiga. Suspiro viendo el cielo, estaba cómodamente sentada en la banca del parque cercano al hospital que siempre acudía. Veía los resultados en su mano, no había necesidad de abrirlos, solo eran chequeos que se hacía de vez en cuando para ver su estado a causa de la pérdida de memoria que tuvo al dejar su “poder”.

Después de terminar el jugo en lata que tenía, decidió abrir los resultados de sus exámenes. Había un total de cuatro hojas y, como había pensado, todo era igual a los exámenes anteriores. Por lo que veía, tan solo había sufrido un poco de presión alta, algo no tan grave. Siguió leyendo hasta que llegó a una parte que nunca había estado en sus exámenes. Por curiosidad decidió llamar al hospital donde siempre era atendida.

—Buenas, ¿podrían ayudarme con la doctora Amelia Davies?

—Claro, en unos momentos transferirán su llamada.

➻  𝑰𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒍𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora