Capítulo III

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20 de julio de 2023.

Los robles lucían exuberantes, sus hojas verdes brillando bajo el sol; las aerolíneas estaban desbordadas, y las calles se llenaban de pantalones blancos y las eternas filas para comprar paletas o sandías. En el hemisferio norte, se celebraba el mes nacional del helado, donde la vainilla reinaba como el sabor más solicitado, dejando al chocolate en un distante segundo lugar. El verano había llegado con su tráfico infernal en el bullicioso centro de la ciudad de Colintte, donde vivía Kai (el malhumorado sujeto).

La locura reinaba en el ambiente. Kai observó desde la parte trasera de su Audi blanco cómo se producían dos robos a plena luz del día: uno a un joven al que arrebataron la bicicleta y otro a un hombre al que le sustrajeron artículos del carro.

Intentó mantener la calma ante tal caos mientras bebía agua durante su descenso del auto y caminaba hacia la entrada del centro comercial; era una medida para mantenerse hidratado y evitar una posible migraña.

Al revisar su teléfono no encontró mensajes importantes. En cambio, esa semana había recibido múltiples llamadas insistentes de su madre, quien no cesaba de llamarlo. Su madre lo amenazaba constantemente con recordarle lo desafortunado que era tenerlo como hijo. A menudo lo describía como:

"Borracho, inútil, incapaz de mantener una relación con una mujer decente; despilfarrador y mentiroso nato".

Esas palabras habían resonado en una cena navideña frente a veinte personas más, donde su padre no tuvo reparos en catalogarlo también, y su madre secundó efusivamente.

Por ello, el mentiroso por excelencia había emprendido recientemente una misión personal. Destinada a dar un rostro a una mentira reciente que lo perseguía. Era un embuste difícil de sostener y a punto de caer; hasta que tuvo su golpe de suerte.

Se aventuró por diversos lugares en busca de ese rostro ideal que acompañara sus ficticias historias: visitó bares, clubes deportivos, zoológicos, circos y cines...

Sin embargo, no encontró nada y decidió que no se rendiría tan fácilmente. Preferiría dispararse en la cabeza antes que aceptar que todo era un engaño.

Por eso estaba nuevamente en el centro comercial: persiguiendo otra oportunidad.

Pasó todo el día ahí dentro, con la mirada fija en el suelo y observando por encima de sus lentes oscuros mientras buscaba a una mujer especial para un trabajo aún más especial. Caminaba frustrado por no haber tenido éxito. Intercambió algunas miradas y palabras con varias mujeres, pero todas parecían demasiado ordinarias. Justo entonces sonó su teléfono:

—Mi señor, ha pasado algo muy extraño en la villa Gandas —dijo el hombre preocupado del otro lado de la línea.

—Dime Justin.

—Alguien ha entrado a la mansión y ha teñido de color rojo una de las fuentes.

—¡Qué locura! —expresó Kai, con gracia.

—No, mi señor, el agua está teñida con sangre —Kai apretó la mandíbula—. Y han dejado una nota con la letra L acompañada de los números 18 y 20. ¡Fue el Anónimo! —dijo; los ojos de Kai se abrieron como dos lunas llenas—. Parece que de nuevo es una cita bíblica.

—No puede ser posible —murmuró Kai tan bajo que Justin no entendió lo que decía "Su señor".

—Mi señor, al revisar la Santa Escritura hemos encontrado que en Levítico 18:20 dice:

"No te acostarás con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella".

Kai se quedó paralizado, sintió como la piel del cuerpo se le erizó y la sangre la sintió helada.

MALO HASTA LOS HUESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora