Curioso...

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Bien ya estaba, no entendía la razón por la cual se despertó temprano ese día, si claro el siempre suele madrugar para entrenar y hacer sus deberes como gobernante. ¡Pero no para visitar nuevamente la casa del gusano de Spicer! Dios toda esta situación lo tenía fastidiado y lamentablemente ya no podría volverse a dormir por lo que a esa hora, cinco y media de la mañana, se pondría a investigar sobre la extraña situación del pelirrojo.

Para otros puede ser algo normal, pues los humanos son frágiles y sus cuerpos no duran tanto. Pero para alguien como Jack Spicer quien sorprendentemente para todas las cosas que pasaba en los duelos, nunca parecía estar afectado por las condiciones por las que pasaba. Así que verlo ayer de un pálido enfermizo, ojeras y cuerpo claramente débil... Era algo que sinceramente no se lo esperaba para nada.

El dragón inmortal sacude su cabeza sacando todos los pensamientos que tuvieran que ver con el genio pelirrojo de su cabeza, los cuales eran bastantes, y se encamina a uno de sus jardines para entrenar antes de ir nuevamente a su casa a verlo.

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Y ahí estaban, en chico de ojos rubís y el hombre al que tanto admiraba juntos, se veían fijamente a los ojos con un deseo y cariño claros.

Se comenzaban a acercar lentamente mientras cerraban los ojos, sus alientos comenzaban a mezclarse y la tensión era clara, Jack podía sentir el calor del príncipe Heylin aún a través de la armadura.

- Chase yo.... Yo siempre... Siempre te e querido decir - Comenzó el pelirrojo en lo que la distancia de hacia más y más corta - Te... Yo te-

Al entre abrir los ojos un momento vio como el dragón se había alejado de su lado y lo observaba con unos ojos de repudio absoluto, completamente distintos a los amables de hace unos intentes, solo estaba ahí parado a una gran distancia de genio malvado y Jack comenzó a correr tras de el gritando su nombre una gran cantidad de veces, más el otro no daba indicios de detenerse para nada.

Es cierto, esta era la verdad... Su realidad, no podía vivir en su ilusión infantil por mucho tiempo. Esta era su verdadera relación y nada iba a cambiarlo...

Jack Spicer abre los ojos al sentir el calor del sol sobre su cara, aunque los vuelve a cerrar instintivamente por la gran cantidad de Luz que ahora hay en su cuarto, cuando ya pudo acostumbrarse los abrió nuevamente encontrándose con Alex dejándole su desayuno al lado.

- ¿Que eres ahora, mi mayordomo que harás esto todos los días? - El albino se acomoda un poco ahora sentándose en la cama para poder desayunar mejor.

- Solo estoy ayudando a mi querido amigo, ya que soy de los pocos que tiene el "privilegio" de llamarte así - Contesta con tono bromista en lo que le pasa una tasa de café con leche - Además sabes que amas mi compañía.

- Si, pero no es como si estuviera inválido tampoco Alex - Ríe aceptando la tasa y comenzando a ingerir el líquido con calma.

- Estas ansioso porque el príncipe guapo valla a venir hoy también - Comenta sin mal el chico del piercing en el labio haciendo que su amigo casi escupa su desayuno por la sorpresa y la vergüenza - Jajaja lo sabía, hay que tierno eres jajajaja

El genio no contesto nada, solo se quedó en silencio avergonzado mirando su taza y entonces recuerdos de su sueño golpearon a su cabeza haciendo que su humor decayera un poco, ¿Enserio vendría Chase hoy también a verlo? El dragón en realidad no le había dicho nada de eso, solo fue algo que se dio a entender y que su antojo Alex le había dicho.

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Ya eran las nueve de la mañana, llevaba cuatro horas entrenando se encontraba bastante sudado y para él inmortal ya era una hora prudente, además ya se le había acabado la paciencia por lo que apenas se puso su armadura se teletransportó a la mansión Spicer. Pero no se encontraba en la habitación del joven albino, no, estaba en una sala de paredes grises y blancas parecía una especie de sala de estar solo que bastante vacía.

¿Por qué me cuidas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora