Mí Jack Spicer

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        ¿Qué? ¿Qué es lo que había dicho? ¿ Qué Jack.... No estaba? No entendía porque, aquello era obvio no lo había visto pasearse por su ciudadela en semanas, ni lo vio en los pocos duelos a los que fue. Pero aquellas palabras de su dragón le habían caído como balde de agua fría, era como si recién hubiera notado lo vacío que era todo sin aquel pelirrojo, sintió una cierta opresión en su pecho bastante molesto.

    Negó repetidas veces, no no no, no podía ser cierto que estuviera tan alterado solo por aquel niño molesto.

    Solo fijó su mirada al frente y siguió su camino ignorando la aún constante voz del dragón que preguntaba de paradero el albino, para poder aclarar sus ideas y descansar de una vez por todas. Ya mañana vería que hacer.

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    En otra parte, en una habitación en la que poco llegaba la luz del sol debido a unas cortinas gruesas de colores grises cerradas. Se encontraba un conocido pelirrojo de ojos rubíes.

    Tenía la cara en tonos leves de rojo, estaba todo sudado, incluso su pelo estaba levemente húmedo y cada tanto soltaba un jadeo de cansancio.

     Sentía que ya no podía más con nada, su mente estaba hecha un desastre al igual que su boca, de la cual sentía que su saliva se hacia cada vez más abundante y también cálida, que tal vez en una de esas se le escurría hasta su barbilla y garganta.

    Escuchó la puerta siendo tocada y casi enseguida sin esperar una respuesta, una persona entró con una sonrisa divertida en el rostro mientras se le acercaba a paso lento ....

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    Ya era un nuevo día para el Príncipe Heylin, y lamentablemente para varios de sus sirvientes, despertó de muy mal humor.

      Incluso cuando estaba durmiendo no podía evitar soñar con aquel joven albino que le era muy insistente con lo de ser su aprendiz y lo halagaba constantemente, soño con todas sus ausencias durante los duelos y en las últimas semanas , lo extrañamente vacío que lo hacía sentir. También soñó como cuando se encontraban finalmente, Jack lo miraba con indiferencia y empezaba a alejarse lentamente sin que el pudiera hacer algo para detenerlo... Pero ¿Por qué querría detenerlo?

      Por lo que no se encontraba muy feliz que digamos, todos los habitantes de la ciudadela tuvieron la mala suerte de ser víctimas del estado de humor de su amo.

     En un momento Wuya llegó con el, y le empezó a intentar sacar tema de conversación, aunque era obvio que el no estaba de ánimo para esas cosas.

     — Chase en serio deberías ir a más duelos, así derrotaremos más fácilmente a esos tontos monjes — Mencionó mientras se apoyaba en el hombro del draconiano con confianza.

     — Ya lo eh dicho, yo no necesito de la ayuda de los Wus, no como tú y podría derrotar a los monjes sin que tu te entrometas — Dijo fastidiado y apartando su hombro para que la mujer lo dejara.

     — ¿Y por qué no lo has hecho todavía? — se arrepintió de lo dicho al sentir la mirada asesina que recibía de parte del Lord Heilyn.

      Soltó un suspiro ya resignada, decidió cambiar de tema. Estaba aburrida y por eso había venido a conversar con Chase. Pero este mismo no hacia más que responder de manera directa y con claras intenciones de no formar una conversación amena con ella, incluso estaba yéndose algún lugar a entrenar a sus felinos o alguna cosa así y ya estaba un poco desesperada.

¿Por qué me cuidas? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora