Tree

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—¡Basta Spreen!—Dijo molesto Rubius

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—¡Basta Spreen!—Dijo molesto Rubius. —Tengo que cambiarte el pañal, te guste o no...

Hace más de veinte minutos Rubius peleaba con un pequeño Spreen que se rehusaba a querer usar pañal.

—¡Llegue!—Se escuchó a Vegetta y al instante Spreen empezó a balbucear feliz.

—Maldito mocoso, prefieres a ese viejo antes que a mi, yo que soy quien te dio la vida—Dijo indignado viendo cómo Vegetta entraba al cuarto.

—¿Que pasó?—Pregunto Vegetta.

—Tu hijo pasa, no me deja ponerle el pañal.

—Venga Spreen, no seas malo con mami.—Tomo el pañal y Spreen se dejó poner el pañal, ¿se nota el favoritismo?

—Puff, se te va a ofrecer...—Dijo Rubius en un susurro mirando a su hijo con los ojos entrecerrados, si, celos.

La familia ahora estaba preparando la comida mientras Spreen los veía con una pequeña sonrisa, el ambiente era tranquilo, hasta que escucharon el timbre sonar, Vegetta se acercó y abrió la puerta, encontrando a un pequeño con una pequeña maleta y una cara llena de lágrimas.

—¿Está todo bien pequeño?

—¿U-usted es el héroe Vegetta?—Pregunto el niño de pelo negro con timidez y se notaba en su voz que había llorado.

—Si, soy yo, ¿te perdiste?

El pequeño niño empezó a llorar en silencio mientras le entregaba una carta al mayor. Vegetta lo invito a pasar ya que estaba oscuro y empezaba a ser peligroso para el niño.

—¿Quien era amo-?

Sus palabras quedaron al aire al ver al pequeño pelinegro al lado de Vegetta.

—Amm- Vege, ¿quien-?

—Espera, vamos a la sala. Pequeño emm-

—Missa, soy Missa.—Dijo el pequeño limpiando sus lágrimas.

—Si, Missa, espéranos aqui, ¿si?

Asintió en respuesta y los dos mayores fueron a la sala. Al llegar Rubius miró con confusión a su esposo.

—¿quien es él?

—No lo se, estaba en la puerta y no lo pude dejar ahí afuera, me dio esto— Le mostró la carta, "Para Vegetta" se leía.

Ambos empezaron a leer la carta.

Para Vegetta.

Vegetta, se que me dejaste atrás, se que ya tienes una familia, lo sé, me da mucha felicidad, pero, creo que es el momento de decirte que, Vegetta, Missa es tu hijo.
Lamento no decírtelo antes, te lo quería decir, pero, me enteré de tu nueva familia y no quería molestarte, pero ahora, yo no puedo cuidar de Missa.
Te lo ruego Vegetta, por los buenos tiempos, cuida de Missa, es lo único que te pido.
Me detectaron una enfermedad, estoy muriendo cada día más, me temo algún día dormir y no despertar, Missa es muy indefenso, no lo fuerces, tenle paciencia, aprende rápido, pero es algo miedoso.
Dale amor, le gusta mucho la música, no es muy ágil, el es más pasivo.

Él es alguien bastante importante, no lo digo porque es mi hijo, lo digo porque es descendiente de los viejos Dioses, lo escogieron a él, pero me llevan a mi, no lo culpes, fue mi decisión, tiene un gran corazón y un gran futuro.

Te lo ruego Vegetta, ámalo, protégelo, enséñalo y tenle paciencia, te lo pido, por nuestro viejo romance.

Simplemente tuya, Miriam.

La pareja se miró entre sí, Vegetta sentía sus ojos picar y Rubius le daba una mirada de lastima y confusión.

—¿Que vamos a hacer?

—Irnos.

—¿¡que!?

—Lo que escuchaste, ahora tenemos que cuidar a dos pequeños y ya viste todo loq te quiere hacer Quackity, no estamos a salvo, a parte, tengo que buscar algún familiar de Miriam, nunca supe si los tenía, pero no perdemos nada en buscar.

—Pero Spreen está muy pequeño para viajar por todos los servers.

—Ustedes se quedarán en un server argentino, ahí es más tranquilo, yo buscaré con Missa algún familiar de él, nos vamos en dos dias.

Rubius asintió decidido y ambos fueron a la cocina topándose con un Spreen y Missa jugueteando, Spreen lucia muy entretenido y feliz con la presencia del chico mayor. Los observaron con ternura y ahí ambos se dieron cuenta que a pesar de no ser familia completamente sanguínea, iban a ser muy felices juntos.

 Los observaron con ternura y ahí ambos se dieron cuenta que a pesar de no ser familia completamente sanguínea, iban a ser muy felices juntos

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