Me siento en el lateral de mi cama, sigo sin creérmelo, está delante de mí y no dice nada, hay mucho silencio pero no es incómodo. He pensado muchas veces cómo sería este momento pero nunca me imaginé que sería así, en un hospital conmigo hecho mierda.
Ella se sienta en una silla enfrente de mí y empieza a hablar ya que yo me he quedado sin palabras:
-Hace mucho tiempo que no nos vemos, ya echaba de menos ver tus ojos...
-¿Mi madre te ha pedido que vinieras verdad?- Le digo interrumpiendo con un tono borde
-Sí, me lo ha pedido por favor, me ha dicho que no estabas bien, y he venido para ayudarte.
-No necesito de tu ayuda- La verdad lo que le contesto no lo estoy pensando mucho, no soy capaz de pensar con claridad con todos los medicamentos que llevo encima ahora mismo.
-No te la estoy ofreciendo, te voy a sacar de esta tal y como hiciste tú tantas veces cuando éramos pequeños. Porque a pesar de que eres un año mayor me aceptaste y no dejaste que me hicieran daño. Si tu no llegas a existir yo no soy así...- Una lágrima asoma por sus ojos, sé que me hecha tanto de menos como yo, pero no soy la misma persona, soy muy distinto. Sigo siendo el chico que repitió en cuarto de primaria pero no soy el mismo que reía en el parque con cualquier cosa.
Vienen a mi mente todos los recuerdos de los que ya no me acordaba, la primera vez que la vi...
Sexto de primaria; era un lunes a la hora del recreo, yo andaba como siempre solo tirando a canasta intentando meter alguna y observaba como los chicos se reían de mí. Me siento apoyando la espalda en la pared porque estoy muy cansado; todavía faltan quince minutos de recreo y ya no tengo ganas de jugar asique me pongo a darle vueltas al balón entre las piernas. Cuando aparto el balón veo a una chica rubia rodeada por un montón de niñas, parece que no está muy bien y entonces me fijo que las otras niñas le están cortando pequeños mechones de su precioso pelo. Me levanto corriendo a detenerlas, aunque no soy muy grande hago lo que puedo y me pongo a gritarles:
-¡Estaros quietas! ¿Es que estáis locas o qué? ¡¡Por qué no la dejáis en paz envidiosas de mierda!!- Ellas se dan la vuelta y me miran con cara asesina, no soy capaz de reaccionas la verdad no sé cómo he podido decirles eso... Una se dirige a mí diciéndome:
-¡Cállate repetidor! ¡Que no vales para nada en esta vida! No eres quien para decirme qué he de hacer.- En ese momento le pego un puñetazo que hace que le sangre la nariz, no me siento mal por haber hecho eso, y sale corriendo. Me acerco a ella, la chica de un año menos que está en mi clase, tiene el pelo destrozado por culpa de esas niñatas; está llorando a moco tendido y creo que ni siquiera se ha dado cuenta de que se han ido. Me siento junto a ella dejando mi balón a un lado y le doy un abrazo de consolación, ella instintivamente me lo devuelve y le susurro al oído:
-Tranquila no llores más, ya ha pasado.-Le doy un beso en la mejilla para hacerle sonreír y le coloco el pelo como puedo. Ella me aparta el mío que me cubre el ojo después de que le haya dado a la otra niña. – ¿Quiénes eran?- Le pregunto, aunque ya se la respuesta
-Unas niñatas que nunca me dejan en paz, creo que le has dado bien fuerte a Celia... Si se lo dice a su padre te van a echar del cole.- Me dice preocupada
-No te preocupes por mi ¿Beatriz? Creo que te llamas así, aunque soy muy malo para los nombres
-Sí, jajaja o eso eh lo que dise mi carneh de identidah- Me dice con su acento andaluz que le sale de vez en cuando
-Bueno pues no te preocupes por mí, que si me dicen algo yo cuento mi versión y consigo que se arregle todo, o me expulsan unos días que tampoco me importa mucho... Jajaja- Hecha una sonrisita que me permite ver los brackets que lleva aunque pienso que no le quedan mal. Es muy guapa aunque la gente no se lo cree. Parece buena gente y no tiene muchos amigos, como yo.
Pasados diez minutos vamos a la fuente para lavarle la cara y le doy un clínex para que se suene los mocos que se le han formado al llorar. Nos ponemos a jugar un rato al baloncesto; y no se le da nada mal, es más, me enseña un par de cosas que consiguen que meta un par de canastas. Cuando pitan nos subimos a clase y me pide que me siente a su lado en clase de mates, yo por supuesto le digo que sí.
-Es un momento muy bonito en un lugar horroroso- Le comento rompiendo el silencio que se ha creado.
-No lo creo- Me responde. –Es cierto que aquí muere gente pero también se salvan muchas vidas, y se trabaja por hacer que otras duren más de lo que se ha previsto. Aquí ocurren la mayor parte de los milagros... -No puedo resistirme más, se ha sentado a mi lado y se está acercando más a mí... Cierro los ojos y lentamente me acerco y le beso, le beso con todo mi alma, no se aparta. Unimos nuestros labios con pasión sin dejar que se separen, intento memorizar este momento, inmortalizarlo para siempre en mi mente, probablemente el momento más feliz de mi vida. Nos tenemos que separar para respirar, pero ella no parece querer repetirlo... Se aleja y abre los ojos, parece preocupada y entre risas me dice:
-Sabes a alcohol con algo más... Tengo novio- La segunda frase me deja en shock, no sé qué decir, estoy súper avergonzado. Debo de tener cara de gilipollas y me cuesta mantener las lágrimas dentro de los ojos. ¡Qué tonto soy! Es que no se puede ser más de verdad...
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Un inicio sin fin
Teen FictionEsta es la historia de cómo viven dos chicos un reencuentro y pasan aventuras contado desde los dos puntos de vista. No todo es lo que parece, porque lo que uno interpreta de una forma el otro lo ve distinto y puede que al final nada sea real y todo...