Ocultando el daño (Él)

5 0 2
                                    

Ya hemos llegado a casa por fin después de todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Mis padres ya no me miran igual que hace un mes ni hace unos años. Simplemente ni me miran. Las dos horas que llevo en casa me las he pasado observando mi ordenador viendo fotos que tengo desde hace años en una carpeta que sé que nadie ha visto en mucho tiempo. Oigo como alguien llama a la puerta preguntando si puede entrar y yo cierro muy deprisa el ordenador para que no se vea lo que estoy haciendo y después respondo a la llamada con un sí desilusionado. La puerta se abre poco a poco, son mis padres y parece que entran bastante serios y eso no me tranquiliza para nada.

Mi madre se sienta en la mesa de mi escritorio y mi padre se queda en el marco de la puerta, apoyado como si fuese suya la habitación aunque sé que está incomodo bajo este techo. Mi madre empieza hablando:

-Jaime cariño, lo que te vamos a decir sé que no te va a gustar mucho pero creemos que es lo mejor para ti. sé que ahora nos vas a odiar por ello pero no podemos permitir esta actitud más tiempo, y... en un futuro nos lo agradecerás.- Sus palabras. aunque sé que son tranquilas, se le nota en la mirada el miedo que tiene en el cuerpo.

-Lo que tu madre quiere decir es que de ahora en adelante las cosas van a cambiar radicalmente para ti y para nosotros. Dentro de una semana te llevaremos a un internado en donde te pondrán las pilas y aprenderás muchas cosas.

-¿¡Queeeeeeeeee!?- No me lo puedo creer, traicionado por mis propios padres, aunque yo tampoco es que lo haya hecho muy bien por mi parte.

-Tranquilo, podremos ir a visitarte una vez a la semana y tendrás vacaciones y podrás hacer muchos amigos- intenta consolarme mi madre.

-Sí, y por fin llevarás uniforme y el pelo rapado... que con esas melenas pareces un hombre sin privilegios y yo creo que no vives muy mal.

A mi padre no parece afectarle mucho mi marcha hacia el infierno porque no parece preocupado ni nada.

La verdad no se qué pensar ni qué decir, simplemente me quedo callado con la cabeza bajada e impidiendo ver a mis padres el sufrimiento que estoy pasando, simplemente espero a que salgan para llamar a Bea para quedar con ella, necesito hablar de esto con alguien de confianza, y no son ni mis padres ni mi hermana, alguien que confíe en mi; pues quien confía en ti es alguien de confianza, no alguien a quien le puedas decir lo que quieras porque no se lo va a decir a nadie. Para eso sino me habría comprado un ordenador, el cual en el internado al que me van a obligar a ir la semana que viene no me dejarían utilizar...
No, mejor no voy a llamar a Bea, la voy a alejar, prefiero que no sufra más por mi. No quiero que sufra nadie, no lo merecen, me voy yo solo con mis mierdas que soy yo el responsable y no ninguno de ellos.
Me acerco al armario y saco un par de sudaderas que calientan y cinco camisetas, lo meto todo en una mochila y lo guardo debajo de la cama. Esperaré a después de cenar para saltar a la calle por la ventana de mi cuarto y se acabarán los problemas para todos los que me rodean.

La cena no me ha sabido a nada, los macarrones son un sinsentido... Estoy esperando a que se metan todos en la cama para pode despedirme de mi hermanita... Entro en su cuarto con mucho siglo, tanto que llega a asustarse. Le explico la situación y, como siempre, tiene las palabras perfectas:
-Ten mucho cuidado, ya sabes dónde encontrarme, no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo pero no soy nadie para impedirtelo. Ahora dame un beso y vete...
Hice lo mandado y salté a la calle, donde creía que me iría mucho mejor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 08, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un inicio sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora