Recuerdos...(Ella)

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ELLA

Doy pasos torpes hasta alcanzar la silla que está cerca de la cama y me pongo enfrente de él, está sentado en el lateral de la cama con una cara de cansancio que me es casi imposible ignorar.  Como veo que no va a decir nada empiezo yo hablando, y no se me ocurre una obviedad más grande que esta:

-Hace mucho tiempo que no nos vemos, ya echaba de menos ver tus ojos...- Qué estupidez ¿verdad? Pero es difícil quitar un silencio no incómodo pero eterno.

-¿Mi madre te ha pedido que vinieras verdad?- Me dice con un tono borde, aunque lo comprendo a mí tampoco me gustaría que mis padres hiciesen lo que le estoy haciendo.

-Sí, me lo ha pedido por favor, me ha dicho que no estabas bien, y he venido para ayudarte.- Prefiero no mentirle, ¿De qué serviría? Siempre acaba sabiendo la verdad...

-No necesito de tu ayuda –Sé que lo dice por decir, por el alcohol que debió de tomar y el cansancio que este provoca, pero aún así sus palabras me duelen muy dentro de mí.

-No te la estoy ofreciendo, te voy a sacar de esta tal y como hiciste tú tantas veces cuando éramos pequeños. Porque a pesar de que eres un año mayor me aceptaste y no dejaste que me hicieran daño. Si tú no llegas a existir yo no soy así...- Empiezo a lagrimar un poco, me ha dolido mucho que me rechazase y me hace recordar lo que ocurrió cuando nos conocimos, que locura...

Estaba en sexto de primaria y me fijaba mucho en el chico repetidor que se sentaba dos filas más adelante que yo, me parecía muy guapo con su pelo negro y sus ojos azules súper oscuros... preciosos. A la hora del recreo decido ir a comprarme un bollo en la cafetería porque me he dejado la merienda en casa, cuando me encuentro con las únicas personas en el mundo a las que no hablaría ni de broma. Las tres cerdicas como las llamo yo... Celia y sus perritas falderas: Laura y María. Están en el medio de la puerta y les pido por favor que se aparten, pero no me pacen caso y me veo obligada a tener que empujarles bastante fuerte para tener un sitio. Celia muy osada me replica:

-¡Rubia! ¡¿Qué cojones haces?! Sabes que no puedes tocarnos.... Que somos sagradas para ti ¿Entiendes tonta?- Estoy harta de que se dediquen a hablarme así, ojalá aprendan que son ellas las que no tendrían que hacer lo que hacen...

No les contesto, lo cual les pones histéricas y empiezan a perseguirme, entonces me doy cuenta de que Laura lleva unas tijeras en la mano, y vienen las tres directamente a cortarme mis mechones de pelo rubio... No puedo evitar ponerme a llorar puesto que no me puedo escapar y me están destrozando el pelo. De repente llega él, el chico repetidor en el que no me dejo de fijar, no viene muy seguro de sí mismo pero aún así les empieza a gritar:

-¡Estaros quietas! ¿Es que estáis locas o qué? ¡¡Por qué no la dejáis en paz envidiosas de mierda!!- Creo que no sabe lo que ha pasado en realidad y que esas niñas no me cortan el pelo por envidia, pero decido no decir nada porque estoy muy desprotegida y parezco una cría de cabrito sin su madre...

-¡Cállate repetidor! ¡Que no vales para nada en esta vida! No eres quien para decirme qué he de hacer.- Le dice Celia a la cara, está poniéndose la cosa muy fea y en ese momento dejo de mirar, oigo un golpe que no parece que haya sido de un balón, alzo la mirada y veo como se alejan las tres y que a Celia le sangra la nariz, como me alegro de que le haya dado una lección; el problema es que ella está muy enchufada y no me gustaría que echasen del cole a la única persona que ha sido capaz de defenderme.

Se sienta a mi lado y dándome amor me dice -Tranquila no llores más, ya ha pasado.- Ya sé que ha pasado pero no consigo dejar de llorar. Estoy segura de que mis pelos ahora mismo no están para ir al congreso de los diputados... Me lo coloca un poco y yo decido apartarle el suyo que le cubre el ojo por el movimiento que acaba de realizar. -¿Quiénes eran?- Me pregunta

-Unas niñatas que nunca me dejan en paz, creo que le has dado bien fuerte a Celia... Si se lo dice a su padre te van a echar del cole.- Me preocupa un poco que le puedan hacer algo, por fin se de alguien que se preocupa por mi...

-No te preocupes por mi ¿Beatriz? Creo que te llamas así, aunque soy muy malo para los nombres

 -Sí, jajaja o eso eh lo que dise mi carneh de identidah- Mierda... el maldito acento andaluz... Se me escapa cuando estoy nerviosa...

-Bueno pues no te preocupes por mí, que si me dicen algo yo cuento mi versión y consigo que se arregle todo, o me expulsan unos días que tampoco me importa mucho... Jajaja- Su risa consigue hacerme sonreír, haciendo que enseñe los brackets que tanto odio y me hacen sentirme fea.

Después de ir a lavarme la cara jugamos un rato a mi deporte favorito y aprovecho a enseñarle un par de cosas que sé a lo cual me da las gracias, y cuando pitan nos subimos a clase de mates, le pido por favor que se siente a mi lado y acepta sin problemas.

-Es un momento muy bonito en un lugar horroroso- Él como siempre con sus comentarios de sinceridad y de intento salir de este silencio que se ha creado, creo que los dos lo hemos notado...

-No lo creo-Le respondo. –Es cierto que aquí muere gente pero también se salvan muchas vidas, y se trabaja por hacer que otras duren más de lo que se ha previsto. Aquí ocurren la mayor parte de los milagros... - Me doy cuenta de que me gusta mucho y sin querer me he acercado a él, no  evito el beso que me ha dado y él tampoco intenta apartarse. No es correcto lo que estoy haciendo pero lo estoy disfrutando mucho, tanto que he cerrado los ojos para no tener sentimientos de culpabilidad. Llega el momento en el que nos tenemos que separar para respirar e intento asimilar lo que acaba de pasar. Me alejo pensativa y preocupada... Intento pensar rápido y le digo:

-Sabes a alcohol-En realidad me sabía a amargo, a la amargura de saber que tienes que mentir para no dañar, sé que está mal porque he venido a ayudar no a cagarla más-con algo más...-y me invento la mayor tontería que voy a decir en mi vida, y me voy a arrepentir de ella durante mucho tiempo...-Tengo novio.

Noto en su cara una desilusión tan enorme que no se puede describir, es como ver tus sueños hechos añicos para toda tu vida... Puedo ver cómo le brillan los ojos de dolor y me avergüenzo tanto que quiero morir. ¿Cómo he podido decir eso? Si me gusta un montón y ya le perdí una vez, no sé cómo he sido capaz de eso... De contribuir a volver a perderle. 

Un inicio sin finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora