Capítulo 3

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-Bien t/n, es una pena que nos dejes, pero no siempre hay oportunidades como ésta, así que aquí tienes tus papeles y yo sé que no debería, pero te estimo demasiado, toma esto, es un regalo de mi parte- extendía su mano en mi dirección con un pequeño sobre amarillo y mis papeles, tomé las cosas y abrí el sobre frente a él.

-No, de ninguna manera puedo aceptar esto- puse el sobre de vuelta en el escritorio.

-T/n no te hagas la difícil y acéptalo, te dije que es un regalo, no es lo que necesitas pero yo sé que en el futuro podrás multiplicarlo, de verdad me duele que te vayas de aquí, eres una excelente trabajadora y una gran amiga y consejera, nos harás falta por aquí, así que deja de protestar y tómalo-

-Señor Díaz, no puedo, de verdad me apena, yo sé que lo hace de corazón, pero es demasiado dinero-

-Sería demasiado si te estuviese liquidando, esto no es nada, y en aquél país no conoces a nadie, que esto te sirva por lo menos para tomar un taxi o comprar comida si alguna vez estás en apuros-

Sólo atiné a sonreírle conteniendo el pequeño nudo en mi garganta, el señor Díaz, el gran y respetado doctor Díaz, director del hospital en el que trabajaba hasta hoy, era mi jefe y un muy querido amigo, tenía sólo un año en éste lugar, y él fue quien desde mi primer día me hizo sentir bienvenida, cómoda, como si el hospital fuese mi segunda casa, era un hombre ya mayor, su pelo pintaba bastantes canas, pero estoy segura de que hasta en ellas guardaba conocimiento, me había enseñado mucho de forma paciente, sin duda podía ver cuánto amaba su trabajo, y definitivamente lo extrañaría demasiado, me haría falta quién me alborotara a salir luego de terminar la guardia vespertina un sábado.
Tomé el sobre de vuelta y lo puse sobre mi pecho, pensando en qué decirle al doctor Díaz, mientras se deshacía el nudo de mi garganta, me levanté de la silla frente a su escritorio y caminé hasta quedar a un lado del doctor, me miró y se puso de pie dándome casi de inmediato el abrazo que yo tenía intención de darle a él, no pasó mucho para que lo abrazara yo también, definitivamente lo extrañaría.

-De verdad muchas gracias, no sabe cuánto lo aprecio-

-Oh no, esto también fue idea de Maggie, tú sabes que ella te quiere mucho, lloró demasiado cuando le dije que te ibas del país, creo que es sólo porque ya no tendrá con quién quejarse de éste viejo- dijo en un tono gracioso mientras se separaba de mí y se señalaba a sí mismo

-Hágale saber que estoy agradecida con ambos, fueron muy buenos maestros y amigos, ojalá pudieran irse conmigo-

-Yo se lo diré, pero tampoco te olvides de nosotros, no quiero morir preguntándome qué pasó contigo, por lo menos llámanos de vez en cuando- comenzó a reír amargamente y yo junto con él

-Claro que no los olvidaré, los llamaré y cuando venga a visitar a mi mamá, también iré a visitarlos a ustedes, les debo muchísimo -

-Bien, no quiero ser grosero pero tengo una reunión bastante importante con el comité de bioética, así que debo retirarme, por favor, muéstrale a todos lo buena que eres, sé que no has tenido las cosas fáciles éstas últimas semanas, no dejes que esos amargos momentos determinen que así será el resto de tu vida, eres joven, inteligente, dedicada, y con todo el respeto que mereces, eres una hermosa mujer, si hubiese tenido una hija, me habría encantado que fuera como tú, jamás permitas que un hombre te vuelva a tratar como ese- lo interrumpí

-Despreocupese doctor, sé que no puedo vivir con miedo, pero es lo único que podría asegurar mi bienestar en estos momentos, me da miedo conocer a alguien más y que sea como, él, además, a penas ha pasado un mes, no está en mis planes a corto plazo involucrarme en otra relación, tengo bastante por hacer antes de irme y al llegar allá- le sonreí tratando de aligerar la tensión formada por la conversación, el doctor me sonrió y abrazó una última vez antes de salir a su reunión, yo salí detrás de él y me marché a casa con mis documentos para el nuevo trabajo y $1,000 dólares, cortesía del doctor Díaz.

Al salir del hospital, caminé unos cuantos metros por el patio delantero y al llegar a la mitad de éste, me detuve, me di la vuelta y miré por última vez el lugar, pensé en el miedo que tenía cuando me presenté a trabajar el primer día, en cómo rápidamente los demás trabajadores me hicieron sentir integrada, en mis pacientes, varios de ellos ya llevaban tiempo hospitalizados así que habíamos formado un pequeño vínculo, sin duda alguna el hospital guardaría muchos de mis mejores recuerdos.
Ya me había despedido de mis amigos, de mis pacientes, de mi jefe, por un breve momento, un milisegundo, me arrepentí, iría a un lugar donde no conocía a nadie, donde nadie me conocía a mí, dejaría todo atrás, y aunque era emocionante, también me aterraba, jamás consideré la posibilidad del fracaso, había muchas cosas de por medio, como el hecho de que yo no hablaba inglés a la perfección, afortunadamente el doctor Wilson me contrataría con una beca para estudiar el idioma por la mañana o la tarde, según el turno en el que me encontrara, eso sin contar que la paga era muy buena, pero estaría sola, y eso nadie podía cambiarlo.
Mis pensamientos me llevaron a lo que parecía ser un ataque de ansiedad, caminé en dirección a una banca a la que le daba sombra un árbol y comencé a respirar hondo, de forma inevitable las lágrimas comenzaron a caer, estaba llorando en silencio, saqué mi celular tratando de no dejarlo caer por el temblor de mis manos y llamé a la primera persona que se me vino a la mente, luego de timbrar 3 veces se escuchó su voz al otro lado de la línea.

-Hola t/n, qué gusto saber algo de tí, ¿cómo estás?-

-Dan, necesito que me ayudes por favor, no me estoy sintiendo bien- dije tratando de respirar y controlar mi llanto

-¿Dónde estás t/n?- dijo en un tono ya más preocupado al notar mi intranquilidad

-Estoy afuera del hospital, vine por mis cosas pero, creo que ya no me quiero ir, tengo miedo, nadie estará conmigo, ¿y si me equivoqué y realmente debía quedarme con él?- dije ya hablando rápido y agitada

-No, y saca eso de tu cabeza, así que escúchame bien- respondió ya de forma autoritaria y en un tono de voz ligeramente más alto- primero que nada, respira hondo 3 veces, anda, estaré esperando a escuchar esas inhalaciones y exhalaciones- hice lo que Dan me dijo- ahora quiero que te ubiques en un lugar donde te sientas segura, te daré 5 minutos y te vuelvo a llamar- sin más cortó la llamada.

Me levanté de la banca, respiré profundo nuevamente, miré rápidamente el hospital por última vez y me fui en dirección al estacionamiento, entré en mi coche y bajé mi ventanilla y la del copiloto, dejé mis documentos en la parte trasera, metí el dinero que me dió el doctor Díaz en mi mochila y la puse en el asiento a mi lado, estaba respirando mientras dejaba de llorar un poco cuando escuché el sonido de mi celular, respondí la llamada.

-¿Cómo te sientes?- dijo Dan en un tono de voz tranquilo

-No me siento bien pero estoy mejor-

-Excelente, ahora dime, ¿qué te da miedo exactamente?, ¿por qué retrocediste en tu plan de forma tan brusca?-

-¿Qué pasa si fracaso?, nadie estará conmigo para ayudarme si eso pasa-

-T/n, dime, ¿cuándo has tenido a alguien que te ayude en tus fracasos?, porque si, tus amigos te apoyan, tu mamá jamás te ha dejado sola, pero en realidad tú eres quien enfrenta cada una de las cosas buenas y malas que te pasan, así que siempre has estado sola y siempre has estado bien, deja de creer que necesitas de alguien para estar bien porque sólo necesitas creer en tí y dejar que los demás te apoyen, no que te resuelvan la vida, ahora, ¿por qué crees que te equivocaste al dejarlo?, ¿te esperaba algo mejor?, ¿dejarías de estar sola, o entonces realmente no tendrías a nadie?-

Ni siquiera tuve que responder, Dan sabía a la perfección que esa inseguridad era la consecuencia de estar sometida por un narcisista, esta vez lloré, pero era ese tipo de llanto que te purificaba, Dan sólo se despidió de mí cortésmente ya que había llegado un paciente a su consultorio y debía atender ese llamado, igualmente me dejó saber que si necesitaba algo más o tenía otra crisis le llamara inmediatamente si es que no podía presentarme a consulta.
Me quedé en el estacionamiento otros 15 minutos, aproveché el tiempo para salir del auto y fumar un poco, por recomendación de Dan, debía dejar el tabaco o cualquier otra sustancia ya que no ayudaba con mi ansiedad, pero un poco de vez en cuando no me iba a matar, tampoco es como si sintiera que sin ello moriría, era más que nada la costumbre, además, amaba el aroma de los cigarros, muchas veces ni siquiera fumaba, sólo encendía el cigarro y lo dejaba consumirse por sí solo.
Una vez que me sentí completamente tranquila, subí al coche de nuevo, conecté mi celular al estereo y comencé mi viaje a casa con la canción de Yes to Heaven de Lana Del Rey, amaba esa canción, se sentía como una parte de mi alma en estos momentos.

Elecciones (Evan Peters y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora