Capítulo 1

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- Eres un asco de persona, y más
te vale que no me vuelvas a buscar
nunca más en tu vida, te vas a arrepentir de
haberme dejado, y tendré la satisfacción
de ver cómo me ruegas mientras
ves cómo le doy todo al alguien más. ✓✓

-Gracias, y no te preocupes, te
aseguro que no lo haré. ✓✓

contacto bloqueado

Fue ahí cuando después de poco más de tres años y medio, por fin tuve la valentía y determinación suficiente para irme, y era el momento perfecto, sentía algo de pena por dejarlo así, como muchas otras veces me dejaron a mí, sabía exactamente lo que él sentía, pero si en algo éramos diferentes, era en los modales, y entonces quizá sólo me arrepentía de una cosa, de no haberme ido antes.
Éste era MI momento, todos esos sueños que se habían visto pisoteados por los planes de mi ahora ex pareja, resurgían de lo más profundo de mi ser para transformarse en una posibilidad, ya no tenía que rendirle cuentas a nadie, mi corazón ya no dolía, mi espalda ya no pesaba, mi pecho ya no estaba apretado y podía escuchar mis canciones sin llorar por aquellos recuerdos dulce-amargos que me traían.
Observé mi habitación, aún vivía con mi madre, en par de meses me iba a casar así que trataba de ordenar mis pocas pero necesarias cosas en algunas cajas, por el momento sólo había guardado recuerdos, eran algunas fotografías, unas cuantas muñecas que conservé de mi infancia y una cámara vieja de rollo con la que mi madre me sacaba fotografías de pequeña.
Tomé la cámara en mis manos y recordé aquella ocasión en la que mi madre me la dió, o mejor dicho, yo se la pedí. Tenía ese sueño de irme a Los Angeles a estudiar algo relacionado al arte, amaba el teatro, la danza, el maquillaje, la pintura, y le pedí esa cámara a mi mamá porque quería documentar esa parte especial de mi vida, con algo que documentó otros momentos especiales varios años atrás.
23 años tenía, y ya no sabía qué hacer, tenía un buen empleo en mi ciudad natal, había ahorrado bastante dinero en casi un año para pagar mi vestido de novia y la luna de miel, y ahora tenía todo ese dinero y ganas de salir corriendo de aquí, sin mirar atrás, quería enterrar todas las cosas malas que me habían sucedido, y quería ser feliz de nuevo.
Mi madre detestaba a mi ex prometido, y estaba completamente en contra de que me casara con él, y con la más justa de las razones, él no era un buen hombre, porque ni siquiera lograba ser un hombre, era un niño mimado, violento al hablar e impulsivo en su actuar.
Yo estaba viendo un punto fijo en las cajas, cuando mi madre entró a mi habitación, venía a mostrarme algo en su celular cuando me vió ahí sentada en mi cama.

-¿Qué tienes?- Preguntó con un tono cálido

-No me casaré- Respondí un tanto incrédula y feliz de lo que yo misma decía

-¿Qué?, habla un poco más fuerte, estás hablando entre dientes- Me regañó por esa absurda costumbre que heredé de mi padre biológico

-No me voy a casar mamá, terminé mi compromiso-

Mi madre me miró completamente incrédula y cansada, incluso diría que molesta, no era la primera vez que "terminaba" con mi pareja, pero yo estaba segura de que sería la última. Por su parte sólo recibí un comentario sarcástico respecto a ver cuánto tiempo pasaba para que nos reconciliaramos, y aunque me molestó un poco, sabía que era normal por todas esas veces que a media noche fui a su cuarto llorando desconsolada, y en cuestión de días ya estaba sonriendo otra vez, con un ramo de flores, una disculpa y promesas que nunca serían cumplidas.
Yo sabía que no quería volver, porque honestamente ni siquiera quería casarme, y me sentía culpable de ponerme tan feliz por esto, debía contárselo a alguien, así que dejé la cámara de vuelta en la caja, tomé las llaves de mi motocicleta y mi casco, le avisé a mi madre que saldría y tomé camino hacía el único lugar seguro para mí.
Era justamente medio día, el sol era bastante intenso, así que dejé mi moto bajo la sombra de un árbol, estaba en la universidad de la que me había graduado casi un año atrás, había un consultorio abierto al público en general, donde además de tener médicos, había un excelente departamento de psicología, entré y fui recibida por la enfermera que llevaba los registros de las citas.

-Hola!, no te esperábamos hasta el viernes, ¿moviste tu cita?- Me preguntaba en tono amable y con una notoria confusión en su expresión facial

-Hola Rosario, no tenía cita, pero quería saber si Dan podía recibirme- Respondí dándole una pequeña sonrisa

-Tienes suerte, a inicios de semana casi nadie viene, ahorita está solo, deja le aviso que pasarás- Me sonrió y se levantó de su silla para tomar camino por el pequeño pasillo que llevaba al cuarto de consulta

Pasaron tal vez 2 minutos cuando Rosario estaba de nuevo frente a mí, indicándome que pasara, entré al cuarto y cerré la puerta, me senté en el pequeño sillón que había ahí y abracé uno de los cojines que tenían de decoración, miré a Dan y éste me recibió con una sonrisa amistosa y su pregunta inicial.

-Hola t/n, ¿cómo estás?, ¿qué te trae hoy por aquí?- Esto último lo dijo en un tono curioso, muchas otras veces llegué a su consulta sin previa cita sólo para llorar porque me habían dejado, pero creo que el verme tan tranquila y sonriente era nuevo para él, sabía que había sucedido algo, pero no sabía qué, o si era bueno o malo.

-Hola Dan, la verdad es que tengo bastante que contarle- Me escuché casi emocionada y él sólo esperaba expectante, Dan decía que mi vida era como una novela turca, siempre había drama y todo se quedaba en suspenso -Hoy se acabó mi compromiso, de forma definitiva- sólo pude ver cómo se quedaba pensando, quizá en qué responder a eso, o quizá en que aquí íbamos de nuevo.

Elecciones (Evan Peters y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora